Ni tan Señora (COMPLETO) romance Capítulo 26

-¡Oh, señor Dubois! Qué bueno verlo tan repuesto. La rubia le dedico una radiante sonrisa, que para Zoé parecía más falsa.

-Si querida, ya estoy mejor. Ven siéntate con nosotros.

La rubia obedecio, observando a las chicas de una manera poco amistosas. Era como si ellas dos fueran un par de bichos que debían ser aplastados.

-Adelaine, querida mía. Conoce a la señorita Zoé Bonnes, y su amiga Maya Weber.

-¡Oh! Un gusto. Esta les sonríe siendo poco amable. – No sabía que tenías invitadas esta mañana.

-No son mis invitadas, querida. La señorita Zoé es la prometida de Jean Pierre.

-¡¿Qué?! Pregunta sorprendida la mujer mirando a Zoé como si debiera estar muerta.

-Si, al parecer mi hijo lleva saliendo con esta joven desde hace mucho tiempo. Y ha decidió casarse con ella. Dice el viejo con un poco de descredito lo que cabreo a zoe.

-¿Mucho tiempo? Nunca supe nada de ti. Le dice directamente a la castaña.

-Nos mantuvimos un poco en secreto, yo vivía en Texas y Jean no viajaba mucho. Miente la castaña muy convincente.

-Ya entiendo. Esta sonríe con burla, como si ocultara algo.

-Entonces no son tan cercanos.

-Lo seremos, por eso nos vamos a casar en una semana. Le suelta Zoé.

-¿Qué? Esta frunce el ceño.

-Yo lo he decidió así. Sentencia el viejo.

-Pero señor Antonie… yo…

-Tranquila mi niña. Le dice el viejo lo que causa la mirada curiosa de Zoé. –Tú no te preocupes. Palmea su mano.

Zoé y maya se miran al mismo tiempo, haciéndose la misma pregunta… ¿Qué estaba tramando ese viejo loco?

-Pues me alegro por Jean. Suelta la rubia con tono de molestia, seguido de ponerse en pie. –Debo irme, tengo unos asuntos que atender.

-Quédate a desayunar. Le pide el viejo.

-Me encantaría, pero de verdad solo vine de paso. Hace una expresión de desagrado hacia las chicas.

-Bueno aquí estaremos, las señoritas se están quedando en casa. Así que si quieres puedes venir a visitarnos.

-¡Ah! que sorpresa. Responde más fastidiada que nunca. – Espero que estén bien, permiso.

La rubia se marcha resonando sus finos tacones, mientras que Zoé amusga los ojos al verla irse. Parecía una arpía esa mujer pensó esta.

-¡Esta cabreada! Comenta el viejo llevándose un bocado a la boca. –Ella está enamorada de mi hijo, de hecho era la mujer que había elegido para él. Pero el muy tarado no la acepto, y lo entiendo. Si ustedes estaban saliendo de hace mucho tiempo, ya veo porque no quería casarse.

Zoé guardo silencio ante el comentario de su suegro, era un hombre muy cruel. Ni siquiera le importaba los sentimientos de esa mujer. Era como si todos fueran unos peones para él, a quien usaba a su antojo.

-Quizás esa mujer se siente dolida.

-Es probable, pero si a mi hijo no le gusta ella nada que hacer. Además, no debes sentirte mal por ella. Tu eres la que él ha elegido, deberías sentirte halagada. Le dice con palabras frías.

-Pero…

-Si vas hacer tan blanda, deberías reconsiderar casarte con mi hijo. No quiero una nuera débil y blanda con todo el mundo. Antonie le habla con severidad a la joven.

-Disculpe.

-Terminemos de comer. Ordena, y las chicas obedecen.

Jean Pierre se preparaba en su oficina para una importante reunión que tenía… de esa junta dependía la nueva apertura de un nuevo restaurante en las vegas. Era muy importante para el ir abriéndose paso por si solo para desprenderse de los negocios de su padre.

Si lograba abrir ese nuevo restaurante con ese tendría ya tres, siendo el, el único dueño… su pensar era expandir sus negocios, ya que el viejo Antonie se había adueñado de toda Francia.

Recogía unos documentos, cuando de pronto la puerta de su oficina es abierta estrepitosamente. Dándole pasó a una rubia con el ceño fruncido. Jean frunció el ceño al verla caminar hacia el rechinando los tacones.

-¿Qué estás haciendo aquí Adelaine? Estoy bastante ocupado y no…

-Eres un maldito hijo de puta. Este abre los ojos como platos. -¡Te vas casar! Maldito mentiroso. Me dijiste que no te querías casar, y ahora resulta que tienes una prometida viviendo en casa de tu padre. Le dice ofuscada.

El rubio se imaginó que la mujer ante él le había hecho una visita a su padre encontrándose con Zoé.

-Sí, me voy a casar.

-Y en una semana, maldito. La chica golpea el escritorio de su oficina.

-Adelaine, nosotros no teníamos absolutamente nada. Solo tuvimos una noche de sexo y eso fue todo.

-¿Qué le paso? Pregunto ella.

-Murió cuando yo era un muy joven.

-Lo siento.

-Está bien fue hace muchos años. Además, está mejor donde está ahora.

-¿Por qué dices eso? Esta frunce el ceño.

-Mi padre le dio mala vida.

Y Zoé no lo puso en duda, el viejo era tan arrogante y cruel con las personas… no le extraño que fuera así con su propia esposa.

-Lo lamento mucho.

-Si bueno… este le da la vuelta a la fuente topándose con ella de frente.

Jean amusgo los ojos al verla, no lo podía negar ella era muy hermosa… sus ojos brillaban mucho esa tarde, y con ese vestido tan ligero y volátil se veía como toda una señora… Bueno, ni tan señora.

El rubio acordó el poco espacio que había entre los dos quedando tan cerca de ella que podía oler la fragancia de su perfume. ¿Por qué lo enloquecía de vez en cuando?

Zoé sintió la presencia de Jean muy cerca y tembló, recordando lo que había sucedido entre ellos dos esa mañana. Inconscientemente mordió sus labios. Entonces fue cuando sintió ambas manos del francés posarse en sus mejillas.

Ella abrió los ojos como platos, al notar que este la acercaba a los suyos… el contacto de ambos labios fue electrizante para la pareja quienes se besaban de una manera diferente a las demás oportunidades.

La castaña era besada de una forma tan delicada, tan dulce, tan especial… que hasta ella se sintió muy especial en los brazos de Jean. Por ende llevo sus manos hasta el cuello de Jean, aferrándose a su saco mientras profundizan aquel beso.

Al separarse un poco, tomaron un poco del aire perdido… Jean junto su frente con la de Zoé, permaneciendo con los ojos cerrados.

-Se mía Zoé… ¡por favor! Pidió.

Ella termina por separarse de él poniendo ambas manos en su pecho…

-¡No! Responde alejándose de él. Jean la observa irse, y el solo logra suspirar por otro rechazo más…

La castaña corre por los laberintos de flores con el corazón de en la mano. Ese francés la descolocaba, no podía pensar con claridad cuando la besaba o tocaba. Y mucho menos cuando le pedía algo.

-¡Dios! ¿Cómo voy a sobrevivir a este matrimonio?

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