No más palabras romance Capítulo 87

—No tiene que pedírmelo dos veces — de inmediato elimino el espacio entre nosotros y lo abrazo, incluso subo a su regazo como una niña pequeña mientras lo abrazo y lloro. Es la primera vez que me permito llorar frente a él y dejar ir todos estos sentimientos reprimidos en seis años.

»Lo siento tanto, Eli. Lamento hacerte daño, voy a hacerlo mejor, voy a intentarlo. Ustedes son mi razón de vivir, voy a hacerlo mejor, lo prometo.

—Todo lo que quiero es que estés feliz de estar vivo, que disfrutes de tu vida.

—Lo haré, cariño, lo haré. Te amo.

—También te amo, papi.

Reconozco entonces mi error. Mi error ha sido callar por tantos años que su actitud, la situación y las circunstancias, a veces me sobrepasaban.

Finalmente he hablado, le he dicho como me siento y sé que esto va ayudarnos. Era lo que necesitaba.

————

— ¿Cuáles son tus intenciones con mi hija?

— ¿En serio, papá? —doy un mordisco a mi hamburguesa sin culpa alguna porque hoy es mi día libre de la semana para comer como quiero.

—Son buenas, señor Dante.

— ¿Qué tan buenas?

—Lo suficiente buenas como para que hiciera el esfuerzo de comer mi comida una vez.

—Eso es tener muy buenas intenciones—razona papá comiendo de sus papas, Paul me sonríe—.Entonces ¿Ya no crees que crié a una niña estúpida y loca?

—No te dejes asustar, Paul.

—No estoy asustado, Elisabeth—se ríe—. Y sigo creyendo que su hija está un poco loca, pero me gusta, sobre lo de ser estúpida no se lo dije de ese modo, ella lo entendió de esa manera y se encargó de hacer campañas con eso.

— ¿Qué hay sobre haberme llamado sosa?

—Me retracto, no creo que seas sosa.

Y me da una mirada que me deja demasiado en claro que me considera de todo menos sosa y tengo que recordarme que mi papá está presente para no saltarle encima. Por primera vez no me aburro de una relación, no me canso del chico, ni se vuelve fastidioso. Por el contrario, cada vez quiero y deseo mucho más de Paul. No es algo que me asuste, es algo que me emociona porque parece que finalmente he encontrado lo que por mucho tiempo busqué.

Tomo una de sus papás y me sonríe ¡Dios! Me encanta tanto este hombre que estoy muy segura de que estoy viéndolo como una completa estúpida idiotizada ¿Así se siente enamorarse? ¿Es muy temprano para estar enamorada? Porque tengo la impresión de que eso es lo que me sucede.

— ¿Qué? ¿Por qué me miras así? —parece divertido.

— ¿Cómo?

—Como una idiota—responde papá—. Es vergonzoso realmente, estoy preocupado de que comiences a babear y ensucies mi piso.

— ¡Papá!

—Sí, creo que estás babeando un poco—Paul finge limpiar debajo de mi barbilla y frunzo el ceño—. Al menos te ves bonita mientras babeas.

—Ah, mira que agradecida me siento por ello. Solo por semejante ofensa debes regalarme tus papas.

—Casi lo logras, pero no.

Ambos reímos y luego nos observamos, creo que va a besarme, pero papá aclara su garganta y enarca ambas cejas hacia nosotros.

—Muy amable de tu parte. Lo siento, Paul, la realidad es que él adora a Amber.

—Y ella a él, creo que es masoquista.

—Bueno, algún día quiero nietos ¿Qué piensas de eso, Paul?

Paul abre mucho los ojos, ve de papá a mí y ¡Mierda! Yo me sonrojo y por un momento cruel me imagino haciendo rodar la silla de papá lejos de nosotros. La mirada de Paul se queda en la mía y me guiña un ojo.

— ¿Qué nombre quieres para nuestros hijos, Elisabeth?

Casi escupo mi comida, papá y él ríen encantados con su bromita y su jueguito, ruedo mis ojos pero contengo una sonrisa, porque, nunca esperé tener un almuerzo agradable un domingo con mi papá y mi novio.

Increíble.

Mucho después de comer y de conversar de manera agradable, papá se retira al jardín, está vez no se queda con la vista perdida en las flores que recientemente me encargué de que cambiaran ya que las antiguas como tantas otras se habían marchitado; papá se dedica a leer un libro mientras Estorbo permanece echado a sus pies. Los observo y sonrío, espero que nuestra conversación de ayer realmente funcionara.

Unos brazos rodean mi cintura desde atrás y eso me hace sonreír aún más.

—Pareces muy pensativa mientras lo observas.

— ¿Sabes? Nunca le dije cómo me sentía, cómo me afectaba su desmotivación, su falta de ganas de vivir y ayer finalmente exploté. Y yo siento que soy más ligera, quizá es tonto, pero pienso que ahora él podrá tener otra perspectiva de la vida.

—Ya te he dicho que no debes considerar que tus pensamientos son tontos.

Giro en sus brazos y lo observo. Creo que he desarrollado una obsesión por los labios de Paul, labios que ahora comienzan a besarme con lentitud y mucha humedad cuando su lengua barre mis labios. Me tomo el atrevimiento de morder la punta de su lengua y eso le sorprende, o quizá, lo que lo hace es el hecho de que mis manos van a su culo y le dan un delicioso apretón.

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