-¿Papá?
-Dime. – Dije con mi mente en otro lugar.
Era la segunda película que veíamos después de que Rose se fuera a alguna parte. No es que la culpe.
¿En qué punto del camino había metido la pata? Quizá primero debí de haberle dicho que era mi pareja y luego probar esos jugosos y rosados labios que…
-¿A quién tenemos que recurrir cuando tenemos problemas con las hembras? – Dijo en tono serio.
Mi cara giró automáticamente en su dirección.
-¿Qué?
-Ya sabes, problemas de hembras.
-Creo que no te estoy entendiendo, cachorro. – Dije ladeando la cabeza.
-Papá, creo que tu y yo necesitamos ayuda. Es como cuando te lastimas y buscas ayuda con un doctor. O como cuando necesitamos un corte de cabello y vamos con un lobo que sepa lo que hace. – Dijo pensativo. - ¿A dónde vamos si tenemos problemas con las hembras?
-Esa… es una excelente pregunta. – Dije rascando mi cabeza. – No hay a quién acudir como un “especialista en el tema” que yo sepa.
-Vaya… - Dijo decaído. – Entonces… ¿Qué harás para que Rose sea la Luna de nuestra manada sin ayuda?
-¿Crees que no puedo hacerlo solo? – Pregunté arqueando una ceja.
-Sé que no puedes. No puedo seguir ayudándote porque, francamente, yo también atravieso una severa crisis en el amor y debo concentrarme en mi. – Dijo en tono dramático. Yo solo parpadeé, ¿Qué problemas podría tener en el amor un cachorro? – Está claro que necesitas la ayuda que solo un profesional te puede brindar y no los tristes intentos de un cachorro de crear situaciones que puedas aprovechar para usar tu encanto con mi próxima madre.
-¿Qué?
-Padre, no es difícil decirle a una hembra que la quieres. Así que debería de ser mucho más sencillo decirle que es tu pareja. ¿Qué sucede contigo? Rose estaría aquí felizmente comiendo palomitas con nosotros si ya se lo hubieras dicho.
Me estaba sermoneando un niño de siete años… increíble.
-¿Qué te hace creer que no estaría huyendo hacia las colinas al saber que es mía? – Pregunté curioso. – No soy su lobo favorito.
-Porque ella no es así; ella se tomaría un tiempo par analizarlo y luego aceptarlo. Nunca huye de los problemas o los retos… y lo sabrías si no hubieras desperdiciado esos casi dos años que estuvo en nuestra manada. – Dijo rodando los ojos. – Te encuentra atractivo, lo sé. Saca provecho de ello y dame a alguien a quien de verdad pueda llamar madre, ¿Es que acaso no piensas que un cachorro necesita de una mamá? ¿Una manada a una Luna? ¿Un Alfa a su pareja?
-Chase, no sé de dónde viene este repentino interés en mi vida amorosa, pero te aseguro que mi pareja será mi pareja tarde o temprano. – Dije con un gesto desdeñoso de la mano. Se sentía extraño pensar en mi hijo como en mi casamentera. – Solo tiene que acostumbrarse un poco más a mí. Además, ya le he tratado de decir que es mi pareja y eso no funcionó muy bien.
Me miró con detenimiento y luego frunció el ceño.
-¿Le dijiste directamente que es tu pareja o le diste una larga versión de los hechos y metiste la pata antes de que llegaras a esa parte?
Mi hijo era… un cachorro muy inteligente. Me sentía en conflicto por el orgullo y la preocupación que brotaba de mi pecho.
-Por tu cara deduzco que fue lo segundo. – Dijo con un pequeño gruñido. - ¿Cuánto tiempo más crees que el Alfa Noa permitirá que nos quedemos, papá? Tú y yo sabemos que dos Alfas en un mismo territorio se tolerarán por un rato, pero tarde o temprano sus instintos los llevarán a pelear por el poder. Y si nos vamos de aquí, ¿Crees que Rose quiera ir con nosotros? Hay un límite sobre mi cantidad de encanto de cachorro que puedo utilizar con ella para convencerla de que haga cosas que no quiere hacer. ¿Y si cuando partamos Edson le mete en la cabeza la idea de que salga al mundo y busque a su pareja en otra manada?
-¿El Beta te ha dicho algo? – Pregunté gruñendo.
-No, pero podría hacerlo solo para provocarte. – Dijo encogiéndose de hombros. – Es un buen macho, pero su naturaleza juguetona podría traer graves consecuencias a nuestros planes.
Mis cejas se elevaron.
-¿Nuestros planes?
-Si, planes sobre Rose siendo mi madre y tú diciéndole que e stu pareja antes de que quiera ir a explorar el mundo y la perdamos de vista. Tú lo has visto, es demasiado buena persona para su propio bien. ¿Y si otro Alfa se aprovecha de su tierno corazón? No, tienes que adelantarte.
Todo lo que decía el cachorro tenía sentido. Mucho sentido.
-Bien. En cuanto cruce por esa puerta, le diré que es mi pareja. – Dije resuelto. – Trabajaremos con su reacción sobre la marcha.
-Hazlo, te ayudaré en caso de que su reacción no sea la que buscamos. Y ya que estás en eso, dame un par de hermanos. Es malo que un cachorro crezca sin compañía. – Dijo asintiendo. – Ahora, veamos la siguiente película.
Yo ya no sabía si reír, enojarme o llorar ante la sabiduría mayor a su edad.
-Antes de eso, cachorro, quiero que me digas… ¿Por qué estás atravesando una crisis en el amor?
-¿Por qué preguntas?- Dijo llenando su cara de palomitas dulces.
-Me provoca curiosidad saber cómo es que un lobezno de tu edad ya se encuentra pensando en esas cosas. – Dije examinándolo de cerca. – Yo no pensé en ello hasta después de que me convertí en Alfa.
-No hay mucha historia en ello. – Dijo con un suspiro. - Hay una cachorra que me gusta desde hace un tiempo, hemos pasado el rato juntos, me gusta más… y ahora sus padres no quieren que juegue más conmigo.
-¿Por qué? – Pregunté incrédulo.
Medio sonreí. Ciertamente, esto parecía una escena doméstica. El señor Fred sería el abuelo cascarrabias…
-De todas formas, cuando regrese la humana dile que mañana no pienso trabajar. Soy viejo y necesito dormir.
-Yo le diré.
Seguí esperando hasta que me impacienté y estaba a punto de salir a buscar a mi compañera. ¿Es que acaso no pensaba volver?
Entonces se abrió la puerta y una muy sonriente Rose entró y azotó la puerta para cerrarla.
-Hola guapo.
-Uh… hola Rose. ¿Tienes un segundo?
-Claro, ¿Qué pasa?
-Quisiera que retomáramos la conversación de hace rato, si no te importa. – Dije esperando su respuesta. Ella asintió efusivamente.
-Justo estaba pensando en eso.
-¿De verdad? – Pregunté esperanzado.
Ella volvió a asentir efusivamente y me dio una brillante sonrisa que yo correspondí.
-Bueno, lo que quería decirte hace unas horas es… bueno, tú eres mi pareja. Eres mi Luna.
No sé qué esperaba después de mi declaración. Ciertamente no esperaba que se me arrojara encima.
-¡Genial! Vamos a la cama. – Dijo con una sonrisa.
Me emocioné, no voy a mentir. Lo hice hasta que la olí de cerca.
-Guíame, no recuerdo cuál es tu habitación. - Dijo riendo.
Comenzó a manosearme por el camino y yo solo podía pensar en que ésta iba a ser una larga noche.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Papá compró una humana!