-No creo poder hacer un viaje más. – Dijo con un gemido la chica.
-Ya terminamos, no te preocupes. – Dije ayudándola a sentarse en la silla de la oficina.
Había estado corriendo los últimos dos minutos, literalmente, porque en cualquier momento alguien vendría a este pasillo, estaba segura. Tenía que generar una pequeña distracción para que tuviéramos tiempo para escapar antes de que comenzaran a buscarnos. ¿Mi solución? Hacer una pequeña hoguera en la oficina y en el pasillo. De todas formas ya llevaba en mi nuevo maletín todo lo que necesitaba, así que me puse a arrancar hojas de libros viejos y le dije a la chica que las dejara casualmente por el pasillo.
Con mucha suerte, la biblioteca de la puerta de alado y esta oficina arderían rápidamente y los lobos estarían muy ocupados tratando de apagar el desastre como para darse cuenta de que no estamos en la celda.
-Ahora, dame un segundo, debo de comenzar con la distracción y para eso debo volver a las celdas. – Dije en tono serio pasándole el portafolio y una llave que decía “Estacionamiento número uno”. – Si me atrapan antes, quiero que en cuanto puedas escapes por la ventana y escapes con el auto. ¿Entiendes? Si logras escapar, como un último favor quisiera que fueras a la manada Skyblue y entregues todo esto, estoy segura de que ellos sabrán qué hacer.
Ella asintió temblorosamente.
Le apreté suavemente un hombro y luego salí de ahí.
Cerré la puerta lentamente y luego me detuve a escuchar. Nada; corrí mandando la precaución al viento y abrí con pausas pequeñas la puerta de las celdas.
Cuando hubo el espacio suficiente para que pasara, me interné al horrible y nauseabundo lugar. Un escalofrío me recorrió y tuve que inhalar un par de veces para ser valiente y regresar a la celda para tomar la antorcha.
¿Para qué m****a usaban antorchas aquí cuando bien pudieron solamente conectar el cableado eléctrico como arriba? Solo podía suponer que era para darle un aspecto más tétrico al lugar… o quizá solo el lobo a cargo era tacaño.
Tomé con cuidado la antorcha y me di vuelta para irme, pero un movimiento cerca del cuerpo del lobo me hizo saltar, chillar y arrojar la antorcha.
-Joder… - Murmuré cuando me percaté de que el movimiento era producto de algunas ratas sobre el cuerpo del lobo… cuerpo que actualmente comenzaba a arder porque así de buena era mi puntería.
Eso no era parte del plan, pero como sea.
Tomé de nuevo la antorcha y salí de ahí de nuevo escuchando por voces y de nuevo abriendo solo lo necesario
Teniendo en cuenta de que un cuerpo quemado tenía un jodido aroma característico y que los lobos eran super sensibles, esperaba tener cinco minutos extra.
Y solo para asegurarme de ello, comencé a prender mi pequeña muralla de fuego que impedía el paso hacia el pasillo, hacia la ventana y hacia la libertad. Regresé mareada y jadeante con la chica y la jalé del brazo para que saliera mientras yo encendía esto como luces de navidad.
Ho Ho Ho.
Cuando prendí fuego a la biblioteca no me tomé la molestia de cerrar la puerta y en la oficina simplemente comencé a quemar algunas cosas y luego arrojé mi antorcha.
Feliz año nuevo también.
Abrí la ventana y apresuré a la chica para que fuera primero. Cayó de culo directamente pero no la oí quejarse; justo cuando estaba pasando una de mis piernas llegaron un par de lobos gritando que me detuviera, que había fuego, que alguien trajera agua… y un montón de tonterías que no me tomé la molestia de terminar de escuchar. Directamente me arrojé hacia afuera cayendo con tanta gracia como un pollo recién nacido.
Ja, yo era un pollo.
Me permití solo dos segundos para compadecer a mi trasero antes de levantarme, coger de nuevo mi maletín y la mano de la chica.
¿Cómo sabía hacia dónde ir? Bueno, el idiota que había construido el edificio también había dejado los planos detallados del lugar en esa oficina que sospechaba era del Alfa. Y según esa buena información, justo a la vuelta de la esquina estacionan los autos en parcelas de cemento con números.
Cuando lo leí pensé en que esta manada era o muy organizada o muy estúpida. Como sea, sería a nuestros propósitos.
Corrimos, o mejor dicho cojeamos, maldecimos y tomamos un breve descanso, para llegar hasta ahí. En la esquina nos detuvimos para que me asomara y diera pulgares arriba a la operación “Irse como la m****a del lugar”.
No había nadie, pero eso cambiaría pronto, estaba segura de que ya estaban detrás de nosotras.
-No te detengas. – Dije antes de volver a nuestra demente huida.
Llegamos al auto, que resultó ser una camioneta, y ya podía observar sus piernas comenzando a colapsar.
-Se qué no te pregunté antes pero, ¿De casualidad sabes conducir? – Pregunté mientras insertaba la llave del auto y abría las puertas. Para mi alivio, teníamos la mitad del tanque de gasolina.
-Ni siquiera sé andar en bici. – Dijo con un gemido subiéndose directamente en el asiento del copiloto.
Yo me senté detrás del volante y mi mente se puso en blanco. ¿Qué m****a había dicho el señor Fred que tenía que hacer?
Era algo sobre mover un palo y pisar a fondo, ¿No?
-Ponte el cinturón. – Dije con una confianza que no tenía.
Quité el palo y recé por pisar el pedal correcto antes de que saliéramos disparadas del lugar.
La huida no era gran ciencia, solo teníamos que seguir derecho y atravesar un par de rejas. Era algo así como un camino directo desde la entrada a la manada hasta la Casa de la manada. Kilómetros en línea recta, pan comido.
O al menos eso pensé hasta que un montón de lobos comenzaron a aullar y la primer reja que debíamos de atravesar comenzó a cerrarse.
-Vamos a morir, vamos a morir, vamos a morir…
-En este auto no se aceptan pesimistas. – Dije distraídamente pensando si nos mataríamos de verdad si solo pisaba a fondo.
-Es una camioneta. – Dijo con un gemido cerrando los ojos mientras sus uñas se aferraban al asiento.
-La misma cosa, pero si tanto te preocupa puedes conducir tú. – Dije mandando todo al diablo y pisando a fondo la cosa. – Ser tu propio jefe y todo eso.
-Quizá te tome la palabra. – Dijo entre dientes. - ¿Piensas que solo porque estoy parcialmente ciega no voy a quitarte del volante?
-Pienso que ambas tenemos las mismas posibilidades de matarnos en este auto sin importar quién maneje. – Dije con una risa desquiciada. – No tiene nada que ver si puedes o no ver porque… ¿Adivina qué? ¡Yo tampoco sé conducir!
Entonces atravesamos la jodida reja, literalmente.
Creo que algo se rompió en la parte delantera pero como la cosa siguió avanzando, no creía que fuera importante.
-¡Ja! ¡Pio pio perdedores! ¡Soy el pollo Alfa! – Dije bajando la ventanilla un poco para que pudieran escucharme.
Y luego la volví a cerra con un chillido cuando comenzaron a dispararnos.
-Vamos a morir, vamos a morir, vamos a morir… y moriré con alguien que piensa que es un ave. – Dijo la chica a mi lado lastimeramente.
– Ahora, no me desconcentres y mira si hay algo útil en la guantera. Con un poco de suerte hay galletas.
-Me preocupa más los disparos que estamos recibiendo… ¡Lobo!
Ella vió un lobo, yo vi un tope.
La camioneta saltó un poco y ambas chillamos. Yo por dolor, ella… quién sabe.
-Moriremos, moriremos, moriremos…
-Bien, se acabó señorita negatividad, busca en la guantera luego pongamos un poco de música. No debes de distraer a la conductora novata.
Dijo unas cuantas maldiciones pero me hizo caso.
Y ahí, brillando como un sol, ella encontró un móvil desechable.
-¡Si! – Grité emocionada. – Ahora toma el volante mientras yo hago una llamada.
Su cabeza giró tan rápidamente en mi dirección que pude escuchar un claro crujido eclipsando las detonaciones de las armas.
-¡Estás demente!
-No, estoy pensando en que necesitamos una dirección, indicaciones, un baño y una transfusión. – Dije arrebatándole la cosa de las manos. – Coge el volante.
Chilló y creo que le dijo algo feo a mis ancestros, pero yo estaba ocupada rezando porque esta cosa tuviera batería.
-¡Reja! – Gritó interrumpiéndome. Yo solo apreté más el acelerador.
La camioneta resistió una, suponía que resistiría otra.
Por fin la cosa se encendió y yo marqué el único otro número que me sabía además del de Edson.
-¿Diga?
-No… se preocupe, señor. – Dije jadeando un poco debido al dolor. Esperaba no haberme roto nada. – Por favor no llame a la policía o a cualquier persona.
Eso lo hizo levantar su cabeza y mirarme sospechosamente.
-¿Por qué no?
-Porque estamos huyendo. – Dije señalando a mi amiga. – Nos secuestraron unos horribles…
Y me quedé con la mente en blanco.
-Terroristas. – Dijo la chica dentro del auto. – Terroristas malos, de esos que explotan edificios y quieren derrocar al gobierno.
Pero que buena idea.
-Si, eso. – Dije temblorosamente. – ¿Por qué si no estaríamos desnudas con un auto robado en el medio de la nada? Tienen gente en los hospitales y en la policía, en cuanto llegáramos a cualquier lugar, estaríamos muertas.
-No quiero estar muerta. – Dijo la chica con un gemido muy convincente.
-Terroristas. – Dijo con horror. - Pero… pero estás sangrando. Y sospecho que tu amiga no está mucho mejor. – Dió un vistazo al coche. – No puedo dejarlas aquí sin atención médica, después de todo, por mi culpa su auto… o el auto de quien sea está incrustado en el árbol… ¡Oh dios mío! No me digan que son agentes infiltradas.
Casi sonreí, parecía niño en juguetería. No confiaba completamente en el tipo, pero medidas desesperadas y todo eso.
-De hecho, ¿Tiene GPS?
Y mientras el tipo me extendía su móvil yo procedí a inventar una loca historia sobre nosotras siendo agentes secretas que salvarían el mundo.
Dos agonizantes horas después (porque el tipo era algo así como un corredor de la Náscar) Nos dejó en el camino que llevaba a la manada Skyblue.
-¿Están seguras de que las deje aquí? – Dijo mirando alrededor sospechosamente. – Podría haber animales salvajes.
-No se comparan con los terroristas. – Dije con mi visión borrosa. – Y ya hemos abusado de su hospitalidad al tomar su ropa de pesca. No se preocupe, nuestros amigos de la CIA vendrán a recogernos.
-De acuerdo… ¿Los esperamos juntos? – Dijo esperanzado.
-Me temo que esta misión es tan secreta que tendrían que matarlo, señor Brooks. Ya ha contribuido un montón a su país.
-Y estamos agradecidas. – Dijo la chica a mi lado. Pobre, no creo que se sostenga en pie mucho más.
-De acuerdo, cuídense.
Y se fue.
No me preocupaba demasiado ya que había mandado un mensaje a Chase desde el celular del señor Brooks para que vinieran a recogernos.
Solo dos minutos después diez guardias llegaron.
-Hola chicos, ¿Podrían llevarnos con el Alfa Noa?
-Huelo un montón de sangre, Rose. – Dijo uno de ellos. Lo reconocía vagamente… ah, era Erik, el tipo que me vió matar a unos cuantos lobos. Buenos tiempos. - ¿Quieres ir primero a la…?
-Pueden llevar a mi amiga ahí, yo necesito hablar urgentemente con el Alfa. – Dije perdiendo el equilibrio. Erik se apresuró a cogerme en brazos.
-Gracias. Los pollos tienen un límite de resistencia.
-Por favor, ayúdenla. Lleva varias horas diciendo incoherencias.
-Ah, lo que tu no sabes es que cuando deje de decir incoherencias será porque la adrenalina que me mantiene despierta y viva se ha acabado. Me desangro. – Dije cerrando los ojos. – De prisa, Erik. Lleva ese maletín con nosotros.
El tipo tenía largas piernas que comieron la distancia en segundos. O tal vez solo me desmayé y de repente desperté con el Alfa Noa gritando tonterías.
-Alfa. – Dije forzando mis ojos a abrirse.- En el maletín se encuentran las pruebas de que fue el Alfa Luca quien mandó a atacar a esta manada hace un tiempo; también hay pruebas de que fue él quien atacó a todas las mandas… y hay un jodido plan paso por paso para unir al resto de las manadas contra nosotros en… ¿Noventa horas? No lo sé, solo…
Y eso fue lo último que recuerdo decir.
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