No más palabras romance Capítulo 86

Nos hace ir un poco lejos y luego aplaude antes de darme un toque en el hombro ¿Qué sucede?

— Recibí el correo de tu agente, buena movida. Eso te da un segmento de treinta minutos corridos ¿Estás de acuerdo?

— ¿Corrido?

—Sí, Stephen está buscando que día ubicarte. Organizaremos todo. Esa es la actitud que me gusta Elisabeth, ahí está la jovencita que contraté. Le diré a tu agente el día programado, sigue así. Y por favor, solo con tu agente trataremos esto, no tu publicista, podría arruinarlo—frunce el ceño viendo hacia el camerino vacío de Dexter— ¡¿En dónde está Dexter?!

Una vez más comienza a ladrar y se marcha. Decido escribirle a Karla, mi agente:

"Estoy un poco perdida sobre por qué Kevin me ama."

"Voy con prisa, Elisabeth. Solo déjate amar, mientras no moleste mejor."

Le respondo brevemente y sonrío cuando decido escribirle un mensaje a Paul.

"¿Cenamos en mi casa?"

"Delicioso"

Muerdo mi labio inferior ante su respuesta, paso por el camerino de Sabrina y aun parecen tener la discusión sobre encargar bebés. Río.

----

—Vamos a hablar, papá.

Apago la televisión y arrastro una silla frente a él, en respuesta enarca una ceja hacia mí y deja las manos sobre su regazo. Me intimida un poco su silencio, pero estoy cansada de esta cosa tensa entre nosotros, porque nosotros no somos así.

»No es justo, no es nada justo que me estés tratando con tal indiferencia cuando no te he hecho nada, cuando no le he hecho nada a nadie. Todo lo que quería era mantener tu corazón intacto porque si a mí me partió el corazón que mi propia hermana me lastimara, a ti te iba hasta destrozar el alma. Discúlpame si mi silencio te lastimó, pero no me juzgues por ello, cuando sé que tú has callado cosas también. Me duele y hace daño que pienses que quise lastimarte.

»No tienes idea de cuántas veces he querido llorar cuando me preocupaba porque no dejabas a nadie cuidarte. Cuántas veces me he preocupado de que no tengas esperanzas, de que solo veas las cosas malas ¡Mírame! Estoy contigo ¡Estoy aquí! Y tú solo quieres ver lo malo. No eres un inútil por estar en una silla de ruedas ¡Ya basta!

Me doy cuenta de que mis manos tiemblan y que hay humedad en mi rostro porque estoy llorando. Papá también derrama lágrimas, nunca le he gritado y nunca le dije todas estas cosas. Lo amo, pero nunca le dije cuánto me destruye cuando se deprime, cuánto me dolía cuando debía despedir trabajador tras trabajador porque él no quería intentarlo. Nunca me ha pesado cuidarlo y estar a su lado, pero no puedo decir que ha sido fácil intentar ayudar a alguien que se deja caer más veces de las que me deja ayudarlo a levantarse.

—Te amo, papá, pero yo no sé cuánto tiempo más puedo verte hacer esto de menospreciarte y no vivir. Cuando cortas tus alas, siento que debilitas las mías.

Estira su mano y toma la mía, la lleva sus labios y la besa para luego apretarla con fuerza en la suya. Hay muchas lágrimas en su rostro así como en el mío.

—Perdóname, Eli. Perdóname por lastimarte, por hacerte llorar. Fui bendecido con mis hijos, tú eres una joya y me parte el alma saber que te hago todo esto. He sido egoísta, no veía que te causaba todo esto, lo siento. Sé que la vida no me lo arrebató todo, pero he estado tan furioso con las circunstancias, con esta maldita silla que no supe ver que mi amargura te hacía daño. Perdóname, hija.

—Yo no quiero que me pidas perdón, yo quiero que vivas, papá. Eso es todo lo que yo quiero, quiero que lo intentes. Es todo lo que te pido, es mi único deseo. Por favor.

—Déjame abrazarte.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: No más palabras