—Lo haré.
—Fue divertido, espero podamos hacerlo en otra oportunidad— dice Ágatha riendo. Lleva muchos tragos encima—, Y Paul ¡Joder! Te sabes mover, si escribir no sigue funcionando, puedes dedicarte a las noches de karaoke.
—Tú también podrías hacerlo chica lasciva. Te luciste cantando y bailando— la felicito.
Intercambiamos un par de palabras más y luego cada uno sube a su transporte. Paul se acerca mucho a mí y no puedo evitar recargar mi cabeza de su hombro.
— ¿Pueden dejarme en casa de papá? Así no haré doble viaje al despertar.
—Claro— responde Paul antes de darle la dirección a Alex.
Durante el viaje estoy en silencio, creo que el que mi cuerpo esté saciado le permite en mi cabeza no dar tantas vueltas, aunque el muy codicioso aún está esperando que haya más. Más acción y menos ropa.
Ellos conversan de temas al azar y algún proyecto de Eddy que no logro entender. Demasiado pronto se detienen frente a la casa de papá. Me despido y cuando bajo, Paul me sigue.
Abro la puerta de la casa y me giro hacia él.
—Debería darte tu suéter, pero no quiero.
—Quédatelo, luego podemos fingir que voy a tu casa a buscarlo.
—O puede dejármelo y usar eso solamente cuando me toque— su boca cae abierta y yo río—. Estoy bromeando.
O no.
»Gracias por mostrarme un poco de la diversión que Elizabeth y Paolo están teniendo.
—Ha sido todo un placer.
—Literalmente—agrego. Baja su rostro y antes de siquiera darme tiempo me da un beso rápido.
—Ten dulces sueños, Elisabeth.
—Igual tú, Paul.
—Créeme, los tendré.
Lo veo alejarse y subir a su camioneta. No se van hasta que entro a la casa y cierro la puerta detrás de mí.
Muerdo mi labio inferior luchando contra una sonrisa, es la mejor noche que he tenido en mucho tiempo. No sé qué me espera en lo que sea que está sucediendo entre Paul y yo, pero me encanta sentirme así.
Siento de todo menos aburrimiento.
Y la piedra a la que llamo corazón está latiendo locamente esperando por un poco más de esto. Todo está cambiando.
No sé si estoy preparada para ello, pero nunca he retrocedido ante lo desconocido o un reto. Aquí vamos.
Mi celular vibra.
Asunto: Pregunta rápida.
"¿Mucho?"
Sonrío y sacudo mi cabeza antes de responder.
Asunto: respuesta rápida.
"Definitivamente, me sigue pareciendo poco."
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Despierto sobresaltada y riendo cuando siento cosquillas en la planta derecha de mi pie, solo para encontrarme a papá en el extremo del sofá observándome con una pequeña mueca que es el indicio de una sonrisa.
—Mi deber de padre me obliga a despertarte para que comas algo y te des un baño.
Bostezo y me estiro como toda una perezosa, papá frunce el ceño antes de rodar sus ojos. Río y me estremezco cuando mis pies tocan el piso sumamente frío.
»Son la una de la tarde. Pedí comida italiana. Amber se fue hace dos horas.
Ahora, ve y date un baño para que almorcemos.
—Como ordene, mi general.
Me pongo de pie, camino hasta él, beso su frente de manera sonora y corro hacia el baño tomando una toalla en el camino. Mientras me baño trato de no pensar y recordar el momento que Paul y yo compartimos hace apenas unas horas. Solo de pensarlo mi cuerpo se estremece.
Me encargo de lavar mi cabello y cuando me siento lo suficiente limpia y relajada, salgo. Por suerte recordé traer hace un par de semanas ropa para pasar los fines de semanas con papá, así que está vez cuando vuelvo a la cocina visto un decente pantalón de algodón con una camisa mangas largas.
Sonrío viendo que papá ya se ha encargado de servir nuestros platos de comida, le gusta sentirse útil y muchos de los utensilios se encuentran a su alcance en la cocina. Apenas tomo el primer bocado me siento maravillada.
—Se metió en problemas y fui a ayudarla, todo lo que hizo fue ser grosera conmigo y con quien me acompañó a ayudarla. Cuando llegamos donde Edgar dijo cosas que simplemente no estaban bien y más que ofenderme, me hirió. Dijo algo que me dolió mucho y en mi defensa simplemente la abofeteé.
»Nunca le había puesto un dedo encima a Elise, papá, lo sabes, pero no podía dejarla pasar por encima de mí de esa forma. Fue humillante y terrible que dijera eso frente a otras personas y que me lo dijera con tanta sinceridad. Nunca les he hecho nada malo, y aun así ellos siempre parecen ansiosos de lastimarme.
—Eli...
—Así que decidí no ayudarla más con su matrícula de la escuela y les dije que no quería entenderme más con ellos. Básicamente, les he quitado el habla.
Papá permanece en silencio viendo hacia un punto indefinido. Parece triste y me molesta que esta sea la razón de su tristeza.
—Tu mamá y yo queríamos tener muchos bebés para que nuestros hijos nunca se sintieran solos y supieran lo importante que es la familia. Teníamos todo el amor para dar a tres niños y a veces me pregunto en qué fallamos. Qué no les enseñamos para establecer un vínculo fuerte de hermandad.
—Ustedes no fallaron, papá. Nos criaron muy bien, crecimos y tomamos nuestras decisiones.
—Eres una buena chica Elisabeth, veo eso y te esfuerzas en llevar más de lo que puedes soportar. Lo que a ti te sobra en bondad a ellos les sobra en egoísmo y me pregunto en qué fallé. Los crié a los 3 por igual...
De hecho Elise siempre fue más sobreprotegida, pero eso nunca me molestó o me hizo sentir menos querida.
»No puedo obligarte a cambiar de opinión si no lo deseas, pero son mis hijos y tampoco dejaré de quererlos— hace una mueca—. Eres quien siempre está a mi lado Eli y me siento afortunado por ello incluso aunque a veces resultes todo un fastidio, pero también los críe a ellos y cuando eres padre, incluso cuando tus hijos se equivocan, aun te queda la fe de que encuentren su camino y quieres ayudarlos a enmendar sus errores. Un padre nunca le cerrará puerta a sus hijos, al menos yo no.
—Lo sé, y no te estoy presionando a tomar un bando o dejar de quererlos. Independientemente de lo que pase entre nosotros, ellos son tus hijos y eso lo respeto—incluso aunque no lo merezcan—. Solo quería dejarte fuera de este problema.
»Por ahora esa es la situación, quizás más adelante, en otra situación, las cosas sean diferentes. Pero en serio, no debes preocuparte por esto, papi.
—Es fácil pedirlo.
—Será mejor que levantes ese humor.
— ¿Por qué?
—Porque Sabrina viene en un rato.
— ¿Por qué? —frunce el ceño.
—Porque me gusta que te rodees de personas geniales, además de que eso te obliga a socializar.
—Muy bien jugado, Eli, bien jugado.
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