En los últimos meses que había permanecido en esta manada, el invierno finalizaba pero mis tetas dejaron de congelarse hasta hace un par de días. Entrenar con Chase siempre era divertido, pero no cuando apenas sentía mis dedos.
Por fin la jodida primavera comenzaba a sentirse.
El dolor de mi tobillo había estado mejor gracias a que tenía citas semanales en la clínica y, además de ponerme un montón de buenas medicinas para el dolor, tenía fisioterapia que me ayudaba a relajar los músculos. Incluso habíamos estado hablando de que me podrían operar, pero eso era en un futuro distante cuando mi deuda con Bastian estuviera saldada. Necesitaba dinero para poder mantenerme mientras descansaba de la operación; el futuro parecía brillante.
-No eres divertida. – Dijo Chase la siguiente vez que lo arrojé lejos de mis piernas en su forma de cachorro. - ¿Se puede llamar entrenamiento si solo te limitas a arrojarme sobre un montón de naturaleza muerta?
-Lo es. Hace un mes ni siquiera te levantabas después de tres o cuatro caídas como esas; recuerda que el señor Fred decía que no solo la fuerza es necesaria en una pelea. Tu resistencia, agilidad y astucia pueden ser la clave entre la vida o la muerte.
-Solo dime que te gusta arrojar a tiernos cachorros para tu diversión, sería mejor. – Murmuró con un puchero.
-Ciertamente, si eres adorable. – Dije yendo hacia él para alborotarle el pelo. – No soy la única que lo piensa.
-Si te refieres a las cachorras de mi salón, no es así como me ven. – Dijo resoplando. – Me miran porque en un futuro gobernaré sobre la manada de mi padre, no porque me encuentren… encantador.
-Yo creo que eres lindo. – Dijo Amanda desde la puerta. Le gustaba ver nuestros entrenamientos.
Le había preguntado si quería unirse los primeros días pero ella decía que una señorita no se podía ensuciar las manos tan temprano por la mañana.
-Gracias, Mandy. – Dijo el cachorro apartando la vista avergonzado.
Oculté una sonrisa.
Sabía que Chase estaba encaprichado con la loba; incluso habló con Edson sobre la posibilidad de mudarse con nosotros por los próximos meses. Al Beta no le importaba, así que solo hablaron con el Alfa.
Tonta de mí, pensaba que el cachorro quería estar conmigo… pero no, como cualquier macho sin importar la edad, hace cosas lindas únicamente cuando se esta pretendiendo a una chica.
¿Por qué seguía yo también en casa de Edson?
Porque el segundo trabajo que acepté fue el de llevar y recoger a Amanda de la escuela, ayudar con el aseo de la casa y asegurarme de que todos aquí estuvieran alimentados.
Edson me pagaba bien, me daba una cama, tres comidas al día y la posibilidad de ir a mis consultas en la clínica cuando lo necesitara. Por supuesto que me sentía cómoda con el arreglo.
Así que Edson tuvo que modificar el cuarto de Amanda para que ambas durmiéramos ahí mientras Chase ocupaba el cuarto de huéspedes. Nunca había dormido en una cama tan agradable.
-Bien Chase, ve a darte el baño más rápido del mundo. Debemos estar en la escuela en media hora o Edson se molestará conmigo otra vez.
-Pero nunca hemos llegado tarde, no entiendo por qué se molestó el señor Edson aquella vez.- Dijo mientras limpiábamos nuestros zapatos en la entrada.
-Porque mi turno comienza técnicamente antes de que ustedes estén felizmente sentados en sus pequeños escritorios. – Dije divertida. – Corre.
-¿Por qué no simplemente nos llevas en brazos? – Preguntó Amanda sirviendo el cereal del cachorro.
Por alguna razón, a ella le gustaba alimentar a Chase. Tenía algunas sospechas pero nadie pidió mi opinión y no era mi asunto, así que yo los dejaba interactuar como quisieran.
Cupido, ese era mi segundo nombre.
-Porque solo soy una humilde humana sin fuerza en estos brazos. – Dije señalando la flacidez de mis músculos solo para enfatizar el punto. – Siéntete libre de pedirle a Edson que pase por nosotros y nos cargue a los tres.
-Eso sería divertido. – Dijo asintiendo. – Yo puedo ir sobre sus hombros y él te puede llevar en brazos.
-¿Y Chase? – Pregunté divertida.
-Puede ir contigo o puede colgarse a una de las piernas de mi tío. – Dijo dando saltitos.
-Me parece bien, si no quisiera que los cachorros se sujetaran de sus piernas como monos, no debería de tenerlas tan largas. – Dije solemne. – Recuerda mencionárselo más tarde.
-¡Lo haré!
-¿Qué harás? – Dijo el susodicho entrando por la puerta.
Anoche no había regresado a dormir, suponía que estaba muy ocupado el pobre lobo.
-Decirte que tienes piernas y que debemos sujetarnos como monos de ellas. – Dijo Amanda con una sonrisa enorme.
-¿Qué?
Yo reí fuertemente ante su cara confundida.
-No intentes entender. – Dije rodando los ojos. – Queremos que nos lleves cargando hasta la escuela porque nos cansamos mucho.
-¿A los tres? – Preguntó dirigiéndose al refrigerador. – O, dulce Madre, ¡Hay comida!
-Por supuesto que hay comida, esta casa ha dejado de ser de un soltero mujeriego. – Dije dándole un golpe amistoso al pasar por su lado.
-De haber sabido que me gustaría tanto ser un lobo de familia, me hubiera emparejado antes. – Dijo sacando las sobras de la comida de ayer y oliendo mi famosa pasta. – M****a, olvídate del trabajo. Tengo ahorrado buen dinero, emparéjate conmigo y cocina tus delicias solo para mí.
-¿Son ochocientos cincuenta mil? – Pregunté curiosa.
-Unos cientos menos, esa gran y bonita televisión que tú y los cachorros disfrutan no fue precisamente barata.
-Bueno, consigue más cientos de dólares y podría pensármelo. También necesitas un baño más amplio.
-Y una bañera más amplia. – Dijo Amanda pensativa. – Queremos una de esas.
-Si, queremos una de esas.
-Con shampoo que no huela a macho.
-Whoa, pensándolo mejor, creo que no necesito un compromiso tan serio. – Dijo con una carcajada.
-Pues no te comprometas, solo dale a la cachorra un shampoo que huela a chica. – Dije divertida.
-No puedo sentirme bonita si huelo a ti. – Dijo arrugando la nariz la cachorra. – Así nunca podré encontrar a un macho al que le guste.
-¿Cuándo cambió esta conversación sobre mi emparejamiento al tuyo? – Preguntó Edson curioso.
-Todos saben que estás soltero porque quieres. – Dijo la cachorra rodando los ojos. M****a, no me voy a reír. – Yo estoy soltera porque huelo a chico.
-¡Tú estás soltera porque ni siquiera tienes edad para caminar a la escuela sola! – Dijo Edson negando con la cabeza. - ¿Por qué el repentino interés sobre una pareja?
-Tengo que comenzar a pensar en el futuro porque ustedes los machos no lo hacen.
Con eso tomó su mochila y salió de la casa.
Edson y yo observamos en silencio la puerta.
-¿Qué acaba de pasar?
-Te acaban de dar una probada de lo que será la dulce adolescencia. – Dije con cara seria. – Yo diría que tienes que conseguir cosas que huelan a mujer más pronto que tarde.
-Eso veo. – Dijo con un gruñido antes de suspirar derrotado. - ¿Supongo que tú no querrías…?
-Te costará el doble. Y quiero dinero extra para ropa.
-Me vas a matar, mujer.
-No, Amanda lo hará. – Dije estirando la mano para que me diera dinero.
Lo hizo, pero no estaba muy feliz.
Después de eso, lamentablemente el Beta bastardo no nos quiso cargar hasta la escuela.
Por más que Amanda y yo le hicimos pucheros en la puerta, no dio su brazo a torcer así que nos fuimos arrastrando los pies hasta que estuvimos fuera de su vista.
Dejé a los cachorros en su salón con un último abrazo y me dirigí hacia la oficina de la señorita Anabel; ayer me había pedido que la viera temprano porque quería discutir un asunto conmigo.
Solo esperaba que no fuera por el pequeño incidente en el baño cuando recibí un mensaje del tipo diciéndome que tenía que llevar a otro par de cachorros a casa; grité "bastardo explotador" solo por diversión porque en realidad no me molestaba.
Lamentablemente en ese momento un grupo de lobeznos pasaba por ahí y durante el resto del día variaciones de "bastardo" comenzaron a circular entre los cachorros. Si, la hora de la salida fue bastante divertida, así que quizá ya habían descubierto que yo era responsable.
Toqué a la puerta suavemente reuniendo mil y una explicaciones poco creíbles sobre lo que pasó ayer.
-Adelante.
Yo giré mi cabeza para verlo jugar con sus dedos tímidamente.
-¿Me estás intentando decir que me vas a extrañar, Chase?
-Sabes que lo haré, pero lo que intento decir es que… bueno, no es como si algo te ate al mundo humano. ¿Por qué no te quedas aquí? Podría visitarte cuando papá me de permiso.
-Chase…
-Papá no tendrá motivos para matarte cuando termines de pagarle. – Dijo interrumpiéndome. – No lo dejaré.
- No se trata de que lo dejes o no matarme. – Dije divertida. A nuestro lado, Amanda roncaba tiernamente. – No pertenezco a tu mundo, pequeño. Tal vez no tengo a nadie allá afuera, pero eso no quiere decir que no quiera tener a alguien.
-Oh… - Dijo pensativo. – Si lo que quieres es una pareja, sé de un montón de lobos solteros en mi manada. Estoy seguro de que cualquiera de ellos te querrá; para ser humana, hueles bien y eres bonita.
No pude evitar reír de la inocencia del cachorro. Los lobos de su manada tenían serios prejuicios contra mi especie.
-Gracias. Lo pensaré, aún soy muy joven para comprometerme. – Dije enternecida.
Esa noche me quedé despierta pensando en que a pesar de que no tenía un plan definido a futuro, debería comenzar a pensar en qué hacer después de dejar esta manada.
Al siguiente día Lucía me daba algunas palmaditas comprensivas cuando le conté sobre mi futuro incierto. El almuerzo se había vuelto un ritual para nosotras.
-Bueno, el cachorro tiene algo de razón. Dijo asintiendo.
-No iré a buscar lobos solteros en su manada . – Dije divertida. – Sin ofender, no los encuentro atractivos.
Excepto por un bastardo, pero no lo admitiría ni con tortura.
-No me ofende, yo tampoco encuentro atractivos a los humanos. – Dijo encogiéndose de hombros. – Pero no me refiero a eso, sino a que podrías quedarte en esta manada si no tienes nada mejor qué hacer con tu vida.
-Los humanos, a diferencia de los lobos solamente tenemos algunos años de flexibilidad. – Dije negando con la cabeza. – Después de un tiempo ya no podría enseñarles nada a los cachorros, ¿Qué haré entonces?
-Sigo sin ver el problema, solo toma clases de cualquier cosa que te llame la atención y vive de eso.
-Ah, querida amiga, me he quedado sin argumentos. – Dije terminando mi comida. – Seguiré patrullando, te veré más tarde.
-Recuerda que hoy tienes al grupo de cachorros mayores después de clases. – Dijo a mi espalda.
-Entonces no te veré más tarde. – Dije sin voltear.
La confianza de estas lobas en mí era extremadamente confusa; de alguna manera terminé siendo la encargada de cerrar el lugar después de mi clase y nadie parpadeaba por ello. ¡Podría quedarme y robar el cajón de los dulces de la señorita Anabel, por el amor de todo lo que es sagrado!
No lo haría, pero ahí estaba la posibilidad.
Así que en cuanto los otros dos grupos de cachorros eran recogidos por sus familias, el resto del personal se dispersaba y solo éramos un tercio de los cachorros y yo en este lugar.
Divertido.
Unas horas después, algunos abrazos y un par de lloriqueos porque los cachorros de los otros grupos querían quedarse también, comencé el calentamiento con los lobeznos mayores.
-¡Vamos chicos! Dos vueltas al patio y luego comenzaremos con una carrera de obstáculos . – Dije con una enorme sonrisa mientras sacaba una carretilla sorpresa.
El plan era hacerlos saltar y correr un poco antes de que les arrojara algunas bolas de lodo. Sería divertido.
-¡No puedo más señorita Rose! – Gritó una de las cachorras tirándose al suelo.
-Tú puedes cariño. – Dije ayudándola a levantarse. – El objetivo es que puedas correr más rápido de lo que puedes en este momento; hace unos meses ni siquiera podías llegar a dar media vuelta, ¿No es cierto?
Sus ojos se ampliaron cuando se dio cuenta de que no estaba mintiendo; le di unas palmaditas en su cabeza antes de ver a los otros niños.
Me llenaban de orgullo, todos habían tenido un importante progreso y ahora estaba segura que de ser necesario correrían unos buenos quince minutos con toda la potencia de sus piernas… o patas.
-¿Qué es eso? – Preguntó uno de los cachorros señalando hacia el cielo.
Yo miré en esa dirección y tuve una muy mala corazonada, pero la ignoré. Al menos lo intenté antes de que otras tres columnas de humo se divisaran en diferentes direcciones.
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