Maya regresaba distraída a casa, cuando de la nada una mano la hala nuevamente hacia el laberinto. Ella da un pequeño gritico, pero luego sonrió al notar que era Adrien.
-¿Qué estás haciendo? Pegunta con una sonrisa.
-He venido a verte. Envuelve su cuerpo con los brazos.
-¿Ah sí?
-Si. Responde con voz ronca y sensual.
El rubio besa los labios de la morena apasionadamente mientras deciente sus manos por los muslos hasta coronar las nalgas de esta. Inmediatamente ella comenzó a soltar sus pantalones y bajar la cremallera para sacar el pene de entre el bóxer.
En seguida el rubio bajo las bragas de la morena, seguido de eso se la subió encima pegando su cuerpo de la muralla de flores. En segundos penetro a Maya quien jadeo sobre sus labios, este se los mordió cuando empezó a penetrarla más seguido.
El cuerpo de la chica subía y bajaba aferrándose a los hombros del francés. Jean jadeaba mientras entraba y salía de ella con gran precisión. Agradeciendo que la chica usara vestido en ese momento.
-¡Oh Adrien! Me voy a correr gimió contra sus labios. –Joder, me corroooo… le dijo inclinando la cabeza hacia atrás.
-Si nena, hazlo… hazlo para mí. ¡Vamos!
-¡Aaaaahhh! Grito la morena, entonces ella misma tapo sus labios para no hacer mucho escándalo.
Adrien sintió un líquido caliente bajar por su pene lo que acelero su orgasmo, antes de venirse dentro de ella se salió rápido dejándola a ella en el piso.
-Lo lamento, siempre me olvida llevar un preservativo. Le dice limpiando su pene con un pañuelo.
-Está bien. Responde ella algo sonrojada.
-Déjame limpiarte. Adrien se ofrece.
-No, no…
Pero el rubio subía su vestido y de una forma suave pasaba el pañuelo por su vagina… sin apartar la vista de sus ojos.
-¡Ya estas!
-Gracias… ¿y mis bragas?
-Las conservare.
-¡Adrien!
-Son mías ahora… ¿esta noche puedo visitarte de nuevo?
-Me da miedo, tu papá está pendiente de todo. Me asusta que nos pille.
-No lo hará, además el no sube a ese piso. No puede.
- Pero yo…
-Iré esta noche, aparte de que pienso mudarme a casa por el tiempo que ustedes estén.
-¿Por qué?
-¡Porque estás tú!
El corazón de la morena se estremeció de la emoción, mordió sus labios ya que sabía que sus mejillas estarían más rojas que un tomate.
-Adrien…
-Te veo esta noche. ¡No hagas planes! Le dice pasando a un lado de ella.
La sonrisa se le borra de los labios, no podía esperar menos… él era un millonario y ella solo una pobretona. Lo único que buscaba de ella era acostarse, y ahora que se lo había permitido seguramente en cuanto se aburriera la dejaría como a todas las demás.
-No te enamores maya… No te enamores, joder. Se reprendió a sí misma.
Por la noche, después de la cena… Zoé salía del baño encontrando una cama vacía. Luego de comer Jean no subió con ella. La chica pensó que estaría molesto por otro rechazo más, y quizás ya no le apetecía dormir en la misma cama que ella.
No podía decir que se sentía feliz por ello, realmente ahora sentía un poco el corazón apretujado por la ausencia del francés. De cuando acá le hacía tanta falta la presencia de hombre en la cama.
¿No sería qué? la chica se detuvo a medio camino de la cama… mordió la carne interna de sus labios con fuerza… ¿acaso? ¡No podía ser! Le gustaba Jean Dubois…
En medio de su sorpresa la puerta se abrió dejando pasar al causante de sus pensamientos alocados… este la mira un tanto serio para luego fruncir el ceño.
-¿Qué te pasa?
-Nada. Mintió.
-Estas más blanca que el papel.
-Estoy bien. Responde yéndose hasta la cama.
Este amusgo los ojos al notar que mentía, hasta sabía que estaba nerviosa. Con el poco tiempo que llevaba conociéndola sabia muchas cosas de ella. Aunque no todas, había algo muy importante que necesitaba saber. Pero todo a su tiempo.
Condujo sus pasos hasta la cama y en segundos la castaña estaba debajo de su cuerpo… ahora si estaba más nerviosa que antes.
-¿Quítate de encima? ¿Qué haces?
Pero este la ignoraba, seguía masturbándola lentamente hasta volverla loca pidiendo más… cada vez habría más las piernas permitiéndole a él, acomodarse entre ellas.
Los pensamientos de Zoé se estaban yendo al caño, la fuerza de voluntad la estaba abandonando y eso no era bueno. Si continuaba así terminaría por acostarse con ese hombre. Así que reuniendo todas sus fuerzas, puso una mano en el pecho del francés para separarlo.
-Ya no más. Le pidió serenamente.
-Zoé, por dios… deseas esto tanto como yo. Entrégate a mí.
-No. No puedo.
Se aparta de él, haciéndose a un lado de la cama… ella solo oye suspirar a Jean y luego deja de sentir el en la cama. Seguido de eso escucho como el francés azotaba la puerta del baño.
El agua helada corría por el cuerpo de Jean, era lo que necesitaba mucha agua fría. Dos rechazos en un día eran como muchos ya. ¿Hasta cuándo se iba a rebajar con esa mujer? Acaso no entendía que ella no quería acostarse con él.
Golpeo los azulejos de la pared… era frustrante saber que con la mujer que pensabas casarte no quería tener sexo contigo. ¿Cómo diablos le iba hacer? Si se casaba con ella no tendrían sexo.
¿Debía seguir con esos planes? Pero si no lo hacía… le daría toda la razón a su padre, lo obligaría a casarse con la mujer que él quiera. Y si no lo hacía, arruinaría su vida, todo lo que poseía, los logros obtenidos por sus propios medios.
No estaba dispuesto a perder todo solo por un maldito capricho de su padre… se casaría con Zoé, no tenía más alternativas. Ella seria suya.
Una semana después…
La mansión del viejo Antonie era un caos, personal caminado de un lado hacia otro. Llevando sillas, flores, telas y un sinfín de cosas para la ceremonia que se iba a celebrar esa noche.
El jardín estaba siendo preparado para la boda, mientras que la novia se encontraba en su habitación siendo maquillada y peinada por algunas chicas contratadas por el viejo.
-Estoy que me muero de los nervios. Dice Zoé llevándose una uña a la boca.
-Cálmate, todo saldrá bien.
-Presiento que algo pasara esta noche.
-Sí, tu boda. Maya le dijo acostada en la cama viéndola como la peinaban.
-¡Dios Maya! No es momento para bromas.
-Intento suavizar las cosas para ti, estas más blanca que un papel. Arruinaras el maquillaje.
La chica solo mira su reflejo en el espejo, tenía razón… estaba tan pálida. Pero es que quien podía culparla, nunca se imaginó que se vería involucrada en un matrimonio por contrato. Quién lo diría que iba a pasar de stripper a señora. Aunque si lo miraba bien, ni tan señora.
Algunas horas después Zoé miro su reflejo en el espejo de cuerpo entero, ya con su vestido puesto… ni siquiera había podido elegir su propio vestido de novia. Es más, no pudo elegir nada, ni el novio. Su vida era un completo fraude, toda una mentira.
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