Ven... a Mí romance Capítulo 19

Melissa.

Al cabo de una hora estaba lista para salir, Mad estaba compungida por mi salida, pero ella no podía hacer nada para ayudarme en este momento. Entonces luego de que recogimos las cajas llegamos al ascensor.

—Cuando salga de la oficina iré a tu casa… necesitamos hablar —dice Mad, entregando algunas cajas al hombre que me ayudará a llevar las cosas al auto.

—Está bien…

—¿Mell?

Alzo mi rostro para encararla y ella me asoma una media sonrisa entristecida.

—Hay cosas que no entendemos en el momento, pero te aseguro que no durará mucho…

—Eso espero, Mad.

Las puertas del ascensor se cierran, mientras que voy despidiéndome de todo el lugar en mi mente. Las lágrimas caen de forma deliberada por mi rostro, y unos sollozos salen sin poder reprimirlos.

Me siento tan derrotada…

El hombre coloca todo en el auto y se retira en silencio. Coloco mi teléfono en el asiento de al lado mientras abrocho mi cinturón. Abro el espejo que está encima de mí y observo mi imagen antes de arrancar.

Definitivamente me veo como me siento.

Conduzco de forma lenta, porque la verdad no quiero llegar todavía a casa, este será otro dolor de cabeza para mis padres, otro problema más. Tampoco puedo irme de casa para no seguirles dando contra tiempos porque ahora mismo estoy desempleada, y no sé cuánto tiempo tarde para encontrar otro trabajo cuando la gente sepa que fui despedida por la mismísima Alice Sutton.

Estaciono en una cafetería cerca, necesito estabilizarme un poco antes de enfrentarme a mis problemas. Apago el auto mientras recuesto mi cuello en el respaldo. Los pitidos de notificación de mi celular comienzan a sonar y lo tomo de inmediato para saber de qué se trata.

Es Aroa.

Abro el chat y veo una foto mal tomada de la inigualable revista Sutton. Amplío rápidamente la imagen y veo en la portada a Luc y a Bruno con un título enorme, pero no logro ver qué dice.

El aliento se comienza a entrecortar, mientras salgo del chat y busco en Google dicha información:

“El italiano, Luciano Mancini, nos ha dejado con la boca abierta este fin de semana. Luego de cancelar su abierto compromiso con su novia Dafne Solivan. El dueño de las cadenas de restaurantes más importantes de Cambridge, ha prendido en lío el bar “River bar” en horas de la noche. Los sucesos fueron bastantes complejos, pero algunas personas dicen que estaba muy ebrio y buscó pleitos con cualquier persona presente. Luego de formarse una trifulca, Bruno Mancini apareció en el lugar para llevarse a su hermano, antes de que las autoridades llegaran al lugar. ¿Tendrá muy roto el corazón? ¿Por qué habrá cancelado su compromiso? Lo único que sabemos es que las chicas de media ciudad de Cambridge estarán dispuestas a sanar su corazón herido”

¡Dios mío! ¿Qué es esto?

Mis manos tiemblan sin poderlas controlar. ¿Qué he hecho?, ¿acaso yo fui la que ocasioné esto a Luc?

¡No! ¡No! ¡No!

Una llamada entrante de Bruno me saca de la información, y no dejo que repique una vez más y entonces contesto de inmediato.

—¡Mell! ¡Siento llamarte en horas de trabajo!, ¡pero esto es urgente!

—No te preocupes —contesto nerviosa, tratando de alivianar un poco la adrenalina que está corriendo rápidamente en mí—. ¿Qué ocurre?

—Hermana, dime ¿dónde trabaja… Erick…?

—¿Erick? ¡Por favor, Bruno!, ¡te lo pido!, no hagan cosas de lo que puedan arrepentirse.

—Mell… yo lo moleré a golpes, de eso estoy seguro cuando lo encuentre, pero Luc se fue como un loco a buscarlo, y temo que el sí lo matará, ¡Por favor! ¿Dónde trabaja?

Un frío se apodera de mi cuerpo, inclusive mis manos tiemblan ante la desesperación.

—Bruno… ¡¿Por qué le contaste?! —grito desesperada.

—¡Maldición, Mell!, ¡no hay tiempo para eso!

Mis labios tiemblan sin piedad mientras me despego el teléfono de la oreja, los nervios no me dejan completar las acciones en el móvil. Tecleo rápidamente y envió la dirección a Bruno mientras cuelgo la llamada.

Entonces enciendo nuevamente el auto mientras mi corazón galopa queriéndose salir del pecho.

Necesito llegar, necesito llegar lo antes posible…

Maldigo… lo hago en cada semáforo mientras trato de no desestabilizarme, los nervios se han apoderado de mí y han vuelto mierda mis sentidos. No me falta mucho para llegar, sin embargo, cada minuto se me hace eterno. Muy eterno.

Golpeo el volante varias veces mientras observo como el punto rojo no cambia.

¡No cambia!

«¡Por favor, Luc! ¡No hagas una tontería! ¡Por favor!»

Todo dentro de mí se siente roto, un sentimiento intenso se mueve creando dolor en cada instante. Sin poder contenerme las lágrimas que brotan de mis ojos, la irritación y el enojo me dominan en este momento mientras acelero para arrancar el auto una vez veo, cómo cambia la luz a verde.

Unas carcajadas de burla salen de la boca de Luc, mientras Bruno me ayuda a tenerlo un poco más fuerte.

—¿Agresión? Mejor ahorre su tiempo y dígale a la policía que este hombre ya está muerto, ¡porque yo mismo lo mataré! ¡Destruiré todo lo que tienes, maldito!

—¡Hermano!, ¡vamos!, ¡vamos! —interviene Bruno tomando a Luc, mientras yo también le agarro de la mano para ayudar a sacarlo.

Poco a poco nos vamos del pasillo, pero no sin una última mirada a Erick. Este me observa detenidamente con cierto dolor en sus gestos, con tristeza y a pesar de todo, con arrepentimiento.

Cuando llegamos al estacionamiento, Luc se deshace de nuestro agarre totalmente fastidiado. Bruno me observa expectante y yo no dejo de temblar por dentro.

—Luc… —me atrevo a pronunciar.

Su mirada me barre por completo cortando con cualquier palabra que haya querido decir para él. Entiendo qué es lo que ocurre, está decepcionado, yo literalmente lo emocioné haciendo que destruyera su compromiso, para luego decirle que no podía tener nada con él.

Todo lo que está pasando ahora, y el desorden en su vida, lo he causado yo. Quizás ahora me odie más que nunca.

—Hermano déjame llevarte, mandaré que recojan tu auto —dice Bruno por fin colocando un filo en esta tensión tan fuerte entre nosotros dos.

—Me iré solo —responde Luc de inmediato.

Entonces Bruno espera que su hermano entre a su auto para controlar la situación y cuando veo que lo va a hacer, yo le tomo del brazo rápidamente.

—Por favor, hablemos… —casi ruego. Pero sus expresiones son tan duras como nunca las había visto. Creo que definitivamente he jodido todo.

Luc me toma la mejilla, y en algún momento parecer doblegarse al ver el golpe en mi rostro, respira muy agitado, y luego vuelve sus ojos hacia los míos.

—Melissa… —dice desprendiéndose de mi agarre—. Si estoy aquí, es porque veo esto como un asunto familiar, no vuelvas a buscarme, no quiero saber de ti a menos que se trate de la familia. Desde hoy solo existiré para ti como un hermano más. Espero que al menos puedas respetar eso, si tu existencia egoísta lo puede comprender.

Mis manos se sueltan cayendo hacia los lados, las lágrimas salen sin poder contenerlas, esto es lo que me faltaba para que mi vida se jodiera por completo, esto es lo único que necesitaba para que me demostraran lo mierda que soy.

Luc me da una última mirada y se mete a su auto arrancándolo lo más rápido posible y desapareciendo de mi vista.

No pude explicarle nada, ni siquiera sabía cómo iba a hacerlo. Sencillamente él desconoce todo lo que sucedió, nadie sabe qué unas fotos fueron enviadas a Erick alimentando su ira y celos. Nadie entiende ahora mi situación y por supuesto, yo soy la más mal parada en todo esto.

Ahora Luc piensa lo peor de mí, ahora él ha perdido lo poco que conservaba de nuestra amistad, de nuestra confianza, de nuestro amor. ¿Pero qué podía esperar que hiciera después de todo lo que ha pasado?

¿Por qué envié ese mensaje? ¿Por qué le mentí en vez de pedir su ayuda? ¿Por qué he sido tan tonta todo este tiempo?

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ven... a Mí