ADVERTENCIA: ALTO CONTENIDO SENSIBLE.
Edson.
Me alegraba que Rose se estuviera divirtiendo. Las últimas semanas habían sido una montaña rusa emocional para ella… demonios, los últimos cinco años habían sido una m****a para ella.
Cuando me contó sobre su pasado quise ir y matar a todos esos humanos yo mismo. Y lo haría con una sonrisa si me lo pidiera, pero ella no era así. Ella era una chica con un tierno corazón que decidía siempre perdonar en vez de guardar rencor… excepto cuando llegaba a su límite.
Prueba de eso fue la bonita masacre que protagonizó hace un tiempo. Ella sola se encargó de setenta y seis lobos enemigos sin parpadear, lo que nos dio tiempo de evacuar y salvar vidas. Ella era un milagro empapado de sangre, sobre todo cuando los lobos invasores se dieron cuenta de que estaban siendo eliminados rápidamente y emprendieron la retirada.
-¿Quieres que te rellene la bebida, Beta? – Dijo Beatriz con una sonrisa seductora.
-Claro, ¿Me la das con los labios? – Dije meneando las cejas. Ella solo se rió y se fue a la cocina.
Rose tenía razón, debí de simplemente haberle preguntado hace años si quisiera salir conmigo, eso me hizo darme cuenta de que no e gustaba como pareja, pero si para un rato de diversión.
De hecho estaba pensando seriamente en mudarme a casa de mi hermana hasta que terminaran la reconstrucción de mi casa. Creo que ya he abusado de la hospitalidad de Beatriz y no quisiera que tuviera falsas esperanzas. Si, soy un macho egoísta la mayor parte del tiempo con mis “necesidades”, pero no busco lastimar a nadie.
Se lo diría en algún momento de esta semana. Quizá cuando terminara todo el papeleo pendiente y las medidas de seguridad extra que me ha encargado mi Alfa.
Ese es otro tema en el que he estado pensando: Ser Alfa.
No creo estar capacitado para el puesto, además, me gusta ser un Beta. Si el Alfa Noa de verdad me elige como sucesor, tendría que rechazarlo delante de la manada y… si, no quiero eso. Tengo que hablar con él y decirle que no me contemple a mí.
La única razón por la que querría ser Alfa es por lo de tener una nueva pareja, pero mi tiempo con Rose me ha hecho entender que no necesitaba la ayuda mística de Nuestra Gran Madre para encontrar alguien a quien amar y que me ame. La chica estaba afuera, en alguna parte y la encontraría.
-Aquí tienes, Beta. – Dijo Beatriz regresando y sentándose en mis piernas.
-Huele dulce, ¿Le pusiste del jugo de Rose? – Pregunté mientras me lo bebía de golpe.
-Si, probé la combinación más temprano y pensé que te gustaría. – Dijo quitándome la copa y dejándola en una de las mesas auxiliares. - ¿Qué te parecería acompañarme a la habitación y tener un poco de diversión rápida?
-Uh… somos los anfitriones, se vería mal que desapareciéramos a mitad de la fiesta improvisada que, por cierto, dijiste que solo seríamos nosotros tres. No es que me queje, pero solo comí un par de snaks con Rose antes de venir para acá y no veo comida.
-Me encontré con un par de amigos de camino aquí y les comenté sobre el cumpleaños de Rose. – Dijo encogiéndose de hombros. – Ella ha ganado popularidad; si no se le habían acercado aun es porque tiene esa vibra de “aléjate”. Como sea, no vinieron a vernos a nosotros, ¿Vienes?
Entonces la loba se acercó a m oído y me dijo que me había preparado algo especial en la habitación.
Soy curioso así que solo me encogí de hombros y me levanté con ella en brazos; justo como dijo, nadie se percató de que nos fuimos.
-Ya verás Beta, estoy segura de que no nos perderemos nada. – Dijo con una risilla.
Eso también me había estado molestando; la loba no paraba de decirme “Beta”. Lo entendía que lo hiciera en el trabajo, pero lo hacía incluso cuando intimábamos y me hacía sentir incómodo.
Llegamos a la habitación y me pidió que me pusiera en la cama con los brazos extendidos.
-Debes cerrar los ojos para no arruinar la sorpresa. – Dijo cuando me puse como quiso.
Lo hice y la escuché comenzar a caminar por la habitación antes de que se acercara y me esposara de pies y manos en la cama. Medio sonreí, no era mi estilo, pero si ella quería jugar, no me importaba probar.
Entonces un fuerte mareo me hizo perder momentáneamente la visión. Vaya, no más alcohol por hoy.
-Me cambiaré para ti, dame dos minutos Beta. – Dijo guiñándome un ojo y saliendo de la habitación.
Yo cerré los ojos para deshacerme del mareo y poderme concentrar en lo que vendría, pero creo que me quedé dormido porque la siguiente vez que abrí los ojos la habitación estaba iluminada y había una loba que no conocía de nada mirándome fijamente desde la puerta.
-¿Quién…?
Mi lengua se sentía pesada. Intenté mover los brazos pero no me respondía bien el cuerpo. Comencé a sentir un poco de miedo cuando la loba comenzó a arremangarse.
-Mi nombre no es importante. – Dijo acercándose a la cama. Yo gruñí, ¿Dónde estaba Beatriz? – Lo importantes lo que necesito saber de ti. ¿Laura? Nuestro amigo ya ha despertado. – Dijo con una sonrisa maliciosa.
Y ahí entrando por la puerta estaba Beatriz mirándose aburrida.
-Ya era hora de que despertara, tengo que ir a trabajar en cinco minutos y prometiste que sería la primera en verlo.
-Por supuesto que lo verás. – Dijo extendiendo la mano. Beatriz se acercó y le entregó algo que no pude ver. – ¿Qué es lo que quieres saber?
No me gustaba cómo sonaba eso.
-Sus claves bancarias. – Dijo rodando los ojos. – He estado cerca de él por tres años y no he podido conseguir eso.
-Ah, un Beta precavido. – Dijo divertida la loba. – Bueno, no tanto porque dejaba mucha información preciada a la vista de todos, ¿No es así?
-Un Beta estúpido. – Dijo Beatriz asintiendo. - ¿Qué esperabas? Su Alfa también es idiota.
-¿Lo dices porque te aceptó en su manada sin revisar tus antecedentes?
-Lo digo porque tiene como candidato número uno a suplirlo al tipo idiota en la cama.
-Punto discutible.
La loba se acercó a mí y abrí mis ojos con horror al ver un enorme cuchillo. Entonces desgarró mi camisa y lo puso peligrosamente cerca de mi corazón.
-Ahora, puedes comenzar a recitar los números.
Joder, cuando lo ponía así…
-Dos… siete…
Terminé pero la loba no retiró el cuchillo. Vi a Beatriz… ¿O Laura? Irse de la habitación sin mirar atrás.
-Bien, ahora voy a poner cerca de tu cara un mapa de la Casa de la manada y tú me vas a decir dónde está la caja fuerte y la combinación.
-No. – Dije firmemente.
Podían ir al banco y sacar la magnífica cantidad de siete dólares porque no era ahí en donde tenía mi dinero, sino en la cuenta de mi hermana. Cuando tuvo a Amanda le dije que comenzaría a depositar dinero a su nombre por si ellos tenían alguna emergencia.
No dejaría que alguien tocara las cuentas de la manada; más allá de que ni siquiera supiera la combinación o dónde se encontraba la caja, no sucumbiría a demandas que significarían traición hacia mi manada.
-No te preocupes, tengo mucho tiempo libre. – Dijo la loba con una sonrisa.
Y entonces comenzó a destrozar el resto de mi ropa para comenzar a “consentir” mis pies.
Lo hacía cuidadosamente lento y esperaba solo lo suficiente a que las heridas sanaran lo justo para seguir cortando. Corte a corte fue minuciosa y las sábanas comenzaron a empaparse de mi sangre.
Mientras tanto yo solo podía gemir en voz baja, ¿Qué m****a me habían hecho?
-¿Qué…?
-Ah, ¿Ya quieres hablar? – Dijo en tono aburrido. – Aun no termino, quiero darte una repasada por todo el cuerpo antes de escucharte. Mientras tanto, puedes tener esto.
Tomó uno de mis calcetines y lo puso en mi boca.
-Ahora me he aburrido de tus dedos, pasemos a tus piernas.
El dolor y el agotamiento siguieron por las siguientes horas. La luz del sol se había ido y regresado para volver a irse y regresar. La loba no dejaba de cortar y únicamente se marchaba de la habitación por un bocadillo antes de continuar con su tortura.
Lo que sea que me hayan dado terminó de ser digerido por mi sistema y ahora podía sentir el dolor en toda su extensión, así que comencé a gemir para luego gritar cada vez más fuerte.
-Ya basta, hoy solo llevo la mitad. – Dijo la loba con fastidio. – Deja de moverte, debo desposar tu mano para que pueda cortar los tendones de tu muñeca. Será divertido, ya lo verás.
Me quedé quieto pero solo porque si me soltaba de una mano, quizá podría ahorcar a la loba, robarle el cuchillo o cualquier m****a. Había intentado todo este tiempo transformarme sin éxito y comenzaba a preocuparme.
Justo cuando estaba por soltarme, regresó mi ex secretaria para darle un informe completo de alguna m****a que encontró en mi oficina.
-De acuerdo, háblame de ello en la cocina, muero de sed. Torturar es una tarea agotadora. Tú no te muevas de ahí. – Dijo antes de alejarse y cerrar la puerta.
Joder, estaba seguro de que en cuanto se aburriera me mataría. Inhalé y exhalé un par de veces para aclarar mi cabeza. ¿Cómo podría pedir ayuda? Además, debía de informar al Alfa sobre la loba loca y la traidora.
Justo en ese momento vino a mi cabeza la escena de una película de acción de las que no le gustaban a Rose. Ese día la convencí a base de mucho helado para que me dejara escoger la película; en ella un par de tipo militares eran capturados por el enemigo y ellos aprovecharon cuando los dejaron solos para dislocar sus muñecas y así quitarse las esposas.
Era un muy poco atractivo plan, pero en este punto una muñeca rota era el menor de mis problemas.
Conté hasta tres y giré mi brazo hasta que mi muñeca se dislocó. ¿Cómo lo supe? Por el jodido dolor y mi muñeca laxa, menos mal que tenía la mordaza y las lobas en la cocina no pudieron escucharme.
Con eso hecho y después de respirar profundo, volví a girar el brazo hasta liberar mi muñeca. Dolió, pero sobreviviría.
La loba no había tenido la precaución de revisar qué tenía en mi ropa cuando comenzó a romperla; ni siquiera alejó los restos de tela de mi cuerpo, solo los hizo a un lado. Y ahí, junto a mi cadera, estaba lo que yo creía que era mi móvil.
Me debatí salvajemente importándome un carajo las estupideces que salían de la boca de la loba.
-Te daré un par de opciones. – Dijo limpiando el cuchillo con la sábana. – Puedes seguir sintiendo dolor o puedes suplicarme y yo te daré otra dosis más fuerte. Quizá no sientas nada en un par de horas… ¿No? Oh, bueno, entonces toquemos por fin su bonita cara. No es tan espectacular como la de Bastian, pero tampoco está tan mal.
Y con eso comenzó su lenta tortura en mi rostro.
Creo que me desmayé un par de veces, pero ella se encargaba de volverme a despertar con algunas bofetadas, con agua helada o simplemente clavando más profundo el cuchillo.
-Yo no sé para qué carajo te seguimos manteniendo con vida. Ya deja de lloriquear, yo no tendría que hacer esto si no se te hubiera ocurrido hacer esa llamada. ¿A quién marcaste? Jodido lobo, pensé que estabas bien drogado… quédate quieto, de todas formas no podrás hacer nada una vez que llegue… ¡Que te quedes quieto, joder! Sigue así y daré la señal para que invadan tu manada ahora mismo. – Dijo con una carcajada cruel. – Será fácil tomar la Guardería y hacer que me entreguen la manada voluntariamente.
Entonces la puerta de la habitación se abrió y yo quise gritar en advertencia, pero ya ninguna parte de mi cuerpo me respondía. Así fue como vi en cámara lenta a Clarissa levantar un arma y apuntar a la cara de Rose.
¡No, Joder!
De pronto Laura apareció detrás de ella y le dio un fuerte golpe en el cuello haciendo que se cayera.
Me debatí débilmente ante la carcajada siniestra de Clarissa.
-La vi desde el cuarto de cámaras venir hacia aquí. – Dijo con voz monótona. – ¿La matas tú o la mato yo?
-¿Sabes? Estar aquí disfrutando de mi tiempo con este Beta me hizo pensar en un plan mejor. ¿Me has dicho que estos dos son íntimos, no? Pues solo hay que decir que se escaparon juntos como un par de tortolitos. Entonces yo regresaré y consolare a Bastian… antes de entregarle esta manada y, quizá, otro cachorro. – Dijo con ojos de loca. -Llevaré a la humana con otra humana especial para utilizarla en el futuro, ¿Quién sabe? Las posibilidades son tantas… quizá siga experimentando con la droga en humanos. Lo que me recuerda que me debes un par de cientos de dólares por eso.
-No fue mi culpa, ella andaba merodeando el pasillo mientras tú le administrabas más droga al Beta. Te vió y tuve que improvisar. – Dijo a la defensiva. – Incluso la seguí en caso de que fuera directo con el Alfa.
-Pensé que la dosis que le diste hace unos días la mataría, debería de ver cuántas dosis más aguantaría antes de morir.
-Bien, ¿Qué hacemos con el lobo? – Dijo señalándome.
-Ya me he aburrido, solo déjalo aquí. – Dijo encogiéndose de hombros. – Ayúdame a subir nuestra carga al auto. De todas formas nos iremos de aquí pronto.
Arrastraron a Rose ante mi impotente mirada y me dejaron desangrándome ahí.
Lágrimas de frustración comenzaron a correr por mi cara, le había fallado a mi manada, a mi Alfa, a mi familia y a mi amiga. No merecía vivir.
Cerré los ojos y recé por irme rápidamente de este mundo.
La siguiente vez que desperté comencé a llorar porque mi hermana estaba casi sobre mi cara. Si yo estaba muerto, significaba que ella también y quizá todos aquellos a los que amaba.
-¡Hermano! Has despertado… Oh Madre, me lo has devuelto. – Ella tomó temblorosamente una de mis manos y comenzó a llorar conmigo.
-Lo siento, lo siento. – Dije entre jadeos. – Te fallé, no pude proteger a la familia y ahora estamos muertos…
-¡¿Qué?! ¡No! Todos estamos vivos, estamos vivos Edson. – Dijo aferrándose a mí con más fuerza. – Estamos vivos y estamos bien… Oh, hermano...
Tarde quizá un par de horas en convencerme de que seguía vivo. Tardé un día en creerle a mi hermana que quien salvó mi vida fue Bastian y luego tardé un día más en aceptar que cualquier m****a que me hubiera hecho esa loba en la piel no sería permanente.
Incluso mi hermana tuvo que traerme un espejo en el que miraba mi cara para ver por mi mismo que se encontraba completamente curada.
Era solo mi cordura la que no se encontraba bien. Podía sentir a todas horas el cuchillo repasar mi piel una y otra vez sin detenerse.
Había preguntado por Rose mientras me volvía loco, pero no supo decirme en dónde estaba ya que la manada había entrado en un estado de alerta sin comunicación. También el Alfa había ordenado que nadie saliera de sus casas mientras ocurría una evacuación.
En algún momento de la tarde mi hermana me informó que tenía visitas y eso me puso tenso, pero rápidamente lo superé cuando olí más de cerca de quien se trataba.
-¡Cariño! – Dije emocionado cuando abrí la puerta y la vi ahí en el porche delantero luciendo una horrible bata de hospital.
-¡Edson! – Dijo mirándome de arriba abajo.
Reímos cuando nos dimos cuenta de que hicimos lo mismo al mismo tiempo.
La empujé dentro de mis brazos y simplemente la llevé hasta el sillón conmigo.
-Estoy feliz de que estes viva. – Dije contra su cabello de forma temblorosa.
-Estoy feliz de que estes vivo, perdón por no haber estado ahí para ti cuando lo necesitabas.
Y solo así me encontré llorando como un bebé adulto sobre ella.
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