Edson tomó prestado un auto; me negaba a pensar que lo habíamos robado a pesar de que tuvo que cruzar algunos cables para que arrancara.
Se respiraba un ambiente de luto mientras él pisaba a fondo el acelerador.
-Lo siento mucho, Edson. – Dije en tono suave cuando cruzamos la entrada de la manada.
-Era el mejor de los Alfas. No te culpes, en cuanto me deshice de la loba pude ver su cuerpo… no había mucho que pudiera hacer nadie por él. – Dijo apretando los puños contra el volante. – Y, si te soy honesto, egoístamente me alegro de no haber sido yo quien lo hiciera. No podría haber vivido con la culpa de su muerte.
-Lo sé. – Dije alcanzando su muslo para darle un pequeño apretón. – Y, desgraciadamente, no sé si está sobre la mesa lo de renunciar. Tú serías mejor Alfa que yo.
¿Abriría la tierra su deidad de mal carácter si rechazaba el comando? No quería averiguarlo.
-Te lo dije ya una vez: No quiero ni aspiraba al puesto. No lo hago pero… ¿Estás bien? Me refiero a… bueno nunca un humano, que yo sepa, había tomado el comando Alfa.
-No. – Dije honestamente. – Tengo entendido que me morí y luego reviví gracias a que toda tu manada… uh, nuestra manada, me aceptó unánimemente y tu deidad se compadeció de mi frágil e inútil cuerpo.
-¿Qué?
-Nada. – Dije con un suspiro cansado. – No me siento bien tanto física como mentalmente. Bastian lo hizo parecer sencillo.
-¿No lo es? – Preguntó curioso y dejando pasar mi comentario anterior.
-No. Es como si tuviera miles de hilos saliendo de mi cerebro; extraño y perturbador. Bueno, ser Luna también lo es.
-Yo también encuentro extraño que tengas un aura de Alfa pero que huelas a una Luna. Mi lobo se siente confundido. – Dijo mirándome de reojo. – Escucha, sé que eres mi Alfa desde hace menos de diez minutos y que quizá no sea el mejor momento, pero quisiera presentar mi renuncia como Beta.
-Esta bien. ¿Cuántos Betas me quedan? – Pregunté curiosa.
-Ninguno. Todos se quedaron detrás en tu sala de estar.
-Joder. ¿Ves? Ni diez minutos en el cargo y ya no tengo Betas, mi manada se encuentra en peligro y la mitad de mis guerreros están esperando a un ejército que no llegará hasta… donde sea que estén. No estoy hecha para ser una Alfa, no estoy hecha para ser una Luna y no estoy hecha para estar en medio de una guerra que ni siquiera es de mi propia especie.
Solo tenía dieciocho años, ¿Cuántas presiones debe de sufrir una humana sin colapsar? Creo que tenía derecho a perder la cabeza un poco. Y eso hice. Puede que incluso hiciera algunos pucheros a pesar de la situación tan seria a la que nos enfrentábamos.
-¿Ya has terminado de autocompadecerte? -Preguntó en tono aburrido.
-No, pero eso no cambiará mi situación, ¿Verdad?
-No. – Él suspiró cuando volví a mi discurso de “pobre de mi”. – Bien, puedo seguir siendo un Beta… tu Beta por un poco más de tiempo. Solo hasta que se terminen nuestros problemas.
-Genial. – Dije en tono más feliz mientras él negaba la cabeza. Ya sabía que no me dejaría tirada; era un explotador pero tenía buen corazón. – Ahora, ¿Me prestarías tu móvil?
-¿Llamarás a Bastian?- Preguntó lanzando su móvil a mi regazo.
-Por supuesto que no, no tengo su número.
Marqué a mi cachorro favorito.
-Hey Chase, ¿Cómo están las cosas por allá? – Pregunté en el tono más feliz que pude reunir porque no quería preocuparlo, pero supongo que fracasé miserablemente.
-¿Rose? ¿Qué sucede? ¿Estás bien?
-Yo estoy bien. – Ni un poco. – Quería preguntarte si podrías poner al móvil al lobo que se ha quedado a cargo en el Lugar seguro, por favor.
-Claro, pero Rose… ¿Por qué Amanda dice que ahora eres su Alfa?
Bien, a la m****a la parte de no preocupar al cachorro.
-Larga, muy larga historia que contaré en… ¿Cuánto falta para llegar a la manada? – Pregunté a Edson.
-Quince minutos si no dejo de pisar el acelerador.
-Eso, quince minutos. Pásame al lobo jefe. – Dije jovialmente.
Lo hizo aunque con un poco de aprehensión.
-Diga.
-¿Señor Fred? ¡Genial! Bueno, solo llamaba para informar un par de cosas.
-¿Esto es sobre ti siendo un Alfa?
-Qué rápido se esparcen las noticias. – Murmuré antes de continuar. – Si, pero también es sobre la m*****a guerra. Debe de comenzar a ordenar que los civiles salgan del Lugar seguro, ¿Hay alguna salida trasera o lo que sea para una evacuación masiva y que sea posible en menos de veinte minutos?
-No. ¿Qué está pasando, humana? – Dijo en tono duro.
-No lo tengo muy claro, solo sé que las últimas palabras del Alfa Noa fueron sobre un cambio de planes en la guerra. Atacarán el Lugar Seguro en la próxima media hora.
Yo tuve que alejar el móvil de mi oído ya que el señor Fred comenzó a maldecir, despotricar y, en general, a gritar sobre la madre que parió a no sé quién.
-Necesito más información, humana. – Dijo cuando por fin se calmó.
-Yo también. – Dije honestamente. – Desgraciadamente no la tengo y tenemos que vivir con lo poco que sabemos. Bastian vade camino lejos de la manada para ir al supuesto sitio en donde no va a haber nadie, así que el único lobo competente que nos queda es usted. ¿Alguna idea?
-Comenzaré los preparativos para una evacuación de emergencia, pero me temo que no tenemos a dónde llevar a nadie.
-En última estancia, llévelos hacia Skilltown. – Dije pensando rápido. – Esa también es una larga historia, pero digamos que ese ya es parte del territorio de Bastian desde hace un par de horas.
-Bien. Llega rápido humana, necesito detalles.
Y con eso me colgó. Yo fruncí el ceño y volví a marcar.
-Hey, cachorro. – Dije rápidamente. - ¿Podrías darme el número móvil de tu padre? ¿O el de Rowan?
-Puedo. – Dijo lentamente. – Espero que ya tenga señal.
Eso me detuvo un poco.
-¿Le has llamado recientemente?
-Si, justo cuando los cachorros de Skyblue comenzaron a llorar en masa por la pérdida de su Alfa. Quería saber si papá estaba bien.
-Tu padre estaba lejos cuando ocurrió lo del Alfa Noa. – Dije suavemente. – No te preocupes, estoy segura de que está bien.
Colgué la llamada y esperé a que el cachorro me enviara los números por mensaje.
Le llamé primero a Bastian; su móvil estaba muerto. Luego llamé a Rowan y su móvil también estaba muerto.
-Es probable que no tengan cobertura. – Dijo Edson con un gruñido. – Tengo entendido que el lugar a donde fueron tiene una densa vegetación y se encuentra al pie de una pequeña montaña.
-¿Sabes a qué distancia se encuentra de la manada Firebuck?
-Yo diría que poco más de una hora. – Dijo sombrío.
Joder. Eso quería decir que seríamos pocos en la parte de las negociaciones… si es que las otras manadas querían negociar.
-Por favor, dime que el Alfa Noa y Bastian tenían un plan en caso de que todo se fuera a la m****a.
-Lo tenían. El Alfa sobreviviente escaparía con la manada mientras el otro los distraía con las múltiples trampas en Skyblue. Inclusive se barajeó la posibilidad de huir del continente y comprar varias hectáreas en otro; el dinero no era un problema debido a que cierta humana llenó los bolsillos de ambos Alfas. La verdad no sabría decirte cuál fue el plan final ya que para ese momento yo estaba… bueno, siendo torturado por una loba desquiciada. Después tu pareja me sacó del infierno, luego tuve algunos días para pensar sobre la m****a de la vida…
-Y ya no preguntaste qué carajo habían decidido. Lo capto. – Dije frotándome la cara con ambas manos. – De acuerdo. Hazme un favor, en cuanto lleguemos a Firebuck, me bajaré del auto y quiero que no dejes de acelerar hasta llegar al punto de reunión. Trae el culo de Bastian y de todos los guardias que puedas, por favor. Intentaré ganar tiempo de alguna forma.
-¿Tienes un plan? – Preguntó apretando los dientes. – No me gusta la idea de dejarte a tu suerte con un montón de civiles para detener una guerra.
-No es como que tengamos muchas opciones. – Dije con un pequeño gemido. – Necesito a Bastian y las pruebas, no sé si los demás lobos invasores rechacen mi “autoridad” como Alfa y me escuchen siquiera.
-Algunos se mostrarán incrédulos. - Dijo dándome la razón. – Otros quizá se rían en tu cara… ¿Por qué no les das una muestra de tu poder? Eso nos puede hacer ganar algo de tiempo mientras yo voy por las pruebas que necesitamos con el grupo de Bastian para evitar la guerra.
-¿Una muestra de mi poder? – Pregunté desconcertada. – ¿Quieres que mate a algún pobre desgraciado y luego baile y cante alrededor de su cadáver dándole gracias a tu deidad para que puedan ser testigos de las escalofriantes luces elevándose al cielo? No creo que me gane puntos por eso; a lo mucho me querrán matar más rápido. Sería un espectáculo entretenido, pero no ganaré el tiempo suficiente como para que tú… ¡Ay! ¿Y eso por qué fue?
El bastardo había golpeado mi brazo.
-No encontré una forma mejor para detener tu tren de dramatismo e ideas perturbadoras. – Dijo con un bufido. – Por supuesto que no me refiero a que mates a alguien y luego lleves su alma con Nuestra Gran Madre; me refería a que retes a un duelo a alguno de los Alfas que lleguen a la manada.
-Ah, claro. Esa iba a ser mi segunda idea. -Dije asintiendo antes de realmente analizar lo que acababa de decir. - ¡¿Qué?! ¡¿Te volviste demente?! ¡¿Para qué m****a retaría a un ALFA a un duelo?!
-Mejor aún, reta a varios de ellos a la vez. – Dijo con una sonrisa el desgraciado. – Los desconcertarás lo suficiente como para ser cautelosos y retrasar un poco el ataque. Utiliza tu reputación para infundirles un poco de miedo, inventa alguna historia sobre tus hábitos para liquidar lobos… ¡No lo sé! Improvisa mujer.
-¡Una cosa es darle una muerte rápida a un Alfa moribundo y otra muy diferente planear liquidar no a uno sino a VARIOS Alfas a la vez! No estoy orgullosa de lo que le hice al Alfa Noa, y ¿Ahora me pides que me encargue de los demás? ¡¿Pero quién has creído que soy?! Sé dar algunos golpes, sé defenderme de algunos golpes… ¡Lo que tú propones es suicidio!
Y su no tan dulce Gran Madre no volvería a salvar mi pellejo.
-¿Por qué? - Casi me atraganto.- Solo piénsalo Rose; no todos los Alfas son buenos en combate. La mayoría de ellos se la pasan detrás de un escritorio rascándose el trasero y dejando que sus múltiples Betas hagan el trabajo pesado. Cuando los retes a un duelo no sabrán qué hacer, quizá hasta intenten negociar su rendición.
-Bien. Digamos que hipotéticamente tengo los ovarios suficientes como para decirle a siete Alfas que les patearé su trasero en un duelo. Al mismo tiempo. Y digamos que, hipotéticamente, se rinden sin resistencia. ¿Cuántos de estos Alfas hipotéticos crees que mojarán sus pantalones?
El hermano de Rodrigo era uno de los guardias que estaba muerto cuando llegué a mi casa; de alguna forma presintió problemas y dejó su celular grabando el audio de lo que pasaba. Su celular solo dejó de grabar cuando su batería murió.
-Era su medida de seguridad. – Dijo Rodrigo limpiando las lágrimas de sus ojos. – La vida de un Beta suele ser peligrosa y él estaba preocupado porque un día no regresara y mi madre muriera de pena sin saber qué había sucedido con él. Dijo que sería nuestro secreto, pero creo que lo que hay en este audio es importante y debía mostrártelo, Alfa.
-Es muy importante, muchas gracias por compartirlo. – Dije abriendo mis brazos para reconfortar al casi lobo adulto. - ¿Se lo has mostrado a tu madre?
-No. Nunca imaginé que llegaría el día en que tuviera que darle una noticia así. – Dijo con tristeza apretándose a mi pecho.
-Bien, cuando todo esto termine, te ayudaré a darle la noticia a tu madre.
-Gracias, Alfa. – Dijo un poco más tranquilo.
-Ahora, regresa adentro y hazme un favor: Necesito que le enseñes el audio completo al lobo a cargo, se llama Frederick y es un lobo un tanto huraño. Mientras yo me encargo de protegerlos, quiero que lo dejes escuchar el audio, por favor.
-Si Alfa.
Para cuando se marchó, los guardias que había mandado a traer comenzaron a formar una fila delante de mí. En total serían unos buenos treinta lobos. Comencé a hablar cuando el señor Fred salió del pozo.
-Lamento mucho la pérdida de su anterior Alfa, Skyblue. – Comencé y vi algunos hombros caer. – El mejor Alfa que he conocido. No tengo tiempo para explicarles el por qué ahora me he convertido en su Alfa y por qué también soy su Luna, así que iré al grano: La situación es una m****a. Hasta hace unas horas me encontraba en la manada Skilltown matando al Alfa Luca, quién todos sabemos que fue el bastardo que orquestó todo el asunto de la guerra. Al regresar a la manada Skyblue me he encontrado con la hija de Luca; tengo muchos motivos para sospechar que de alguna forma engañó a su Alfa con el único propósito de eliminarlo. En los últimos momentos del Alfa Noa siguió pensando en su manada, en nosotros y me dio un corto pero contundente mensaje: En una hora la guerra llegaría hasta aquí. Han pasado al menos veinticinco minutos lobos, y no voy a mentirles, solamente tengo un loco y arriesgado plan. Agradezco que me hayan aceptado como su líder y sé que esto es muy repentino, pero necesito voluntarios que sean centinelas para avisarnos cuando llegue el ejército. Piénselo, por favor, no daré la orden. – Entonces miré a los pocos guardias de Firebuck. – Sé que su Alfa es Bastian, así que no puedo ordenar o pedirles ningún favor a ustedes. Yo solo soy su Luna. Espero que sepan que no garantizo su propia seguridad en esta misión.
Esperé diez eternos segundos a que alguno se ofreciera.
Uno a uno, todos los lobos presentes a excepción del señor Fred levantaron la mano con expresión solemne.
-Gracias. – Dije con alivio. – Necesitaré solo unos diez centinelas para que vigilen un kilómetro a la redonda en todas las posibles direcciones por las que podrían llegar los problemas. Aúllen en caso de que vengan desde su dirección y corran para acá; no intenten enfrentarlos. – Dije con la mente trabajando a toda velocidad. – Deberían de ir en parejas. Necesito a otros diez defendiendo esta puerta con sus vidas en caso de que tengamos que hacerlo y el resto quiero que custodien la puerta desde dentro. Recen a la Gran Madre porque no lleguemos tan lejos como para tener que defendernos.
-Si, Alfa.
-Si, Luna.
Y con eso ellos mismos se organizaron y partieron.
-¿Qué tienes en mente, humana? – preguntó el señor Fred caminando hacia mi dirección.
-Edson piensa que sería buena idea retar a un duelo a los Alfas. – Dije sentándome sobre el suelo. El señor Fred me siguió. No creo que tenga algún descanso en el futuro próximo y aprovecharía todo el tiempo que pudiera para hacerlo.
-Sería una buena idea si solo quisieras postergar lo inevitable o conseguir otro territorio. – Dijo con voz seria. – Supongo que es lo primero.
-Si. Necesito ganar tiempo hasta que Bastian y el resto de los guerreros regresen del sitio de reunión y traigan las pruebas de los ataques hacia las otras manadas.
Procedí a hacerle un resumen rápido al señor Fred sobre lo que había estado pasando en la manada en su ausencia.
-Sabía que Luca era problemas y que su hija era una sicópata. – Gruñó con disgusto. – Bien, ¿Dónde me necesitas?
-Dentro de ese búnker. – Dije en tono serio. – Un chico llamado Rodrigo le mostrará una grabación importante que quiero que escuche con atención. Sospecho que resolverá muchos de los misterios de los últimos años y le dará alivio a las almas de los familiares de algunos lobos que aparecen en la grabación. Si todo sale mal, las dos manadas únicamente lo tendrán usted para guiarlos fuera de aquí. Desconozco si querrán quedarse con usted como su Alfa, pero…
-Lo sé. – Dijo en tono solemne ante de levantarse. – No mueras, humana. Y si lo haces, sabes que yo cuidaré de Chase… quien ha estado espiando nuestra conversación en los últimos minutos. Sal de ahí cachorro.
Yo gire el cuerpo para ver al cachorro de lobo caminando hacia mí con el rabo entre las piernas. Le hice un gesto para que se sentara sobre mis piernas, él negó con la cabeza y se transformó para sentarse a mi lado.
-¿Moriremos todos?
Su pregunta me rompió el corazón, pero era muy válida. Por lo que yo sabía, durante una guerra a gran escala no se dejaban vivo a los miembros de la manada perdedora.
-Haré todo lo posible por que ese no sea el caso. – Dije honestamente. – Estamos en un problema muy serio, pequeño.
-Lo imaginé cuando los adultos comenzaron a volverse locos allá abajo. – Murmuró. – Bueno, el señor Fred nunca ha sido suave para hablar, supongo que el decirles “Estamos jodidos, las manadas vienen para acá” no fue la forma más tranquila de decirlo, pero si la más directa.
Entonces alzó la mano para tocar algo en mi cuello. Tomó suavemente uno de los dijes del collar que había olvidado que seguía ahí. ¿Por cuántas cosas había tenido que pasar el collar desde que Chase me lo regaló?
Yo envolví mi mano alrededor de la suya.
-Ve con Amanda, ya es hora de cerrar el Lugar Seguro. Tu padre y yo nos encargaremos de todo.
-Está bien. ¿Qué cenaremos?
Yo le sonreí con ternura.
-Pizza, entre más grasienta mejor. Volveré junto a ustedes, lo prometo.
Vi a Chase irse y mi corazón se apretó. Me sacudí la sensación y cerré los ojos. Estaba segura de que en cualquier momento sonaría la alarma de los problemas… y no me equivoqué. Solo un minuto después, desde el frente sonó el primer y segundo aullido.
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