—Lamento la tardanza, pero no esperaba que mi pequeño terremoto fuera dejada en mi oficina
Alzo la vista y encuentro la sonrisa de Kaethennis, trato de devolverle la sonrisa mientras la saludo; Grace entra rápidamente siendo seguida de un chico que luce joven y totalmente desconocido para mí.
—Hola, Grace.
Como siempre ella toma un profundo respiro mientras sus ojos se abren mucho, luego me sonríe y asiente con su cabeza. Es algo divertido que siempre sea la misma cosa cuando la saludo.
—Hola, Paul. Qué bueno es verte.
—Él es mi nuevo asistente Mike—Kaethennis sonríe—; no te ofendas si se vuelve preguntón, aún estamos trabajando en eso ¿Cierto, Mike?
—Poco a poco. Es todo un gusto conocerlo, señor Coleman. Soy un gran admirador de sus historias—alza las manos como si fingiera alguna explosión—. Maravilloso, espectacular. Es usted el señor rey de las palabras—se acerca y estira su mano, cuando la estrecho la sacude con fuerza y no puedo evitar sonreír. No ha de tener más de diecinueve años—. Llámeme su fan número uno ¡Esto es de locos!
—Él es peor que yo—me asegura Grace tomando asiento.
Cada uno se ubica en un puesto, veo de reojo a mi izquierda y la vista del chico aún sigue en mí. Aclaro mi garganta decidiendo que es mejor ir de una vez al grano, así que decido yo mismo sacar a colación el tema.
—Sobre todo lo que ha sucedido, la mala publicidad...
—Ninguna publicidad es mala, señor.
—Mike—lo reprende Kaethennis entrecerrando sus ojos hacia él, luego me observa—. Lamento mucho que estés pasando por toda esta situación,
Paul y creo que lo que Mike intentaba decir de una muy mala manera, es que todo este asunto ha disparado como loco las ventas. Tus libros vuelan.
—A las personas les gusta el morbo, quizá solo intentan descubrir si encontrarán información de mí en ellos.
—Creo...—comienza Grace—que no todos lo hacen con esa intención, quizá algunos solo se identifican contigo o te admiran y quieren leer la manera maravillosa en la que tienes un don y saliste adelante.
—Uhmm—me limito a decir. Veo hacia el techo y luego hacia la dueña de la editorial—. Entonces, todo este lío ¿No ha sido un problema para la editorial?
—No—casi parece avergonzada de su respuesta—, como te dije, por el contrario, las ventas se han disparado.
—Bueno—rasco mi barbilla—, es lo que es.
—No quiero que pienses que...
—Tranquila, sé que no es tu culpa. Y es realmente bueno que se venda, supongo. Mi desastre no es tu culpa.
—Es una lástima, señor, porque su novia es ardiente y hermosa, una lástima que le clavara el puñal por la espalda, aunque seguirá siendo hermosa.
—Oh, Dios mío ¡Mike! —Grita Grace—Mantente en silencio. Debes tomar notas, no hacerlo sentir miserable.
—Muy bien, calma a ustedes dos—pide Kaethennis y a pesar de todo, esto me hace reír. Encuentro totalmente divertido lo que sucede—. Paul antes de que te hagamos enloquecer, quiero decirte que leí tu manuscrito, ni siquiera podía parar. Es francamente increíble.
»Es tan diferente a todo lo que has escrito antes, porque confieso que me he leído todos tus libros, desde que sacaste el primero. Pero este parece tan apasionado, atrapante y cautivador. Es la primera vez que leo que escribes romance y es simplemente impresionante.
Golpeo mis dedos sobre la mesa, por alguna razón o quizá adrede, olvidé que ella tiene mi manuscrito, la historia que escribí a raíz de un reto de Elisabeth, pero que nos acercó hasta convertirlo en algo más.
—Quise probar nuevas aguas—miento.
—Es lo que te he dicho, mamá.
—No estoy de acuerdo, ella ha traicionado tu confianza, te ha expuesto de manera horrible ante el mundo y ha hecho que emerja en ti antiguos miedos y demonios ¿Vamos a aplaudirle? Ha violado tu derecho a la privacidad.
—Elisabeth no fue quien lo hizo.
— ¿Qué se supone que te hace creer eso cuando el mundo entero lo vio en televisión en vivo?
—La amo y yo sé en mi corazón de quién me enamoré.
—Ella te vendió, no solo a su canal para quién sabe qué, también a esa horrible revista donde redactó todo. Y si la amas tanto, tienes que reconocer que esa era su voz en muchos de los diálogos ¿Por qué habló tan mal de ti? ¡Con burla!
Miro hacia el mesón frente a mí. Sé que durante el documental hubo muchas palabras de parte de Elisabeth, era su voz, no me atreví a preguntarle por ello, y es ese uno de los detalles que hacen que todo sea tan confuso.
Yo quiero creer en ella, pero hay tantas señales enloqueciéndome. Señales que no me dejan ignorar.
Discretamente Corine carga a Lucas y nos deja a solas dándose cuenta de que esta es una conversación totalmente seria y delicada. Mamá se acerca y acaricia mi mejilla, hay tanto amor y preocupación en su mirada.
—Paul, ya una vez fuiste lastimado, por favor, no quiero que lo hagan de nuevo.
—Yo la amo.
—Si un amor te destruye, entonces no es el indicado.
Pero Elisabeth no me destruye, ella me dio tantos buenos momentos que no parece idóneo olvidarlos por este horrible suceso.
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