—No tengo por qué lidiar con los berrinches de tu exnovia.
—Lo sé. No me gustaría lidiar con ningún ex tuyo.
— ¿Por qué se cree tu dueña? Ella habla de ti como si fueras su creación, como si le debieras el mundo. No voy a juzgarte Paul, solo quiero saber más sobre por qué tu ex viene a querer decirme todas esas cosas.
Respira hondo, antes de con su taza de café rodear la mesa hasta sentarse a mi lado en el largo asiento acolchado. Soy más una mujer de café, pero en esta ocasión quise probar algún té que me relaje.
—Te dije que fui un niño obeso que sufrió acoso escolar.
—Lo sé, y espero haberte dicho que eso no te hace menos y que esos niños o adolescentes, eran unos imbéciles excrementos de monos.
—Insulto original.
—Tengo un amplio repertorio.
—Lo apuesto—suspira—. Algunas cosas fueron muy horribles. Cada cosa supongo que era un granito uniéndose al montón de tormento y dolor que fui acumulando. Comencé a sentir una de las cosas más feas que pueda sentir cualquier ser humano. Comencé a odiarme a mí mismo.
»Comencé a odiar ser obeso, comencé odiar que mamá siguiera alimentándome. Odié ser bueno en las tareas porque eso lo empeoraba, comencé a odiar a mis amigos porque ellos no tenían que lidiar y sufrir lo que yo vivía. Me convertí en un adolescente lleno de odio. Y odiaba que Nicole me diera su atención porque entonces los otros lo encontraban aún más burlesco y odiaba no querer como novia a la única chica que parecía tan empeñada en tenerme.
—Ella me desagrada, pero admito que el que no le importara lo que el resto decía dice algo bueno de ella—soy lo suficiente sensata para admitir eso, no le quitaré eso.
—Lo sé. Y era mi amiga, nuestras madres se conocían desde hace mucho. Ella también estaba ahí y lo agradezco. Pero no era la chica que yo quería.
— ¿Querías a alguien?
—Sí. Estaba loco por la hermana de uno de mis mayores acosadores. Una chica muy dulce e inteligente— frunce ceño a la mesa—. Así que comencé a hablarle y ella me encantaba aún más. Mi yo de 17 años se enamoró perdidamente de ella. De repente no me odiaba tanto, no odiaba la escuela, no odiaba mi vida ni muchos menos a mis amigos quienes estaban felices por mí.
»Sabíamos que su hermano era un idiota así que estuvimos en una relación secreta. No me importaba realmente, era mi chica.
—Me da un poco de celos como suena eso—finalmente eso lo hace sonreír, besa mi mejilla y luego acaricia el área con su nariz.
—Ahora tú eres mi chica.
— ¿Ah, sí?
—Sí.
Volteo mi rostro y dejo un beso suave en esos dulces labios que me encantan. Acaricio su barba incipiente con mi palma y él besa mi mano sobre la venda.
—Entonces no todo era malo.
—No, no lo era. Pero luego lo fue.
—No.
—Sí. Su hermano nos descubrió.
Trago en seco y bebo de mi té. Suena doloroso. Suena terrible enamorarse y exponerse a ese tipo de dolor. Nunca me ha asustado enamorarme, pero incluso yo puedo escuchar lo doloroso que parece tener un corazón roto.
—Yo creo que dejé que muchas emociones acumuladas me embargaran.
De repente me agobiaba que mis padres quisieran saber qué sucedía, porque pensaba « ¿por qué las personas que me trajeron al mundo me exponían a un mundo lleno de tanta crueldad?» Me agobiaba que mis amigos me quisieran defender porque pensaba que nunca me enseñaron a defenderme, siempre lo hicieron por mí.
»Me agobiaba que Nicole repitiera una y otra vez que ella esperaba que algo así sucediera, porque Abby no era ella, porque entonces me hacía preguntarme ¿Por qué entonces Nicole si decía quererme? Y me odiaba Elisabeth. Me agobiaba sentirme dentro de mi propia piel.
Acaricia de manera distraída detrás de su oreja, cuando voltea a verme luce avergonzado y triste.
—No te avergüences Paul, no era tu culpa.
—Hice que un auto me arrollara.
—Oh, Dios mío—llevo una mano a mi boca.
—Y todo lo que conseguí fue un yeso en mi pie y dos costillas magulladas. Me sentí aun peor mientras mamá lloraba ¿Y los que me molestaban? Dijeron que incluso no servía para suicidarme y que no entendían como entre tanta grasa pude lastimarme las costillas.
— ¿No viste luego un psicólogo?
—Sí, uno muy malo. A veces superas este tipo de sucesos, y otras veces solo vuelves a intentarlo. Me recomendaron medicamentos para la ansiedad y depresión, y eso solo lo volvió peor. Me sentía mil veces peor, ahora me sentía incluso extraño en mi propio cuerpo.
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