No más palabras romance Capítulo 49

Ve hacia mi pecho y sonríe justo antes de posar su mano sobre mi pecho por encima del sujetador. Enarca una ceja.

—Esperaba encaje.

—No necesito usar encaje todo el tiempo para seducir... Y justo hoy decidí ir por algodón.

Ríe antes de presionar su mano sobre mi pecho haciéndome gemir para luego volver a besarme. Si este es un sueño sucio y húmedo, yo no quiero despertar.

Tanto la mano que sostiene mi muslo como la que se encuentra sobre mi pecho presiona y se siente maravilloso. Se impulsa hacia adelante con sus caderas y oficialmente Paul Coleman y yo nos estamos frotando en zonas estratégicas que involucran hacer un desastre en mis pobres e indefensas bragas.

Tiene un ritmo hipnótico para mover sus caderas contra las mías, presionando su muy destacable miembro contra el vértice entre mis piernas.

Saco mi otra mano del bolsillo de su pantalón para adentrarla bajo su camisa y clavar mis uñas en la parte baja de su espalda. Gime y se presiona con más fuerza contra mí. Mi mundo da vueltas.

Soy consciente que en este solitario lugar solo se escuchan nuestros jadeos, gemidos y respiraciones entrecortadas. Deja de besarme para guiar sus labios de vuelta a mi cuello. Su barba incipiente rasguña mi piel y me encanta. Creo que su mano se cansa de tocar el sujetador y decide adentrarse debajo la copa. Me estremezco y mi pezón muy feliz se pronuncia ante el contacto de su palma.

No deja de crear fricción entre nosotros meciendo sus caderas contra las mías. Puedo sentir lo tenso que está mi cuerpo y las muchas partes que hormiguean. La palma de su mano acaricia la cima fruncida de mi pecho por debajo de la copa y muerde mi cuello.

¿Cómo con un clima tan frío puedo estar sintiendo tanto calor? Respuesta fácil: Paul Coleman.

—Oh, Dios mío— dejo escapar cerrando mis ojos. No puedo creer que estoy a instantes de...

Se presiona un par de veces más, aprieta mi pecho, gimo y mi cuerpo se estremece. He tenido un orgasmo frotándome y siendo manoseada por Paul. Respira contra mi cuello mientras su propio cuerpo se estremece.

No puede ser.

Mierda.

¿Qué se supone que ha sucedido? ¿Qué carajos? ¿Cuándo deje la Tierra y me fui a un paraíso de los orgasmos?

Nunca. Nunca en mi adolescencia hice la cosa de frotarse con ropa, no le encontraba lo divertido, pero frotarse con Paul ha sido ir a otro nivel.

Mantengo mis ojos cerrados tomando cortas respiraciones. Siento como si hubiese corrido un maratón, y una ola de calor. Mi cuerpo ha transpirado totalmente. La respiración de Paul contra mi cuello desaparece y pienso que va a alejarse, pero entonces me sorprende dejando besos suaves por mi mejilla hasta llegar a mi boca y darme un beso calmado y corto.

Su mano sale de mi sujetador y poco a poco baja mi pierna. Noto entonces lo incómodo que era la posición para mí y me cuesta tener equilibrio. Decido abrir mis ojos y me encuentra con los suyos.

Sus labios están hinchados, su cabello es un desastre y sus mejillas están muy sonrojadas. La imagen del Paul post-orgasmo. Yo he de lucir peor.

Mi cuello se siente irritado por su barba.

Mi espalda aún se mantiene contra la pared porque si me despego me caigo. Paso una mano por el suéter y tomo una profunda respiración.

— ¿Mucho? — pregunta pareciendo dudoso.

—Eso definitivamente no fue poco.

Sonríe pareciendo aliviado. Supongo que estaba esperando que me diera un ataque de locura. Pero no tengo nada de qué quejarme y esto ha ocurrido por los dos. No me obligó y no lo obligué. Ambos hicimos que sucediera.

Bajo la vista hacia la parte delantera de su pantalón y noto cierta evidencia.

Río.

—Pareciera que te hiciste un poco de pis.

—Gracias, es lo que me gusta escuchar luego de tener un orgasmo con mi bóxer y pantalón puesto.

—Ya, claro.

—Y saciada.

—Cállate— río, comenzando a caminar, aun sin creerme lo que ha sucedido.

Me alcanza y su mano toma la mía. Siento como entrelaza nuestros dedos.

—Me gusta cómo avanza esto.

No le respondo, pero a mí igual. Me hace perder la cordura y sentir más de lo que espero. Cuando llegamos al estacionamiento, nuestros amigos se encuentran ahí. Ágatha me guiña un ojo, pero el resto finge no tener idea de nada de lo que pudo haber pasado.

— ¿Vienes con nosotros, Elisabeth? — pregunta Valeria antes de bostezar.

—Nosotros la llevaremos— responde Eddy—. Transporte Alex está listo para dejarla sana y a salvo, niña buena.

—Valeria— ella suspira como si se diera por vencida—. Un placer haberlos conocido.

—Y eso que es un placer tranquilo. Hay otros tipos de placeres— asegura Eddy con seriedad, pero luego la esquina de su boca se alza en una sonrisa ligera.

—Los espero en el auto— dice con rapidez Valeria subiendo su vehículo.

Harry ríe estrechando las manos de ellos y luego dándome un abrazo.

—Eres una chica mala ¿Eh? — Susurra contra mi oído haciéndome reír— Avísame cuando llegues a casa, nunca se sabe si estos resultan tener una vena de maldad.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: No más palabras