-Detrás del Beta Edson y de mí, todos, por favor. – Dije levantando la voz todo lo que pude. Aun me dolía la garganta por lo que había pasado en la clínica más temprano.
Los chicos me obedecieron de inmediato después de algunos gruñidos en dirección al Alfa Bastian. Desde mi posición podía ver que algunos guardias y Rowan intentaban distraer al Alfa para que se pudiera evacuar a los civiles. Jodida sea la vida, escogió el peor momento del día para volverse loco Bastian; a esta hora comenzaban a salir de la escuela los lobeznos y muchos salían de sus trabajos para regresar a comer a sus casas.
El Alfa Noa se encontraba en un costado de un edificio cercano tocándose el hombro mientras daba algunas instrucciones a algunos otros guardias y… m****a, ¿Había traído a lobos de su manada?
Reconocí algunas caras de la manada de Bastian; un pequeño grupo con bolsas y algunas maletas que miraban asustados hacia su Alfa. Al ver algunos cachorros temblar, me puse en marcha.
¿Qué estaba pasando aquí?
-Después hablaremos de ponerse en peligro por proteger a su Beta y a ésta humana. – Dije agradecida con los chicos y los lobos que pasaban a mi lado con algunas palmaditas o roces lobunos. – En este momento, solo dejen que nosotros nos encarguemos de esto.
-Si, señorita Rose. – Dijeron algunos y otros simplemente siguieron gruñendo.
Rodé los ojos y luego apreté los dientes contra el dolor en mi espalda. Al no poder respirar hace un momento llegué a pensar que me había perforado un pulmón, pero creo que solo estaba exagerando.
Despejando mi mente y sin esperar a que Edson me siguiera, corrí con mi bastón con la clara intensión de sacar a todos de aquí.
-¡Bastian! – Grité. – Ven aquí chucho pulgoso.
¿Qué puedo decir? Coquetear con la muerte es mi pan de cada día… y servía para mi propósito.
Bastian giró lentamente y me gruñó. En algún momento se había transformado en lobo, un hermoso lobo gris que cargó contra mí.
Era consciente de que no podía lastimarlo seriamente si quería seguir respirando, pues para los lobos es un delito grave que se lastime a un Alfa (aunque lo merezcan) a no ser que éste sea retado a un duelo. Esto se castigaba con la muerte.
No tenía idea si un humano alguna vez haya tenido la grandiosa idea de retar a un duelo a un Alfa, pero preguntaría más tarde si era posible… solo por curiosidad morbosa.
Preparé mi bastón para recibirlo y utilicé mi técnica favorita: Soltar un golpe a su nariz. Fingiría que eso no fue satisfactorio.
Bastian me enseñó los dientes y volvió a atacar; yo me puse seria, comencé a bloquearlo y esquivarlo. No era sencillo, el tipo era rápido, fuerte y bastante inteligente para adivinar mis siguientes movimientos.
Rowan intentó meterse en un momento en el que había tropezado ligeramente con mis pies y tuve que gritarle que se encargara de sus propios asuntos; Edson se encontraba cerca dando instrucciones y evacuando gente. Sabía que estaba manteniendo un ojo en mí por si necesitaba ayuda.
-Si tanto quieres ayudar, mejor dime cómo m****a lo regresamos a la normalidad. – Le grité a Rowan cuando intentó volver a meterse.
-¡Bésalo!
Tropecé y eso casi me cuesta mi cuello.
-¿Quieres hacerme el favor de darle un buen golpe por mí, Edson? En este momento intento no morir pero quiero que… entienda…. Que su broma…. No es divertida. – Grité esquivando las garras de Bastian por poco.
-¡Hablo en serio!
-¿Si? ¿A qué colmillo debo de darle un beso francés? – Le grité con fastidio.
Estaba bastante sorprendida de poder enfrentarme a él; no es como si mis habilidades se hubieran pulido en estos últimos meses, solamente era como si mi resistencia y velocidad hubieran aumentado. O quizá solo era que podía concentrarme mejor sin el dolor constante de mi tobillo. Como sea, en este instante lo agradecía.
No esquivaba por completo sus garras, así que estaba sangrando por varios rasguños poco profundos en piernas y brazos. Cansada de esta tontería, le di un muy buen golpe en uno de sus ojos y él retrocedió con un gemido de dolor.
-¡A un lado! – Gritó Edson y yo me tiré hacia la izquierda.
Giré a tiempo mi cuerpo para ver a Edson lanzarse al mismo tiempo que Rowan para contener al lobo.
-¡Habla con él! – Gritó Rowan en mi dirección.
Ambos abrazaban el cuerpo del lobo intentando alejarse de los colmillos de Bastian.
A la m****a la cosa de hablar.
Me levanté rápidamente y puse todo mi peso en el siguiente golpe detrás de la cabeza de Bastian. Sabía que funcionaba ya que así fue como dejé inconsciente a Edson hace algunos meses.
Cuando se desplomó, Edson, Rowan y yo suspiramos aliviados. Miré a mi alrededor; solo quedábamos nosotros tres.
-¡¿Lo has matado?! – Gruñó su Beta comenzando a gruñir.
Gruñir, gruñir, gruñir…. ¿Es que no saben hacer otra cosa?
-Por supuesto que no, solo esta toando una muy necesaria siesta. Ahora que tenemos un poco de tiempo. – Dije frunciendo el ceño en dirección de Rowan. - ¿Qué m****a, Rowan?
-Larga historia. – Dijo regresándome una mirada de fastidio. - ¿Quieres explicar por qué hay un auto en el camino de entrada de esta manada que huele fuertemente a tu sangre?
-No realmente. – Dije bufando. – No es el tema aquí.
-Es el jodido tema aquí, ¿Es que acaso tú piensas que mi Alfa se descontroló de la nada? Ha estado tenso por meses, oler tu sangre no lo ha ayudado. – Dijo enojado revisando a su Alfa.
-¿Y yo qué tengo que ver con eso? – Pregunté incrédula. – Debería estar aullando de felicidad al saber que ha recuperado el dinero que invirtió en mí.
No se dignó a responder, solo tomó en brazos a su Alfa.
-¿Podrías llevarme a un lugar en donde podamos contener a mi Alfa mientras se calma? También quisiera solicitar una audiencia con tu Alfa para explicar la situación. – Dijo Rowan dirigiéndose a Edson.
Él asintió a regañadientes.
-¿Necesitas que te lleve de nuevo a la clínica, cariño? – Preguntó Edson suavizando su tono mientras se acercaba a mí y echaba un vistazo a mis heridas. – Estás sangrando bastante.
-No. Atiende a Rowan y asegura a Bastian, yo…
-¡Rose! – Gritó una voz a nuestras espaldas. Yo giré para ver a un pequeño cachorro corriendo hacia mí con un adulto a cuestas. - ¿Qué pasa? ¿Por qué estás herida?
Yo no sabía bien qué decir a eso. ¿Cómo le dices al cacorro que su padre es idiota sin herir sus sentimientos? Optaba por el camino de la evasión.
-¿Qué haces aquí, Chase? – Dije con preocupación. – Quizá no lo sepas, pero es peligroso estar por aquí en este momento.
-Bastian llamó. – Dijo el señor Fred hablando por fin. – Dijo que trajera a Chase a recibirlo cuando terminara la escuela. No fue hasta que estuvimos a unas cuantas calles de aquí que nos impidieron pasar. Él – Dijo señalando a Chase. – Se transformó en lobezno y vino hasta aquí cuando olimos un leve rastro de tu sangre en el aire.
-Chase, eso fue peligroso. – Dije regañando al chico. – Nunca corras hacia el peligro, de eso se encargan los adultos, ¿De acuerdo?
-Si, Rose. Lo siento… ¿Ese es papá? – Preguntó cuando por fin se dio cuenta de que Rowan se encontraba detrás de mí cargando un cuerpo de lobo.
La lengua afuera de Bastian me hizo replantearme si le había dado un golpe muy fuerte.
-¿Es eso cierto? – Preguntó el cachorro de forma temblorosa.
M****a, ¿Era mucho pedir que el chico no fuera tan inteligente para su propio bien? Yo asentí despacio porque no quería mentirle y él me miró horrorizado.
-Tranquilo pequeño, estoy segura de que no quiso hacerme daño. Es solo que me atravesé en su camino.
Me miró sin responder y yo le pedí que me esperara en una de las bancas de recepción mientras miraban mis heridas. Lo hizo en silencio.
La doctora lobuna inspeccionó todas y cada una de mis heridas, me limpió un par que eran más profundas que otras y luego le puso algo a las heridas de mi espalda que dolió como una perra.
-Usa esto en las heridas de tu espalda. – Dijo dándome un frasco. – Puedes venir mañana a que te limpie de nuevo el resto de tus heridas o puedes hacerlo tú misma con esto.
-Gracias. – Dije recibiendo algodón y otro frasco. - ¿Puedo darme un baño?
-Si, pero tendrás que volver a aplicar todo lo que te acabo de poner en las heridas. – Dijo y luego me regaló mi segunda bata del día.
-Gracias.
Chase me esperaba en el mismo lugar en el que lo dejé; se veía bastante pensativo.
-Estoy lista, ¿Qué te gustaría cenar?
Chase decidió que la pizza sería una buena idea. No creía que con la emergencia de hace un rato la pizzería local estuviera abierta, pero me equivoqué agradablemente y media hora después Chase y yo comíamos mientras veíamos algún programa infantil.
-He tenido curiosidad. -Dije suavemente. Chase no había estado muy hablador desde que llegamos de la clínica. - ¿Por qué pensaste que no regresaría hace unos días?
-Porque normalmente cuando un humano se va de una manada es para no volver. – Dijo con un susurro. – Ya sea que lo expulsen o que se vaya por su propia voluntad, no vuelven a tener contacto con nuestro mundo.
-¿En serio? – Pregunté curiosa.
-El señor Fred dice que los humanos tienen un límite en cuanto a sus impresionables mentes pueden absorber. No es una vida para todos.
Podía imaginarme perfectamente al cachorro con su pelaje y orejas caídas. Era muy adorable.
-Supongo que no. – Dije dándole la razón. – Pero bueno, volví. ¿Crees que no extrañaría a mi lobo favorito?
-¿De verdad? – Preguntó un poco más animado. - ¿Es por eso que no te has quitado mi regalo?
-Permanecerá conmigo hasta la tumba. – Dije solemne.
Él me regaló una brillante sonrisa.
Después de que termináramos de comer (Y no dejarle sobras a Edson), hicimos su tarea y luego lo preparé para la cama. No había tenido noticias del cuarteto maravilla integrado por Edson, Rowan, el señor Fred y Bastián. ¿Ya habría despertado?
Una vez que Chase estuvo dormido, abrí la llave del agua para prepararme mi segundo baño del día.
Comenzaba a relajarme en el aroma a frutos rojos o alguna m****a parecida cuando hubo otra conmoción en la puerta.
-¿Ahora qué…? – Detuve mi frase molesta a media oración cuando un Alfa enorme, desnudo y suculento abrió la puerta del baño.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Papá compró una humana!