Narra Amanda.
El señor White, salió desde temprano, al parecer estaría afuera todo el día. Cómo era uno de mis dos días libres, pase la mañana en el jardín leyendo uno de mis libros, me encantaba la lectura y podía perderme horas devorando esas maravillosas obras. Las niñas por su parte pasaban los sábados haciendo actividades extracurriculares o algún deporte que les gustaba: la pequeña Zoé estaba inscrita en clases de ballet y Denisse practicaba fútbol en el equipo de su escuela, así que prácticamente los sábados no las vería en todo el día, los domingos al parecer descansaban y estaban en casa tranquilamente.
***
Carolina pasó por mí para irnos a un club a divertirnos. Cuando llegamos ingresamos y nos sentamos en la mesa que ella había reservado. El ambiente era increíble, las personas ahí parecían realmente entusiasmadas olvidándose de sus problemas diarios.
—¿Puedes creer que realmente estamos aquí divirtiendonos?—comentó mí amiga.
—Es increíble —respondí con una sonrisa, la había extrañado mucho y poder estar con ella de nuevo me hacía sentir feliz. En ese momento se acercó el mesero con dos margaritas.
—Brindemos por nosotras, que podamos cumplir nuestros sueños aquí en Fox—dijo levantando su bebida.
Al igual que ella la levanté
—¡Salud!—conteste tomándome todo el contenido, ella hizo lo mismo, al poco tiempo pedimos más bebidas.
—Ahora cuéntame como te ha ido en tu nuevo trabajo—me pidió ansiosa.
Di un suspiro antes de responder.
—No creerás los días que he tenido—comencé diciendo, luego le conté todo lo que me había pasado y la segunda oportunidad que mí jefe me había dado—. Pero escucha esto, él se masturbó con mi fotografía—agregue.
Carolina escupió un poco de su bebida y casi se ahogó al escuchar mis palabras.
—¡¿Qué carajo?!—gritó ella con sorpresa.
—Bueno, prácticamente lo estaba espiando cuando lo hizo—dije.
Ella me vio sin poder creer que yo hiciera eso.
—Espera ¿Lo estabas espiando? interrumpió.
Me tapé la cara con las manos, me dio un poco de vergüenza, ahora que lo había dicho en voz alta.
—Si, pero lo hice sin querer—comente—. Eso no es todo, al parecer él se ha folllado a sus anteriores niñeras—pronuncie, también le conté sobre la casa de placer que mí jefe tenia.
Mí amiga, se sorprendió aún más.
—Creo que vamos a necesitar más tragos— pronunció llamando al mesero para que nos trajera una botella de licor—. Debes tener cuidado, por lo que me dices es un hombre con mucha experiencia, además es mayor que tu, tiene hijos, pero sobre todo es tu jefe—mencionó su lista del porque no debía caer en ese tipo de tentación.
—Lo sé, y tendré cuidado —le respondí para que no se preocupara.
Él era mayor que yo, pero no podía evitar notar que era un hombre muy atractivo y bien conservado, a pesar de tener cuarenta y tantos años, yo a penas acababa de cumplir veintiuno. Pero sobre todo él era mí jefe y no podía permitir que pasará algo más aunque por dentro lo deseará. En ese momento quise cambiar de tema.
—¿A ti como te ha ido?—le pregunté.
—He conocido a algunos idiotas esta semana, especialmente uno—respondió—. Fui a un tienda que estaba cerca del centro, vi este hermoso collar esmeralda—dijo mostrándome su cuello.
—Es bellísimo—dije al verlo.
—Si verdad, pero escucha. Me lo estaba probando cuando de repente, un idiota arrogante le hizo una oferta al vendedor de la tienda—. ¿Puedes creerlo? Tenía el collar puesto y este tipo raro y grosero comenzó a pujar por él—dijo enojada al recordar el incidente.
—¿Estás bromeando?—le pregunté sin poder creerlo.
—No—me afirmó—. Tuve que comprarlo de inmediato para que él no pudiera hacerlo y antes que él vendedor se arrepintiera—agregó sonriendo.
Reí ante su experiencia con ese hombre, seguimos bebiendo y charlando divertidamente. Minutos después dos hombres realmente atractivos, se acercaron a nosotras y nos invitaron a bailar.
—¿Acaso tu eres el sujeto que quiso quitarme este collar en esa tienda?—dijo mí amiga poniéndose de pie para verlo con más claridad.
—Claro que puedo llegar, no estoy tan ebria—conteste queriendo mentir—. No te preocupes prefiero llegar sola, si mí jefe me ve llegar con un hombre posiblemente me despida y no quiero eso—pronuncie.
—Entiendo, pero por lo menos te ayudaré a qué llegues sin ningún raspón. Le pediré a Axel que te acompañe hasta la entrada—me dijo tocando el botón del radio comunicador que servía para hablar con el portero.
—Casa de la familia White, ¿En qué lo puedo ayudar?—dijo una voz a través del comunicador.
—Axel, soy yo Santiago. Puedes venir a recoger a la señorita Amanda y llevarla a la entrada de la casa—le pidió.
—Claro que si, ahora mismo llego—dijo Axel el portero finalizando.
Me llamó la atención como Santiago le hablaba con tanta familiaridad.
—¿Tu conoces a Axel?—le dije tratando de averiguar más, mientras él me sostenía para no caerme.
—Bueno en realidad soy amigo de...pero en ese momento el portón se abrió. Axel quién era un hombre de mediana edad llegó—. Por favor, llevala con cuidado—le pidió, Axel me tomó de la cintura—. Descansa, pronto nos volveremos a ver—pronunció Santiago antes de subir al auto para marcharse.
Me había quedado con la duda, de saber cómo conocía a Axel, lo peor de todo que no pude besarlo antes de que se fuera, pero no estaba en condiciones de una escena romántica en el estado en el que estaba, seguramente me veía horrible y nada atractiva. Lo vi marcharse, pero recordé que no le había dado mí número, pero en ese momento no estaba en condiciones de pensar, así que me concentré en llegar pronto a la entrada.
—Gracias por traerme—le agradecí a Axel—. Te puedo pedir un favor—le dije, él asintió con la cabeza—. No le digas a nadie sobre esto, no quiero que él señor White se entere—le dije.
—No te preocupes, tu secreto está a salvo—me dijo, eso me tranquilizó.
En ese momento, él se marchó. Me quite mis tacones y los sostuve en mis manos, abrí la puerta principal e ingresé con cuidado para no despertar a nadie, las luces estaban apagadas, cerré la puerta y me di vuelta, pero cuando quise continuar caminando me tropecé con alguien.
—Disculpe—pude decir.
—¿Señorita Smith ?—escuche la voz de mí jefe.
¡Oh mierda! había tropezado con él. Ahora me vería en este estado tan vergonzoso, ¿Ahora como salgo de esto?
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