— ¿Y con quién está? — pregunta Eddy mezclando pinturas, dejo de observar uno de los cuadros para observarlo.
—Dice que no quiere sentirse inútil, sin embargo Sabrina está con ella y cuando sea hora del programa casualmente me dejaré caer por allá.
—Lo tienes mal por ella ¿no?
—Es la clase de locura, descaro y deseo que no esperaba conocer.
—Me gusta, te hace sentir y no ser un jodido robot de hacer el bien; y lo más importante sacó a Nicole de tu vida.
—Tratas a Nicole como el anticristo.
—Lo es.
—Ella solo es una chica que siempre ha tenido lo que quiere, Eddy, por lo tanto está acostumbrada a tener todo lo que desea.
—Caprichosa. ¿Y crees que su capricho por ti terminó? —muerde un pincel mientras con sus dedos a la luz evalúa el color.
—Ella dice amarme, no se deja de amar de un día a otro.
—Sí, pues te diré lo que ella ama. Ella ama la idea de tenerte a su lado, no a ti. Eres otro juguetico para controlar.
—No lo sé, estuvo conmigo...
—Saca la cabeza del culo, Paul. Cualquier chica hubiese estado interesado en un chico gordo, eso no la hace un ángel, ella solo es una jodida manipuladora que se aprovecha de haber estado en el momento en el que se necesitó.
»Sí, vamos a darle las gracias porque hizo algo grande por ti, pero tampoco vamos a lamerle el suelo y darle sus caprichos por eso.
— ¿Están vendidos todos estos cuadros? —Cambio el tema.
—No, ni siquiera han sido vistos por otros.
—Quiero este. Se lo regalaré a Elisabeth, creo que ella sabe mucho de tu arte, las veces que ha ido a mi apartamento se queda viendo la pared que pintaste.
—Pero no le digas que soy yo.
—Lo sé. Eres anónimo, lo entiendo—río—. Dime cuál es el precio. Y sin precio amistad, sé cuán exclusivo y costoso se vende todo lo que pintas.
Dice un precio elevado con el que pretende asustarme, pero gano está ronda cuando todo lo que digo es:
—Hecho, te pagaré ahora mismo.
—Joder. Está vez me ganas.
————
Cuelgo la llamada de Liam con una de sus tantas preguntas existenciales.
Liam es un buen chico, un poco extraño y curioso, pero un excelente chico que parece siempre verme como la solución a sus problemas o preguntas.
Camino hasta mi habitación en busca de mis zapatos porque seguramente Elisabeth ya se encuentra sola y aunque garantice que ella sola puede cuidarse no tengo ningún inconveniente en estar con ella.
Me gusta estar con ella.
Suspiro cuando veo muchas hojas en el suelo de mi habitación, simplemente no puedo evitarlo. Mi celular vibra en la mesita de noche pero un vistazo me hace saber que se trata de Nicole, y realmente ahora no me apetece que discutamos, que ella llore y me saque todo en cara.
Me decido por recoger cada hoja y arrojarla a la papelera al lado de mi cama que parece estar demasiado llena. Me siento en mi cama y tomo los zapatos, pero en última instancia decido enviarle un correo a Elisabeth.
No importa si tenemos nuestros números o si de hecho comenzáramos a seguirnos en las redes sociales, parece que Gmail siempre será lo nuestro.
Y me sorprende, me sorprende saber que hay un lo «nuestro».
Asunto: por favor.
"Dime que aun te encuentras respirando. Conseguí un enfermero para ti...
Considerado, Paul."
Mientras me pongo los zapatos su respuesta llega y sonrío al leerla.
Asunto: Re: por favor.
"Sigo respirando y muy bien.
NO NECESITO UN ENFERMERO.
Espera...
¿Es un enfermero caliente?
Agradecida de su consideración, Elisabeth."
Asunto: Re:Re: por favor.
"Luce...
¿Cómo yo?
Paul."
Asunto: ¡Sí!
¡Que ese enfermero venga para acá ahora mismo!
—Ellos no hicieron lo que yo hice por ti.
—Yo no te lo pedí.
— ¡Paul! Nunca más digas algo así—sus ojos se humedecen y quiero retractarme.
—Lo siento, tienes razón, estoy agradecido que lo hicieras Nicole, de verdad, pero ¿Qué es lo que quieres? ¿Qué me arrastre? Estaré eternamente agradecido contigo, pero no es necesario que siempre me lo recuerdes, sé muy bien todo sobre mi pasado.
—Lo que yo hice ella jamás lo haría.
— ¿Cómo lo sabes? ¿Piensas que valgo tan poca cosa para que Elisabeth solo me diera la espalda si la necesitara?
—No, no, tú ahora vales mucho pero...
— ¿Ahora? Cierto, antes yo no valía nada ¿no? O quizá valía pero muy poco ¿Cierto, Nicole?
—No uses mis palabras en mi contra.
—Uso lo que me das—paso las manos por mi rostro—. Nicole, hemos terminado, estoy interesado en otra persona y no te dejé por ella, terminé con nuestra relación porque no estaba funcionando, solo te daba una parte de mí, te daba lo que esperaba te gustara.
»Merecemos relaciones que nos hagan sentir y entregarlo todo. No vamos a volver, por favor, no te lastimes más. Te quiero y aprecio mucho, pero todo tiene un límite.
—Te merezco a ti.
— ¿Estás escuchando siquiera lo que estoy diciéndote?
—Ella no va a ser yo.
—Nicole...
—Tú y yo es lo destinado.
—Dame las llaves—extiendo mi mano y ella deja caer la llave, camino hasta la sala.
—Paul, por favor.
—No hagas esto Nicole, de verdad, solo déjalo. No me gusta lastimarte.
—Entonces vuelve conmigo.
—No.
— ¡Paul! — toma mi rostro con sus manos y cuando veo sus intenciones de besarme tomo sus muñecas para retenerla. Endurezco mi rostro.
—Nicole, ya basta. Entiéndelo, terminó.
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