En este piso solo había cuatro puertas… y una salida. Respiré hondo para reunir valor y caminar hacia la más próxima a las escaleras.
La abrí lentamente y me saludó la oscuridad; mi piel se enchinó automáticamente y me preparé para saltar y golpear cualquier cosa que se moviera. A este punto, no me importaría golpear unas veces extra por asustarme de este modo.
Con una mano temblorosa busqué el interruptor de la luz, ¿No se supone que siempre se encuentra junto a la puerta?
Cuando por fin lo encontré, lo encendí de inmediato; archiveros y cajas, nada aterrador o amenazador que reportar. Solté el aire que no sabía que estaba reteniendo, apagué la luz y cerré silenciosamente.
Aun quedaban tres puertas más.
Las siguientes dos puertas eran más o menos iguales a la primera, un montón de papeles y algunas pequeñas mesas alrededor. No había sitio en donde alguien pudiera esconderse, así que no perdí tiempo en esas habitaciones.
Justo cuando llegué a la última, mi sentido de supervivencia se puso en alerta máxima. Di un paso atrás y saqué cuidadosamente el móvil rosa brillante para mandar un corto mensaje a Edson informándole que era probable que tuvieramos un cuerpo en el pasillo pronto: Mío o del intruso.
Después abrí la puerta rápidamente y algo oscuro fue directo a mi cuello.
Menos mal que los lobos eran previsibles y solo atacaban partes blandas del cuerpo, así que solo tuve que elevar un poco mi bastón y las fauces del animal mordieron la madera sólida. Utilicé el mismo impulso del lobo para arrojarlo contra la pared del pasillo.
Cayó con un golpe sordo.
Cerré la puerta a mi espalda por si había un segundo lobo y me giré para enfrentarme al animal… ¿Pintado?
¿Por qué m****a se pintaría el pelaje un lobo? Pensé.
Como sea, solo tenía que dejarlo inconsciente, yo no me encargaba de los interrogatorios.
Decidida fui hacia donde el lobo intentaba ponerse de pie; no creía que el golpe fuera tan duro pero ¿Qué sabía yo de construcción? Quizá la pared estaba reforzada o algo.
Justo cuando iba a molerlo a palos (nunca mejor dicho) el lobo se transformó y levantó una mano en mi dirección.
-¡Idiota! – Grité con indignación al reconocerlo.
-Dame un respiro, eso dolió como los mil demonios… ¡Auch! – Gritó Edson cuando lo golpeé en la cabeza con mi puño. - ¿Y eso por qué fue?
-Porque me diste un susto de muerte. – Dije golpeándolo de nuevo, ahora con el bastón. - ¿Qué m****a haces aquí?
-Solo digamos que me preocupaba… ¡Basta ya!- Dijo irritado quitándome mi bastón y arrojándolo lejos. Yo me crucé de brazos enojada. – Me preocupaba que no supieras exactamente qué buscar, así que decidí ponerte a prueba. No creerías que te dejaría un trabajo tan importante sin medir tus habilidades de detección, ¿O si?
-Jodido lobo loco. – Murmuré yendo por mi bastón. Tenía un punto excelente pero no lo admitiría. – Sigue así y pensaré que te gusta que te pateé el culo.
-Sé que es difícil de creer, pero no me lo patean tan seguido… m****a, ¿Estás segura de que eres humana? – Dijo lamentándose desde el suelo.
-Lo soy, solo utilicé tu propia fuerza para hacerte morder el polvo. – Dije un poco presumida.
Regresé a la habitación que no había investigado y encendí las luces. Este supongo que era el cuarto de descanso/oficina de las profesoras y que de aquí era el sonido de máquinas. Una cafetera al fondo, algunas fotocopiadoras y una gran ventana que daba hacia el edificio de a lado.
-Supongo que te colaste por ahí. – Dije en voz alta ante el Beta quejumbroso que seguía en el pasillo. – Espero que tu camino de pintura chorreante y la nueva decoración en esa pared no sea descontada de mi sueldo. – Dije señalando la pared en la que su cuerpo se había deslizado hacia abajo.
-No lo será. – Dijo divertido. – Pero te daré treinta dólares si dices que fuiste tu.
-Y yo te daré una nueva paliza si vuelves a intentar probarme sin previo aviso. – Dije lanzándole una mirada mordaz.
-No me quedan ganas de volver a sorprenderte, mujer.- Dijo levantándose por fin del suelo. – Bien, me iré más tranquilo. Puedes decirle a la señorita Anabel que atrapaste al intruso y te encargaste de él. Ella estaba enterada de que te iba a probar. – Dijo con una sonrisa maliciosa. - Dile que el costo de la pintura y limpieza la envíe a mi oficina. – Dijo caminando hacia la salida. – Por cierto, tu comida se encuentra en su oficina, así que te queda de paso.
-Gracias. – Dije bufando. Entonces recordé la petición del cachorro. – Oye Edson, cuando termine la escuela, ¿Soy libre de vagar por el territorio?
-Si, a menos que quieras ir a buscar otro trabajo en el edificio comunal de los humanos y tener la tarde ocupada. – Dijo deteniéndose. Luego se giró un poco y me miró pensativamente. A estas alturas ya ni siquiera le presté atención al hecho de que estuviera desnudo y goteando pintura. ¿Me habría vuelto inmune en solo un día y medio? – Esta pequeña prueba me ha quitado un poco de tiempo e iba a contratar los servicios de algún humano para que llevara a Amanda a casa. ¿Conoces a alguien dispuesto?
-Puedo llevar a la cachorra a casa. – Dije sonriéndole un poco. – Solo que tengo que hacer una parada rápida en la Casa de la manada para ir a dejar a otro cachorro a salvo.
Alzó las cejas pero no preguntó nada.
-De acuerdo. Las veré en casa a las tres, siéntanse libres de pedir comida a mi cuenta.
Dejé que se fuera el lobo desquiciante y bajé hasta la oficina de la loba encargada del lugar. No estaba, pero su ayudante me dio mi pequeño refrigerio con una sonrisa.
-Soy Lucía. – Dijo cuando me indicó que podía comer con ella en su escritorio. – Es agradable ver a otra chica aquí y no a uno de los matones a los que le encanta enviar el Beta Edson.
-¿Matones? – Pregunté divertida.
-Bueno, en realidad solo parecen matones. – Dijo encogiéndose de hombros . La chica tendría un par de años más que yo a lo sumo. – Les encanta gruñir todo el rato y nos miran como si no valiéramos su tiempo.
-Los machos de tu especie no saben hacer otra cosa que gruñir. – Dije con una pequeña sonrisa antes de atacar mi hamburguesa como si no hubiera comido en todo el día.
Eso era técnicamente cierto, así que no me disculparía por mi falta de modales. Después de mi cautiverio, aprendí que no sabías cuándo iba a ser tu siguiente comida y los malos hábitos sobre llenar mis mejillas como ardilla eran difíciles de cambiar.
Eso no quería decir que no lo intentara, solo que iba a pasos de bebé en ese tema.
-Vaya, supongo que tenías hambre. – Murmuró sorprendida cuando la hamburguesa desapareció en menos de tres minutos. – Si quisieras comer a esta hora, podrías encontrarme por aquí y tener compañía. – Dijo tímidamente.
Me detuve de devorar mis papas fritas y la miré.
-Tú… ¿No te importa que sea humana? – Pregunté desconcertada.
En la manada de Bastián, a menos que Chase me hiciera compañía o el señor Fred me enseñara un poco de lucha, ningún lobo me quería cerca para cualquier cosa que no fuera limpiar.
-¿Tienes un toque de queda o cualquier cosa? – Pregunté suavemente a Chase.
Él negó con la cabeza.
-Ni siquiera creo que se den cuenta de si llego o no a la habitación de huéspedes; no me asignaron un guardia ni nada, solo me indicaron dónde dormiría, dónde comería y dónde estaba la escuela.
M*****a negligencia lobuna.
-¿No se supone que eres un invitado importante? – Pregunté incrédula.
Él se encogió de hombros.
-Bueno cachorro, ¿Te gustaría acompañarnos y comer con nosotras pizza?
-Uh… ¿No estorbaré?
Ah, pequeño y solitario bebé. No me sorprendía su pregunta esperanzada, después de todo, en su manada estaba acostumbrado a comer solo ya que su madre no tenía intención de despegarse de su espejo para convivir con su hijo y su padre siempre estaba ocupado con otras veinte mil cosas más importantes. El resto de los lobos lo evitaban como la peste por alguna extraña razón de la cual no estaba enterada.
-Por supuesto que no. Además, ¿No te gusta comer en compañía de esta humilde humana? – Pregunté medio en broma.
-Me gusta. Bien, bájame y dirige el camino. – Dijo Chase con una amplia sonrisa.
Chase sostuvo mi bastón todo el camino ya que mis manos se encontraban ocupadas con un cachorro cada una.
Caminamos sin prisa y reíamos por algunas ocurrencias de Chase; era un cachorro de mentalidad ágil. Al llegar a la casa de Edson, ya nos esperaba una comitiva bastante desagradable.
-Toma pequeña. – Dije a Amanda mientras le entregaba el móvil brillante. – Lleva a Chase dentro y ordenen comida. Después de eso manda un mensaje a tu tío y dile que traiga su culo hasta aquí por favor.
-Está bien. – Dijo confundida. - ¿Le digo que traiga refuerzos?
-No, solo dile a tu tío que venga lo más rápido posible.
Chase me miró y luego miró al grupo de lobas que ya se encontraban sacando las garras en mi dirección.
-¿Quieres que te ayude?
-Protege a Amanda. – Dije dándole un empujoncito para que entrara a la casa. – Yo los cubriré hasta que lleguen a salvo, aunque dudo que les presten atención.
Por supuesto que ignoraron a los cachorros, las lobas venían por mi cuello.
Una vez que los cachorros estuvieron a salvo en casa de Edson enfrenté a las nueve lobas que querían mi sangre.
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