¡Papá compró una humana! romance Capítulo 23

El tipo se metió en su oficina y yo me quedé con Beatriz, su muy amable secretaria.

-Siento mucho lo de Lucía. – Dijo dándome un corto abrazo. - ¿Estás bien?

Yo negué con la cabeza.

-Oh, lo siento. No me había dado cuenta de que aun no podías hablar. – Dijo dándome pequeñas palmaditas en el hombro. – Debe ser difícil improvisar el Lamento de la Luna, a menos que ya hayas hecho antes…

-Déjala en paz, Beatriz. – Dijo Edson saliendo de su oficina con algunos papeles en la mano. – Te veré mañana.

Con eso tomó mi mano y salimos juntos de ahí ante la mirada curiosa de la loba.

Al llegar a la calle principal, y después de algunas inclinaciones y saludos de los peatones, Edson finalmente se detuvo y suspiro soltando mi mano.

-Sé que dije que tenías que ver a mi Alfa cuanto antes, pero si no te sientes bien ahora mismo, podemos regresar a casa y ver una película o lo que sea.

Yo incliné mi cabeza de lado para mirarlo; se veía preocupado mirando en dirección a la mano que acababa de soltarme. Yo seguí la dirección de su mirada y mis ojos se abrieron al ver manchas rojas en el vendaje. Como no vi heridas en la mano de Edson, suponía que el pequeño viajecito había reabierto mis heridas.

¿Por qué m****a no podía sentir eso?

Sabía que teníamos que hablar de las cosas extrañas que pasaban a mi al rededor, pero no me sentía lo suficientemente curiosa aún. Quizá en un par de días cuando la voz regresara a mí, no quería tener que escribir en el móvil de Edson mis millones de preguntas al respecto.

Yo negué con la cabeza y le di una de mis sonrisas brillantes antes de comenzar a caminar hacia la Casa de la Manada en donde vivía el Alfa Noa.

Edson me alcanzó y tomó delicadamente mi mano para ponerla sobre su brazo.

“Todo un caballero” Articulé en su dirección.

-No sé en dónde has dejado tu bastón, Rose; y tal vez no lo hayas notado, pero estás cojeando mucho. ¿Quieres que regresemos a la clínica? – Preguntó en tono bajo.

“No”.

Llegamos a la Casa de la Manada y fuimos conducidos de inmediato a la oficina del Alfa. Yo estaba ligeramente nerviosa, ¿Y si el tipo me cobraba por ensuciar sus calles o alguna m****a como esa? Mi saludable ahorro se vería afectada, estaba segura.

Aún no tenía lo suficiente como para pagar mi deuda pero… si, no quería tener otra.

-Pasen. – Dijo Alfa Noa desde detrás de su escritorio al vernos en la entrada.

Lo hicimos y tomamos asiento frente a él.

-¿Te sientes cómoda teniendo esta conversación con mi Beta presente? – Me preguntó directamente.

Yo me encogí de hombros, de todas formas le informaría al tipo en cuanto lleguemos a su casa así que me daba igual.

-Bien. Entonces, hay ciertos asuntos que quiero tratar contigo. – Dijo abriendo uno de los cajones debajo de su escritorio y sacando una memoria USB. Después tomó su computadora portátil y tecleó algunas cosas antes de insertar la memoria y girar la pantalla hacia nosotros. – Para empezar, quiero decirte que lamento tu pérdida. Pensé que te gustaría tener algún tipo de cierre, así que hice que algunos de mis lobos siguieran tu recorrido de ese día desde nuestras cámaras de vigilancia.

Yo parpadeé. ¿Había cámaras en el territorio? M****a, jamás había visto una.

Ahí en la pantalla se observaba la fachada del edificio Escuela cuando los lobeznos y sus familias comenzaron a salir felices e ignorantes de lo que sucedería unos minutos después. Entonces la cámara enfocó el recorrido de mi amiga al despedirse de las otras maestras y de la señorita Anabel antes de seguir recto por el camino. Observamos que caminó unas buenas cinco cuadras cuando de repente comenzó a mirar hacia todos lados en pánico.

Solo segundos más tarde un montón de lobos comenzaron a correr por las calles hacia la misma dirección; suponía que hacia el lugar seguro, pero no mi amiga. Ella comenzó a correr en sentido contrario.

Corrió al menos una cuadra y media antes de que tres lobos en su pelaje se fijaran en ella y la atacaran; los jodidos cobardes fueron primero por su pierna y luego la hicieron caer. Ya en el suelo, uno de ellos atacó su cuello pero ella alcanzó a moverse para que el tipo solo desgarrara su hombro.

Viendo que ella comenzó a dejar de luchar, la dieron por muerta o algo y continuaron su camino hacia adelante. Vi cómo mi amiga tomaba algunas respiraciones profundas antes de levantarse con piernas débiles y continuar hacia adelante.

El Alfa arqueó una ceja en dirección a Edson.

-Ella se refiere a que después de sus rondas en la escuela y las clases de los cachorros, ella lleva a los cachorros a sus casas, hace el quehacer de mi hogar, las tareas con mi sobrina y el Alfa Chase, nuestras comidas…

El Alfa lo detuvo con un gesto de la mano.

-¿Cuánto le estás pagando? – Preguntó estrechando sus ojos. Yo escondí una sonrisa.

-Lo suficiente como para que no me quiera dejar. – Dijo Edson cínicamente.

Yo le enseñé el dedo medio. O algo así con mis limitaciones.

-De acuerdo, entonces arreglaremos el horario de la Escuela para que puedas recibir a algunos cachorros extras. – Dijo Alfa Noa haciendo algunas anotaciones y sin inmutarse por los empujones que su Beta y yo nos hacíamos en su oficina. - Tu sueldo se elevará de todas formas a los cincuenta mil dólares, ¿Estás bien con eso?

Yo asentí efusivamente.

-Bien, mi guardia Erik me ha dicho que la última voluntad de Lucía Grets fue dejarte su casa y, por consiguiente, todas sus posesiones en la manada.

No recordaba eso de todas las posesiones así que negué con la cabeza. Él suspiró.

-Sé que tu educación sobre nosotros es… limitada en el mejor de los casos y desconozco cómo es que sobreviviste un año en otra manada si estabas tan desinformada de nuestras costumbres. – Dijo cerrando los ojos y volviendo a suspirar. Supongo que la paciencia para la humana ignorante se estaba acabando. – Así que en resumen, cuando un lobo deja como última voluntad su hogar hacia otro lobo, o en este caso hacia ti, quiere decir que todo lo que poseía esa persona es por derecho tuyo.

Mi boca cayó abierta.

Fue entonces que Edson me dio los documentos que tenía en la mano. Eran las escrituras de la casa de mi amiga y su número de cuenta en el banco.

Yo negué con la cabeza y le regresé todo a Edson antes de levantarme y salir de ahí sin importarme una m****a ser grosera con mi empleador.

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