¡Papá compró una humana! romance Capítulo 22

A la mañana siguiente desperté sobre la suavidad de una nube pero sintiendo algo extraño contra mi trasero.

Giré mi cabeza para encontrarme la cara babeante de Edson, así que hice lo que cualquier chica habría hecho en mi lugar: Giré mi cuerpo lentamente en sus brazos y levanté mi rodilla con fuerza.

Edson cayó de la cama entre gemidos de dolor. Estaba tan concentrada viendo el espectáculo que no noté que había más personitas en la cama.

-Buenos días. – Dijo Amanda tallando sus ojos de forma adorable. - ¿Por qué tío Edson nos despierta?

Chase pasó por encima de mí y se asomó por el borde de la cama.

-Debió de haber hecho enojar a Rose. – Murmuró mientras se encogía de hombros y luego me miró esperanzado. - ¿Podríamos tener el resto del pastel que trajo ayer la señorita Caroline?

Yo asentí con la cabeza después de intentar hablar y fallar miserablemente. Entonces hubo dos cachorros menos en la habitación en un parpadeo.

-M****a, ¿Por qué recibo tanto cariño por la mañana? – Preguntó Edson mirándome acusadoramente desde el suelo.

Yo señalé la cama y arqueé una ceja.

-¿Piensas que dejaría a los cachorros desprotegidos en la sala? – Preguntó incrédulo. – Por algo sus habitaciones son las del fondo, humana agresiva. Tampoco los iba a dejar dormir sobre el suelo duro y frío, así que los moví a donde los pudiera vigilar mejor.

“¿Y yo?” Articulé.

-Cuando intenté levantar a cualquiera de ellos me enseñaste los dientes en sueños. – Dijo levantando las manos exasperado. – Fui yo quien tuvo que limpiar después de tu numerito con los cadáveres, ¿Crees que me arriesgaría a hacerte enojar sabiendo lo dulce que eres enojada?

Yo estreché mis ojos y rodé por la cama hasta su mesita de noche donde sabía que dejaba su celular. Malditas limitaciones lingüísticas, tuve que escribir en el teclado de su móvil con mis manos aun vendadas; le extendí la cosa cuando terminé de escribir.

-Por supuesto que podía dormir en otro lado y dejarte con los cachorros. – Dije levantándose para estirarse cuan largo era. Jodida curación de lobo. – Pero, ¿Dónde queda la diversión en eso? Con respecto a mi saludable erección mañanera… no me disculparé, no es como si pudiera controlar el asunto cuando estoy dormido y mis bolas ya han sufrido por ello.

Yo resoplé y volví a acurrucarme en la cama rodando los ojos mientras me tapaba hasta el cuello.

Entonces el grosero me quitó mi caliente cobija/ capullo. Lo miré con dagas en los ojos.

-No, señorita. Hoy vas a salir de la cama y vas a comer aunque tenga que meterlo por tu garganta… si, ya sé que te duele, no soy tan estúpido; es por eso que antes que nada te tomarás tu medicamento, varias cucharadas de miel y te sentarás en la cocina como una buena humana mientras yo preparo un desayuno nutritivo para todos. – Dijo tomando mis piernas y comenzando a arrastrarme por la cama. Ni siquiera se inmutó cuando pateé frenéticamente y articulé un montón de términos ilustrativos a su trasero. – Yo también te quiero, arriba.

Diez minutos después era Amanda quien metía cantidades industriales de miel por mi garganta debido a que mis manos eran inservibles de momento.

-Si te ponen escayolas en las manos, ¿Puedo decorarlas? – Preguntó esperanzada.

-Las tiene en carne viva, Mandy, no rotas. Solo ponen escayolas cuando se rompen. – Dijo Chase con la boca llena de cereales.

-Oh. – Dijo con la cara decaída.

-Puedes adornar una de mis playeras, si quieres. – Dijo Chase mirando a su plato como si no fuera nada.

El chillido encantado de la cachorra trajo una sonrisa a mi rostro. Chase se estaba esforzando bastante en ser un chico agradable, lástima que al parecer Amanda solo lo veía como compañero de juegos… y como su Alfa.

-No te distraigas mamá. – Dijo Edson tomando un poco de juego y poniéndolo en la mesa. – Come, tengo que llevarte a la clínica.

Yo esperé a que los cachorros no estuvieran poniendo atención para poder enseñarle mis dedos medios.

-Estoy seguro de que tu gesto tendría más impacto si los doctores de la clínica te vendan adecuadamente. – Dijo con burla. – Dale más miel, Amanda.

Cuando estábamos terminando de comer, tocaron a la puerta y Edson fue a abrirla.

-Buenos días, Beta Edson. – Dijo una loba. Yo giré la cabeza como la chismosa que soy… digo, tenía curiosidad por saber quién tocaba la puerta.

-Bien, pasa y dame dos minutos para preparar a los chicos.

Con eso Edson regresó a la cocina y les dijo a los cachorros que hoy pasarían el día en la guardería. Ni siquiera sabía que tenían eso en la manada.

Amanda chilló feliz y corrió a su cuarto.

-No soy un cachorro. – Dijo Chase cruzándose de brazos. – No necesito una niñera.

-Oh, lo siento Alfa. – Dijo Edson comenzando a recoger la mesa. – Pensé que te gustaría ir al edificio en donde los cachorros pueden jugar videojuegos. También hay proyectores donde puedes pedir que te pongan una película, te dan algunos dulces y…

No terminó, el cachorro había corrido al baño murmurando que sería una cita perfecta.

Yo reí sin voz.

Unos minutos después Amanda salió de su cuarto con un lindo vestido y Chase salió del baño bien peinado. Ambos me dieron un abrazo, le dieron uno a Edson y se fueron de la mano de la loba.

-El edificio de la guardería se creó después de las primeras incursiones en el territorio. – Dijo Edson comenzando a lavar los trastes. Yo tenía una excusa válida para no hacer nada. – Los adultos tenemos que ocuparnos de la reparación o reconstrucción de nuestros hogares, lidiar con las pertenencias de nuestros muertos o simplemente guardar luto sin ser molestados; es por eso que se nos ocurrió reunir a todos los cachorros en un solo lugar para poner a algunos guardias a cuidarlos mientras hacemos todo eso.

“Inteligente” Articulé a su espalda.

Cuando se volteó a mirarme le pregunté por qué no podía quedarme yo con los cachorros.

-Porque tenemos que ir a la clínica, luego quiero que me acompañes a la oficina y de ahí debemos de ver al Alfa.

“¿Yo por qué?”

-Te lo dije ayer, no lo sé. – Dijo rodando los ojos. – Quiere tu trasero en su oficina, así que le llevaré tu trasero en la oficina.

Yo hice un puchero y le dije que no quería.

Por lo que sabía, el tipo quería decirme que no me quiere en su territorio porque me volví un poco psicópata hace poco.

-Disculpe Beta Edson, señorita Rose. – Dijo una loba poniéndose enfrente mientras jugaba nervosamente con sus manos. Yo la observé con curiosidad. – Es mi turno para pasar a consulta, pero no creo que mi cachorra quiera moverse de ahí.

Algunos comenzaron a gemir yo pasé mis manos por sus suaves pelajes; se calmaron enseguida.

-Cuidaremos de ella. – Dijo Edson con voz seria. – Puedes ir tranquila.

-No es eso. – Dijo con incomodidad. – Es solo que no sé si la señorita Rose se siente cómoda con cachorros de lobas que no conoce. No estaba dudando de la capacidad de ella, estoy segura de que puede cuidar de todos los cachorros de la manada a la vez si quisiera.

Yo incliné mi cabeza hacia un lado. Ciertamente este comportamiento era extraño en cachorros que no eran mis alumnos… aunque, pensándolo bien, quizá también lo de mis alumnos era extraño. Por mi mente pasó brevemente a los cachorros que había rescatado en la manada de Bastian hacía unos meses; ellos tampoco se mostraban recelosos a mí.

Negué con la cabeza y le di una amplia sonrisa. Ella me regresó la sonrisa y se fue de ahí.

En algún punto de los siguientes minutos comencé a adormilarme con el sonido de los pequeños y adorables ronquidos de los cachorros. El primer lobo que vino por su cachorro me agradeció por cuidar de su pequeño mientras miraban su pierna.

-Perdió a su madre en el ataque, ella trataba de protegerlo. – Dijo el lobo y mi boca cayó abierta. – Le has dado unos minutos de paz y te lo agradezco muchísimo.

Con esa bomba se fue con el cachorro aun profundamente dormido en brazos.

-¿Rose Paper? – Gritó una loba desde el área médica.

Sentí a Edson levantarse y dirigirse hacia allí, regresó con una loba vestida con una bata blanca.

La loba parpadeó ante la imagen de mí con los cachorros y se agachó a mi lado.

-Abra la boca, por favor.

Yo lo hice y comenzó a examinarme. Luego me pidió que le diera una de mis manos y arqueó una ceja ante el vendaje improvisado. Yo señalé a Edson de forma acusadora con mi otra mano. Él solo le enseñó el frasco de ungüento que había aplicado.

-El ungüento le ayudará a cicatrizar por completo en un par de días. Aplíquelo dos veces al día y véndelo con gasas limpias, le traeré algunas para que no tenga que venir de nuevo por más. – Dijo con voz clínica mirando cada uno de mis dedos. Me temo que no podrá sostener su bastón hasta que no esté completamente curada, lo siento. Con respecto a su garganta, puede dejarla sanar sola o puede tomar algunas cucharadas de miel al día.

-¿Hay algún límite? – Preguntó Edson por mi.- Esta mañana le he dado casi un frasco entero de medio ...

-A menos que sea alérgica, dudo que le pase algo. – Dijo divertida la doctora antes de mirarme fijamente. - ¿Tiene alguna otra herida que le gustaría que revise?

Yo lo pensé un minuto y luego negué con la cabeza.

-Bien, iré por vendajes nuevos.

Nos quedamos ahí al menos por otra hora hasta que cada uno de los cachorros fue recogido. Entonces el bastardo se negó a cargarme hasta su oficina.

No lo culpaba, era un secreto a voces que Edson estaba colado por su secretaria y el verme sobre él sería un enorme malentendido ( y drama) con el que no estaba cómoda.

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