— ¿Qué?
Sacudo mi cabeza saliendo del trance mientras salgo de su agarre y trato de poner distancia entre mi potencial droga y yo.
»No caeré de nuevo en el juego de besos y luego tú ya no serás soltero.
—No es el caso.
— ¡Ajá! Claro, Pally Bunny.
—Golpe bajo llamarme de ese modo tan horrible— camina hacia mí y lo evito. Ridículamente, estamos jugando al gato y al ratón.
— ¡Dios! ¿Es que Alex siempre tendrá la razón? Dijo que creerías que estaba despechado.
—Alex es muy sabio entonces.
— ¿Por qué no le seguimos la corriente mejor a Ed?
— ¿Qué dijo Ed? — intenta rodearme y lo esquivo, resopla pareciendo entre divertido y frustrado.
—Que debíamos matar nuestra tensión sexual encerrándonos en tu casa y estando sin ropa. Aseguró que Nicole es pasado y Elisabeth es presente.
Bueno, me agrada Eddy. Piensa como un tipo genial, pero...
— ¿Qué quieres de mí? Se supone que me odias.
—Yo no te odio.
—Bueno, odias a lo que llamas mi alter ego.
—Falso, nunca dije que lo odiase.
—Tú...Tú ¿Qué quieres?
—Quiero seguir besándote, por supuesto.
— ¡Oh, Dios mío! ¿Estás drogado?
—No. Solo soy un hombre actuando como un adulto porque está cansando de luchar ¿No estás tú cansada, Elisabeth?
— ¿De qué?
—De caminar uno alrededor del otro.
—Pues ahora que lo dices literalmente me estoy cansando de caminar para que no me atrapes.
Se ríe pasando ambas manos por su cabello con ondas y eso totalmente me distrae, cuando menos me lo espero me atrapa entre sus brazos y yo hago esta cosa que hago mucho con mis chicos del programa cuando me agarran y no quiero.
— ¡Suéltame sucio hijo de mierda! ¡Si no me sueltas te cortaré las bolas de perro! Cara de salchicha flácida sin cocinar, te maldigo con una mordida de pene cuando te la chupen y...
— ¡Vaya! ¿Qué carajos Elisabeth? — Se ríe— ¿En serio todo eso salió de tu boca?
Mi rostro se sonroja. Son cosas que aprendí de papá cuando veía el fútbol y se molestaba, claro, aprendí muchos otros insultos por mi cuenta y creatividad, a Dexter le encanta escuchar todo mi repertorio de Elisabeth enojada.
—No, yo no dije eso, fui poseída en el momento en el que me atrapaste.
— ¿Poseída, eh? — se ríe otro poco más— ¿Y qué clase de maldición es esa? ¿Eres tan cruel?
—Enloqueciste y te fumaste una muy buena.
—Por supuesto. Me drogué con un buen beso.
— ¡No! Cállate. Aléjate con tus palabras de escritor caliente.
—No seas ridícula— frunce el ceño—. Tengo que estar bien loco para estar interesado en alguien que dice estupideces.
—Cara de culo de mono, imbécil...de pene de...
— ¡Dios mío! ¿Cuán sucia se puede poner tu boca cuando te molestas?
—No es cuando me molesto— me defiendo—. Es cuando pierdo el control. Nunca me encontrarás diciéndole esto a Kevin aun cuando me hace enrabietar.
Da grandes pasos hacia mí y toma mi barbilla en sus dedos. No hay manera en la que no quede atrapada por esa mirada profunda y determinada.
—Voy a enloquecerte como Paolo lo está haciendo con Elizabeth. Veo que eres una mujer de hechos y no de palabras. Muy bien Elisabeth. No me importa si debo enloquecerte a ti y tu alter ego, o a la loca de los correos. Cuantas creas que sean tus facetas o tus personalidades, enloqueceré a cada una de ellas, luego cederás y entonces estaremos haciendo cosas mucho más productivas y significativas que escuchar tu maldición de bruja odia penes.
Oh.
Dios.
Mío.
Mis bragas. Mis pobres bragas no tienen salvación.
Agradezco a la fuerza de voluntad que me mantiene de pie porque esto era para acabar en el piso. Ha sido una fuerte declaración.
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