No más palabras romance Capítulo 76

Sonrío y me acerco bajando la cremallera de su suéter el cual le saco, saco el dobladillo de su camisa de su pantalón antes de desabrochar el botón y bajar el cierre. Ríe y me recuerda que debe quitarse los zapatos, así que pacientemente espero a que saque sus zapatos junto a sus calcetines.

Cuando está en su camisa de algodón azul y bóxer color gris lo invito a acostarse en mi cama lo cual no duda en hacer. Nos acostamos boca arriba con la vista enfocada en el techo.

—Cuando tenía trece años recuerdo que fuimos a una tienda—digo después de un silencio—, Elise se antojó de algunas pegatinas de estrellas y lunas, ya sabes, esas que brillan en la oscuridad. Le compraron un montón de ellas, tantas que ella no quiso pegarlas todas en su habitación.

Así que ella decidió que debían ser puestas en mi habitación. Me negué mucho, pero finalmente su llanto y fastidio acabó por convencerme.

» ¿Sabes que me di cuenta esa noche cuando apagué las luces y me acosté a dormir?

— ¿Qué?

—Que era una vista preciosa para tener antes de dormir. Como creer que tenía el cielo en mi propia habitación, además ya todo no era oscuro y me distraía contando cuántas pegatinas habían además del patrón en el que fueran puestas. Eso le dio un toque a mi habitación.

»Hace 3 años cuando decidí mudarme, las primeras semanas me las pasé viendo el techo y pensando cuánto extrañaba esas estrellas y lunas antes de dormir, y planteándome si podría proponerle a Elise recrear el momento, que quizá eso nos uniría de nuevo.

— ¿Lo hiciste?

—Sí—suspiro—, se quejó de que ella no era una niña y no hacía esas tonterías, que hiciera con mi casa lo que quisiera. No fue la única vez que intenté reconstruir entre nosotras de nuevo un vínculo, pero ella me rechazaba, entonces aprendí a devolverle los golpes y demostrarle que me valía mierda su actitud.

—Pero dolía.

—Mucho. Me sentía excluida y atacada. Cualquier cosa que yo hiciera era suficiente para ser criticada y rebajada. Aprendí a fingir ser fuerte.

—No lo finges, lo eres.

Me giro y me acerco hasta descansar mi cabeza sobre su pecho, él pasa un brazo sobre mi espalda y otro juega con mi cabello. Es tan cómodo, tan natural y encantador.

—Elise me atacó, Paul. No dejaba de repetir una y otra vez cuánto me odia. Podría denunciarla, pero ¿Por qué incluso siento la necesidad de ayudarla con lo que luce como problemas? Pueden decir que no me ha dado razones para amarla, pero pensar en esa niña que vi crecer desperdiciando sus vidas en las drogas, violencia o cualquier otro aspecto negativo, me aprieta el corazón.

»Pueden decir que mi corazón es piedra, pero no es una piedra fría. Esa piedra también siente.

—No creo que tengas una piedra por corazón. Eres la mujer más apasionada que he conocido. Apasionada con su trabajo, con lo que se propone, con sus ideales, con sus intentos y con su relación. Alguien que es así de apasionado no puede tener una piedra por corazón.

»Nadie tiene que decirte cómo sentirte, Elisabeth. Puede que algunos no estén de acuerdo con tu percepción, pero son tus sentimientos, tus emociones y nadie más que tú tiene derecho sobre ello. El amor no es una cosa que desaparece en un parpadeo, si la amabas ayer, la seguirás amando hoy hasta que un día, quizá, el sentimiento no esté tan latente o simplemente seguirás amándola pero entonces hacerlo no te dolerá tanto o destruirá.

—No quiero que me destruya. No puedo dejarla hacerme esto, pero no quiero que tampoco se destruya a sí misma. Quiero ayudarla, siento que ella está cayendo en un hoyo.

—No puedes obligarla a aceptar tu ayuda, puedes ayudarla hasta donde ella te lo permita. No puedes salvar a alguien que no pide ni desea ser salvado.

—Eso es bastante profundo de decir.

—Me lo dijo alguien una vez.

— ¿Quién?

Juega con mi cabello y pienso que quizá prefiere no responderme, pero entonces me acerca mucho más a su costado.

—Mi psicólogo a los 17 años. Sí, vi un psicólogo...Bueno, varios, luego de toda la mierda mala del colegio y no me opuse o al menos no al final. Sabía que lo necesitaba.

—Ver un psicólogo no significa estar loco.

—Lo sé. Aprendí que ver un psicólogo es tener una mente lo suficiente fuerte para reconocer cuando necesitas ayuda y ser escuchado.

—Es un buen razonamiento. Tuviste una adolescencia dura, Paul.

—Pero eso me hizo el adulto que soy ahora.

—Y supiste manejarlo.

—No siempre. No siempre se puede ser bueno, en algún momento de nuestras vidas pensamos o actuamos de la forma equivocada.

—El ser humano esta corrompido ¿No?

—Sí, supongo que eso no está mal, no mientras aprendas de ello y avances.

—Esta se ha vuelto una conversación muy seria—alzo mi mano y acaricio su barbilla sintiendo su barba picar en mis dedos.

—Pero ¿Te ha hecho sentir mejor?

—Definitivamente sí, y me gusta esto.

— ¿El qué?

—Acurrucarme con un sexy escritor que huele de maravilla y es tan cómodo para ello.

—A mí también me gusta.

De nuevo permanecemos en silencio, sus dedos juegan con mi cabello y los míos acarician su barba incipiente. Como si hubiésemos hecho esto toda la vida.

— ¿Harías película de tus libros si lo propusieran?

—De hecho...

— ¿Qué?

—Hace un par de meses firmé para ceder los derechos de autor de «Mentiras disfrazadas» para una serie.

—Oh, Dios mío—levanto mi rostro y beso su barbilla— ¡Felicidades! Es uno de los libros de ti que leí y es increíble.

—Pensé que era solo un escritor palurdo que vendía por lucir como modelo de ropa interior.

—Una chica puede cambiar de opinión. ¿A quién escogerías para los personajes?

—No te lo diré.

—Eso es injusto. Puedo sacarte la información...Cuando mi cuerpo no duela.

—Entonces esperaré muy gustoso para esa persuasión.

— ¿Cuál es tu cosa favorita de escribir?

—Es una pregunta complicada. Me gusta todo de ello ¿Cuál es tu parte favorita de animar?

—Sentir como que hago magia. La belleza de estar ante miles de personas a través de una cámara. Saber que tengo dominio sobre lo que hago y que esas entrevistas aunque algunos lo vean innecesario o no importante, dan respuesta a personas que admiran a quienes la responde.

»No lo sabes, pero a veces las respuestas que a muchos les parecen estúpidas, en algún lugar del mundo, hacen sonreír y modificar el mundo de otra persona. Es cuestión de perspectiva.

—No lo había pensado de esa forma.

— ¿Si es cierto que hace unos años saliste con Siena Milan?

—Sí, por unos meses.

—Ella es una fotógrafa fantástica y una mujer agradable.

—Lo es, también es una buena exnovia que no quiere cortar mi cuello y con quien puedo tener encuentros civilizados y amigables en eventos públicos.

—El tipo de exnovia que todo chico debería tener.

— ¿Qué hay de ti?

—Hay muchos rumores de mí—río—. Fui novia por unos pocos meses de Cristian, tuve un par de citas con Ben Groovy, coqueteé mucho con Logan Till y salimos un par de veces a citas que fueron una confirmación de no ser compatibles, fui novia por apenas dos meses de Cameron Tayler y tuve el peor encuentro de mi vida con el periodista Jim. Supongo que me han vinculado con muchísimos más por solo salir a tomar un café o coincidir en fiestas, pero solo fueron eso: chismes.

-----

— ¿Dónde has estado? ¿Por qué no viniste antes y solo hablabas conmigo por teléfono?

Eso es lo primero que me dice papá cuando entro el sábado por la mañana a la casa. Estorbo olisquea mis pies antes de decidir que no le intereso y echarse sobre mis pies. Me quejo y como puedo salgo de su peso de perro obeso.

—Lo siento papá, pero te dije que estaba sintiéndome mal del estómago, pesqué algún virus.

Frunce el ceño y evalúa mi vestimenta. Llevo un jean roto en las rodillas, camisa mangas largas y de cuello ajustada. El tipo de ropa que casi nunca uso junta y mucho menos para venir a casa, pero necesitaba tapar las marcas de golpes que ahora se vuelven amarillas. Por suerte la de mi frente pude maquillarla y los laterales de mi cabeza así como el nacimiento de mi cabello no se notan. La venda de mi mano la justifiqué por teléfono alegando que me la doblé.

— ¿Por qué no has estado en el programa?

—Ya te dije, me sentía mal del estómago.

— ¿Y por qué no viniste? Como si nunca hubieses tenido diarrea y vómito en la casa en la que creciste.

—No podía salir—comienzo a impacientarme de que me haga estas preguntas a mí y nunca a mis hermanos cuando deciden aparecer—. Y ya, papá. No soy ellos. Si hubiese podido venir lo hacía, porque amo pasar el tiempo contigo, pero no pude. Lo siento, no me sentía bien.

Su ceño se relaja y mira hacia el suelo, me acerco a él, me agacho y beso su frente antes de abrazarlo.

—Te eché de menos, mi viejito gruñón.

Alguien se acerca arrastrando los pies, alzo la vista y encuentro a Amber una vez más siendo dramática.

— ¿Aun sin saber del amor de tu vida?

—Aun sin rastros de él, duele tanto.

—No, por favor. No vuelvas a sufrir en mi casa, sufre en la tuya—se queja papá haciéndonos reír.

Amber me da un breve resumen de los días que no vine, aun cuando me lo dijo por teléfono, y se va en medio de sus lamentos del amor de su vida perdido. Vuelvo mi atención a papá.

— ¿Vemos películas?

—Suena como un plan aburrido y patético, pero supongo que peor es no hacer nada.

— ¡Papá!

—Solo soy sincero, Eli.

La tarde de películas resulta agradable, disfruto del raro y acido humor de papá, y a cambio él se aguanta mis comentarios que buscan hacerlo reír.

Todo marcha bien hasta que pongo nuestra tercera película.

—Elise vino ayer.

— ¿Qué? —volteo a verlo de inmediato.

—Sí, limpias tus oídos siempre, así que escuchaste bien.

—Ella... ¿Te dijo algo?

No sé qué espero. Si una respuesta afirmativa que sé que lo hubiese lastimado muchísimo o una mentira que me lastima a mí.

—No, solo se sentó a mi lado en el sofá, se acurrucó y no habló ¿Crees que le sucede algo? Me preocupa, Elise cada vez es más diferente y luce como si necesitara ayuda. Quiero ayudarla, quiero que esté bien.

—Yo...

Por un momento siento que lo voy a decir todo, pero cuando me mira expectante con ojos ilusionados. Callo.

»Averiguaré que todo esté en orden, verificaré que Elise esté bien.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: No más palabras