Caminé a mi propio ritmo hacia la oficina de Edson. De todas formas no tenía prisa por ir a vigilar cuartos llenos de cajas como parte de mi emocionante día.
-Toc, toc. Hola Beatriz, ¿La puerta del Beta Edson está abierta? – pregunté en la oficina contigua.
La secretaria me dio una sonrisa amable y asintió con la cabeza.
-Hola Rose, ha pasado mucho desde que viniste a visitarnos.
-Bueno, he estado ocupada, ya sabes. – Dije encogiéndome de hombros. – Dame un minuto para dejar esto.
Entré a la oficina de Edson y dejé los papeles delante de una pila de ordenados documentos. De reojo vi una hoja llena de garabatos sobre planes para reforzar la seguridad de la manada y eso me hizo sonreír; sabía que se había quedado aquí trabajando en vez de tomarse el día como había dicho el Alfa.
Entonces otra hoja llamó mi atención; era el mapa que había hecho sobre los lugares para colocar las cámaras en el sector 7. Me pareció extraño que lo tuviera a la vista de todos porque el tipo ni siquiera estaba por aquí los siete días de la semana, cualquiera podría entrar y dar un vistazo a eso.
No es como si su valiente secretaria fuera un impedimento para cualquier lobo decidido. Beatriz era una loba bonita, pero no era intimidante de ninguna forma.
Salí de la oficina y luego volví con la secretaria en cuestión.
-¿Cómo has estado, Beatriz?
-He estado ocupada. – Dijo con un suspiro teatral. – Desde que llegaste a la manada mi vida había sido más fácil ¿Sabes? Ayer de repente mi lista de pendientes creció considerablemente.
-Eso es un asco. – Dije compadeciéndome de ella, pero por dentro algo comenzó a hervir a fuego lento. – Ese bastardo explotador…
-No lo llames así. – Dijo con un puchero. – Es comprensible que tenga más trabajo, después de un ataque a la manada queda mucho papeleo y cosas oficiales que hacer. No es como si de repente me diera mucho más trabajo solo por capricho…
-Por supuesto que no.
-Por ejemplo, tuvimos un montón de trabajo cuando dejaste un camino de cadáveres por las calles, ¿Sabías? . – Dijo inclinando su cabeza hacia mí como si no la hubiera interrumpido. – Nadie pensó en quién tendría que recolectar muestras de ADN para buscar en nuestra base de datos para descartar a un posible traidor. O nadie pensó en todo el trabajo que es revisar cada uno de los cadáveres para ver si tenían alguna marca, objetos o cualquier cosa que nos dijera quién era el autor del ataque. No, supongo que la manada piensa que los humildes administrativos solo nos limitamos a recibir nuestro sueldo rascándonos el trasero.
-¿Quién diría una cosa así? – Pregunté con fingido horror.
Y fue fingido porque me parecía que yo lo había dicho en alguna ocasión cuando Edson me mandó un mensaje para encargarme de algo de papeleo en su lugar… ¿Cuándo había sido eso?
-Un montón de lobos. – Dijo con un puchero antes de suspirar y tomar su bolso del escritorio. – Como sea, espero que me suban el sueldo o que al menos me alimenten gratis. Iré a comer, ¿Quieres venir?
-No, muchas gracias. Debo regresar a la escuela. – Dije dando media vuelta. – Te veré después.
Salí del edificio y comencé a caminar sin rumbo. Algo me cosquilleaba detrás del cuello; era una sensación extraña pero no podía identificar a qué se debía. ¿Quizá de nuevo Beatriz estaba usando el perfume que me daba alergia?
-¿Señorita Rose? – Dijo alguien a mi espalda casi haciéndome saltar. Estaba tan distraída que su voz me asustó un poco. – Oh, disculpe, no fue mi intención sorprenderla.
-No se preocupe, señor…
-Mi nombre es Dixón, señorita. – Dijo un lobo entrado en años. – Me alegra ver que ya se ha recuperado de… lo que pasó hace unos días.
-Gracias. – Dije con una sonrisa amable.
-¿Se encuentra ocupada ahora mismo? – Preguntó después de un silencio incómodo.
-No realmente.
-Oh, bueno, si no tiene nada que hacer… ¿Le gustaría acompañarme a mi taller?
Yo parpadeé. Entonces vio mi confusión y comenzó a reír alegremente.
-Por alguna razón, supuse que sabía quién era yo. – Dijo cuando terminó de reír. – Una disculpa, yo soy el lobo que ha restaurado su… lanza. Le he pedido al Alfa que le dijera que la estaba buscando.
-¡Ah! Muchas gracias por limar y embellecer mi lanza. Le ofrezco una disculpa, el Alfa si me dio su mensaje pero para serle honesta se me había olvidado.
No me dijo nada más así que supuse que esa era toda la información que conseguiría al respecto.
-Estoy muy agradecido contigo porque salvaste a mi único nieto hace unos días. – Dijo en voz baja rompiendo el silencio y cambiando de tema. – Debo admitir que cuando supe que mi hija había dado su permiso para que una humana le diera clases de cualquier m****a, estaba bastante incrédulo. Actualmente me siento terrible por ello porque llegó sano y salvo hasta el Lugar Seguro gracias a ti. Así que hacer tu lanza / bastón un poco más seguro de usar para ti siento que no es suficiente; por eso quería que vieras a algunos de mis bebés y escogieras el que más te guste para dártelo como un regalo.
-No es necesario. – Dije alzando mis palmas para ilustrar mi punto. – Reparó mi bastón y no siento que nadie me daba nada por llevar a mi clase a un sitio seguro.
-Insisto. Puedes escoger cualquier cosa de aquí. También, si en el futuro lo necesitas, puedes acudir a mi para reparar o crear un arma. – Dijo dándose algunos golpes en el pecho.
Media hora después salí con un par de armas y una correa para asegurarlas en mi espalda tras la insistencia del lobo. Solo tomé las que más me llamaron la atención aunque no tuviera ni la menos idea de cómo se utilizaban.
Llegué a la escuela una media hora antes de que terminaran las clases y Edson ya quería escalar por las paredes.
-No seas bebé. – Dije rodando los ojos. – Yo lo hago cinco días a la semana y no me ves sacándome los ojos por el aburrimiento.
-No, solo haces que un montón de cachorros digan palabrotas. – Dijo con indignación – Y si, sé que fuiste tú.
-¿Cómo? -Pregunté intrigada mientras vigilábamos los pasillos.
-Porque los padres se quejaron con el Alfa y él me envió a ver horas y horas de ti jugando en los pasillos. – Dijo frunciendo el ceño.
-Entonces, ¿Lo sabe el Alfa?
-Claro que no, no soy un soplón. Aunque después de que me traicionaras ayer, puede que me lo piense.
-Solo revisaste las cámaras de seguridad, no creo que…
Me detuve en seco cuando una cosa vino a mi cabeza, pero Edson solo me empujó para que siguiera caminando y el tema fue rápidamente olvidado cuando salté a su espalda y le dije que ya que me iba a extrañar toda la semana, lo menos que podía hacer era llevarme de caballito.
Protestó, pero no me bajó de su espalda. Ni siquiera cuando los padres llegaron a recoger a algunos cachorros.
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