No más palabras romance Capítulo 52

—Hola, Elisabeth

Termino de aplicar mi pintura labial y volteo encontrándome con Alaska, la dulce hermana de Joseph. De inmediato sonrío y mi sonrisa crece aún más cuando Drake, uno de los hermanos de Harry, aparece detrás de ella.

Me acerco saludando a Alaska y luego siendo absorbida por un abrazo de Drake. Estos hermanos de Harry no tienen nada que envidiarle a su hermano.

— ¿Qué hacen acá?

—Una amiga cumple año y va a celebrarlo en un local— responde Alaska, luego señala a Drake—. Él es solo un metiche acechando.

—Error de explicación—asegura Drake frunciendo el ceño—. Su hermano, Jack, me encargó verificar que Aska llegara a salvo y vigilar que todo estuviera en orden, puesto que Aska ahora parece estar interesada en chicos.

— ¿Y es que antes me interesaban las chicas?

—Bueno, no vi que escribieras ninguna historia de una chica. Todo lo que leí fue sexo caliente entre hombre y mujer escrito por ti.

— ¿Qué? — pregunto divertida viendo las mejillas de Alaska sonrojarse.

— ¡Ya deja de estar divulgándolo! Puedes irte, Joseph puede llevarme a la fiesta.

—Me parece que tu petición va a ser denegada, Aska— Drake me sonríe—. Aska es escritora.

—No lo soy.

—Bueno, escribe novelas y tiene ahora una respetable cantidad de lectores. Creo que se hará famosa.

— ¿Y esas novelas tienen sexo? — pregunto.

—Y caliente, a veces un poco lascivo si pensamos en la escena del baño, pero muy ardiente— asegura Drake.

— ¿Y en qué te inspiras? — pregunto a Alaska y ella tartamudea. El ceño de Drake se frunce.

— ¡Oye! Es verdad ¿Cómo es que estás escribiendo de sexo? — entrecierra ahora sus ojos como si alarmas sonaran en su cabeza.

—Iré a ver a Sabrina.

Veo a Alaska al igual que Drake mientras ella prácticamente huye de mi camerino. Luego enarco mi ceja hacia Drake que tarda unos largos segundos en volver su atención a mí.

— ¿Qué?

—Entonces ¿Estamos esperando a que sea mayor de edad?

— ¿De qué hablas?

—Bonita manera de unir a la familia Gil y Hans— le guiño un ojo.

—Calma tu locura, mujer hermosa.

—Vale.

Me mantengo viéndolo con fijeza y por alguna razón eso lo hace reír por lo que termino sonriendo.

» ¿En dónde dejaste a tu copia no tatuada?

—Dawson estudia para un examen.

—Dawson es el bueno.

— ¿Estás insinuando que soy el mellizo malo?

—No. Nunca haría eso. Eres muy bueno, tan bueno que espero que cuides muy bien de Alaska en esa fiesta, no cualquiera se encarga de eso ¿Verdad?

La observa con curiosidad y diversión, luego devuelve su vista hacia mí.

Este chico tiene 19 años, pero aparenta al menos un par más. Es un modelo que durante el último año ha resultado una joya valiosa, de los más deseados actualmente.

—Nunca pensé que mi futura esposa sería una adicta a la tecnología— deja caer con una mano bajo su barbilla. Ágatha deja de escribir y alza la vista.

— ¿Ah?

—Ni tampoco esperé que ella tuviera ojos impresionantes. Creo que estoy escribiendo en mi mente las cualidades de mi futura esposa.

Ágatha me observa como si esperara que yo le explicara lo que sucede, pero me encojo de hombros igual de perdida que ella.

» ¿Y cuál es el nombre de mi futura esposa?

—Bueno, creo que esa eres tú— asiento hacia Ágatha. Ella ríe.

—Buen chiste, en otra vida corazón. En está ya estoy con Garrett y en mi área hablamos mucho de ti. Muchas citas, pocas novias y 19 años. Ya no salgo con adolescentes.

—Alguien tendría que decirte que la edad es solo un número. La sabiduría y madurez debería medirse, por lo que llevas aquí—señala su cabeza—. Una pena que te vayan los estereotipos, rumores y te fijes en los números antes de conocer a alguien— se encoge de hombros.

»Mi futura esposa no tiene esa cualidad. Creo que me equivoqué, ahora, si me disculpan, creo que mi agente está haciendo señas para que me acerque. Ahora vuelvo, Elisabeth.

Veo a Bastian retirarse con sus pantalones que caen perfectamente de sus caderas y que rozan hermosamente su culo. Ya te digo, no parece tener 19 años. Me giro hacia Ágatha que parece impactada y tiene las mejillas sonrojadas. Río.

—Creo que lo ofendiste. Los has llamado niño.

—Sin ninguna mala intención.

—Él no luce como un niño y no es que tú pudieras ser su madre— río—. Y maldición, él está bien bueno ¿A quién le importa la edad? Es absolutamente legal y lo suficiente dulce para haberte llamado su futura esposa.

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