¡Papá compró una humana! romance Capítulo 34

-…¡Un poco más!

Habían un montón de sonidos a mi alrededor pero estaba muy ocupada orientándome como para prestar atención a lo que decían. Algo taladraba mis oídos y yo me movía intentando alejarme del sonido.

-¡Sujétela con fuerza, Beta!

No podía moverme y eso me puso más nerviosa. Abrí mis ojos por fin y enfoqué lentamente a algunas lobas que me miraban con horror.

-¿Rose? ¿Rose? ¿Puedes oírme? – Dijo casi en mi oído una voz.

Giré mi cabeza todo lo que pude y vi a Edson lucir preocupado. No entendía lo que estaba pasando.

-Estás bien, cariño. Estás aquí y estás a salvo…no, Rose, mírame… eso es… deja de gritar, aquí estoy…

¿Gritar?

El sonido penetrante desapareció de pronto.

-Eso es. – Dijo Edson comenzando a acariciar con dos dedos mi nariz. – Inhala, exhala… lo tienes…

Hice lo que me pidió y pronto me tranquilicé lo suficiente para darme cuenta de que estaba siendo retenida por un montón de lobas mientras Edson me trataba como un animal herido. ¿Qué m****a?

La sensación de ser retenida me puso nerviosa unos segundos después.

-Por favor… por favor… no me sujeten así. – Supliqué con voz rasposa.

-¡Suéltenla! – Dijo Edson con un gruñido antes de regresar a mi oído y repetirme que todo estaba bien.

No sé cuánto tiempo me tomó tranquilizarme por completo, pero Edson estuvo ahí anclándome a la realidad.

-¿Te encuentras mejor? – Preguntó con voz suave.

-Creo que si. ¿Qué sucedió?

-Eso es lo que yo quisiera saber. – Dijo con el ceño fruncido. – Las lobas dicen que solo te quitaron la ropa y te desmayaste. Unos segundos después comenzaste a gritar y tuve que abrirme paso hasta aquí.

-Oh… lo siento. – Dije dirigiéndome hacia todos los presentes. – Supongo que tuve algunos… recuerdos malos.

-Por la Madre, Rose. – Dijo Edson dejando caer su cabeza y soltando un suspiro. Creo que aceptó mi explicación muy rápidamente. - ¿Qué sucedió antes de que te trajera aquí?

Estaba a punto de darle la versión corta cuando recordé lo que su deidad me había dicho.

-Uh… bueno, el señor Fred me dejó en una cueva para un pequeño entrenamiento de supervivencia y yo… - M****a, ¿Qué podía justificar todo lo que…?

Entonces se me ocurrió algo brillante ¡Si!

– Yo no soy buena reconociendo plantas. Tenía hambre y tomé un hongo que se veía comestible. Tuve algunas visiones extrañas después de eso y me quedé dormida, así que supongo que me comí alguna otra cosa porque cuando desperté de nuevo esta mañana estaba en el estado en el que me encontraste. Sospecho que me caí y golpeé algunas cuantas veces mientras tenía vagas alucinaciones.

Todos a mi alrededor se encontraban callados. Ciertamente mi explicación me hacía ver como una idiota.

Edson por fin suspiró y me dio media sonrisa.

-No vuelvas a comer cosas que no conoces, ¿De acuerdo? Me hiciste perder algunos años de vida solo por un hongo alucinógeno. – Dijo malhumorado.

-Lo siento. – Repetí. – Me pareció buena idea en ese momento.

-De… acuerdo. Necesito examinar tu estómago en busca de cualquier cosa venenosa que pudiste haber ingerido. – Dijo la loba de bata blanca para nada convencida. – También algunas muestras de sangre.

-Lo que sea que necesite. – Dije no queriendo seguir provocando molestias.

Una hora después Edson me llevó en brazos de vuelta a su casa. Las lobas de la clínica amablemente me regalaron una bata para que pudiera esconder mis partes de chica del ojo público y pusieron los restos de mi ropa ensangrentada y rota en bolsas de basura. Las trajimos con nosotros para poderlas botar luego.

-Deberías de rentarte como medio de transporte, estoy segura de que ganarías más que como Beta. – Dije con una sonrisa descarada.

-Y tú deberías de alimentarte mejor, no pesas nada. – Dijo haciendo ademán de dejarme caer y se rió de mi chillido asustado. Bastardo. – Hablando de medio de transporte…

Yo suspiré.

-Dejé tu auto en el camino de entrada, tenía miedo de atropellar a alguien.

-Atropellar a… ¿Por qué lo harías? – Preguntó confundido.

-Porque no sé si podría esquivarlos o algo. – Dije encogiéndome de hombros.

Se detuvo abruptamente en el patio de su casa y me dio toda su atención.

-Dime que no le di las llaves de mi precioso auto a una humana que nunca había conducido.

-Por supuesto que no. – Dije y sus hombros relajaron. – Le diste las llaves al señor Fred.

-Rose… - Dijo con un gruñido.

-Bien, nunca había conducido. – Dije cuando me bajó lentamente al suelo.

-Tú….

-Yo me daré un baño. Puedes gritarme mientras me quito el olor a sangre de encima. – Dije caminando hacia la puerta. - ¿Pasarás por Chase a la escuela?

-Lo trae el Alfa Fred. – Dijo Edson con dientes apretados. – Bien, no te muevas de esa bañera, esta discusión no ha terminado.

- Lo que digas. -Dije dejando las bolsas de ropa a un lado de la puerta. Las tiraría mañana. – Sé bueno y trae helado de regreso.

Fui primero al cuarto de baño y comenzar a llenar la bañera. Luego me dirigí a mi habitación por mis “bragas de abuela” y una playera larga que utilizaba para dormir. Hoy no pensaba salir a socializar.

Me metí a la bañera y di un suspiro de satisfacción. Esto era lo que me hacía falta; una vez relajada un montón de preguntas vinieron a mi mente.

Sentía que había hecho un trato de m****a; había estado agonizando por días a cambio de la posibilidad de tener un hijo con un tipo desconocido cuyo amor por mí ni siquiera era seguro. De hecho, me había dolido mucho más que cuando mi tobillo… un momento.

Ahora que lo pensaba, me dolía el cuerpo en general pero mi tobillo no me había dado molestias cuando Edson me dejó hace un rato.

Levanté mi pierna del agua y miré mi tobillo.

-¡Mierda en una galleta!

Lo moví en todas direcciones y no sentí nada. No había dolor; lo palpé con suavidad y luego un poco más fuerte, pero nada.

Varios hilos de sangre bajaban desde el inicio del nacimiento de su cabello hacia su ojo derecho.

-Jodida humana loca. – Dijo cuando le levanté un dedo.

Mi atención volvió a desviarse hacia los cachorros no tan cachorros que se encontraban delante de mí. Un nuevo gruñido de ultratumba puso nerviosos a los chicos, ya que pude ver los pequeños temblores en su cuerpo.

-Mi… bastón… - Dije jadeando a Edson.

Él gruñó.

-Tú…

No podía ver muy bien qué pasaba con Bastian, pero por el sonido, había una seria pelea delante.

-Mi… bastón. – Repetí incorporándome con brazos temblorosos. – No podrán con él. Les daré tiempo para que puedan evacuar a los civiles.

La vía de acceso más cercana para una zona segura era justo enfrente. Necesitaban una distracción y sabía que ninguno de los guardias de la manada eran rival para él… ni siquiera el Alfa Noa.

Por supuesto que sabía que Bastian era una jodida máquina de muerte; ya había sido testigo de ello durante los ataques a su manada. Entra en una especie de sed de sangre de la que es difícil sacarlo.

La situación era tan mala que incluso era conocido como el Alfa sangriento.

-¡Contrólate! – Escuché que Rowan gritaba a la distancia.

No sabía qué era lo que le pasaba, pero no importaba. No dejaría que lastimara a ninguno de estos lobos.

-¡Busquen en mi auto su maldito bastón! – Gruñó Edson después de medio segundo de indecisión. Ni siquiera me había dado cuenta de que había un par de lobos detrás de él mirándonos preocupados

Corrieron convirtiéndose en lobos en el camino mientras Edson regresaba su atención hacia mí.

-Tu y yo trataremos de alejarlo del lugar. – Dijo serio. – No lo ataques, solo ayúdame a sacarlo de aquí.

Yo asentí con la cabeza mientras él se quitaba su playera y me la pasaba.

-Póntelo, ¿Segura que estás bien para hacer esto? ¿Qué tan mal herida estás? Huelo sangre.

-Mi espalda recordará sus garras por siempre. – Dije con un intento de broma. – Estoy bien, hagamos esto.

-Jodida humana loca.

-Yo no soy quien hizo enojar al Alfa más temido del continente. – Dije con sorna. – Creo recordar que era a ti a quien le gruñía.

Me miró extraño pero no me dio tiempo de preguntarle qué pasaba con su cara porque regresaron los guardias con mi bastón. De todas formas no había tiempo para tonterías, teníamos que apurarnos.

Todo el episodio de nosotros descansando cómodamente en el suelo no habrá durado más de cinco minutos; en ese tiempo creo que habían tratado de contener a Bastian.

-Muy bien, hagamos cosas divertidas de adultos. – Dije después de darle las gracias a los guardias.

-Jodida humana loca. – Dijo Edson ayudándome a levantar y luego dirigiéndose a los dos guardias. Los reconocí brevemente como los guardias que habían estado en la entrada cuando llegué a la manada. – Evacuen a los civiles en cuanto Rose y yo nos encarguemos.

-¡Si, Beta!

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Papá compró una humana!