Ven... a Mí romance Capítulo 24

Luc.

—¿Vienes a pedirme permiso para ir algún lado? —pregunto levantándome de la silla, tratando de adivinar la situación.

—¿Qué? ¡No! ¿Por qué piensas eso? —Sara está realmente rara.

—Pues parece como si te hubieses arreglado para ir algún lado.

—Ammm, no —ella duda—. Solo son cambios que estoy haciendo. Pero si no te gustan yo puedo venir de otra forma.

El trabajo de Sara no es de oficina, de hecho, estamos aquí porque la situación lo ha requerido, ella tramita toda la parte legal y las finanzas de la familia, y no me incomoda verla diferente a lo que acostumbro de ella, solo estoy un poco… sorprendido, de hecho, me extraña en demasía.

—Olvídalo, ¿cómo va lo de la demanda? —pregunto ajustando mi chaqueta mientras ella se sienta delante de mí.

—Excelente, la revista retirará todos los artículos donde insinúan situaciones falsas, y por supuesto, Alice Sutton envió una disculpa pública. Pero… dejó un correo personal para ti.

—¿A, si? Pues escucha, no me interesa saber nada de ella ni de su trabajo.

—Entiendo —responde Sara sonriente, entonces me convenzo de que ella realmente está actuando muy raro—. Se acerca tu cumpleaños, ¿te gustaría algo especial?

En efecto la incomodidad me ha inundado más de lo que debería. Así que quito mi mirada de Sara y la concentro en los papeles que ella me ha entregado.

—No te preocupes por eso, sabes que Aroa jamás dejaría que alguien se encargase de mi cumpleaños.

—Entonces la llamaré —dice levantándose de su puesto—. Quiero ayudar, quiero que tu cumpleaños sea un día muy especial para ti.

Luego de levantarse me envía una sonrisa y se va a la oficina de al lado.

¿Qué fue eso, maldición? ¿Acaso Sara estaba consumiendo sustancias psicotrópicas?

Me sentía como si me estuviera ahogando en todo este tiempo que ella actuó así. Y si después de esto, la situación seguía, necesitaba hablar con ella urgente. Quizás estaba enamorada de algún hombre, y eso estaba bien. Pero quería también cerciorarme que estuviera bien, después de todo ella también era como de mi familia y siempre había sido mi mano derecha.

Había pasado parte de la mañana realizando las estructuras de los nuevos restaurantes en New York, arreglando los planos y muchas de las cosas que debía llevar Bruno al reunirse con los inversionistas, el cual se sumarian en un futuro a mi franquicia allá.

El tiempo había pasado tan rápido que, si no es nuevamente por la entrada de Sara, con una bandeja, no me había dado cuenta de que ya era hora de comer.

El almuerzo estuvo delicioso, la compañía de Sara más como familia era refrescante en este momento donde mi mente solo quería viajar a un lugar.

Melissa.

Trataba de no pensar en ella, no quería recordar el último día en que la vi llorar, ni el día que me suplicó que la escuchara. Estaba renuente a querer atender a sus palabras, después de todo lo que había pasado, estaba profundamente decepcionado, herido y muy molesto por lo que Alice había hecho en contra de su trabajo.

Nunca pensé que Melissa no era buena en lo que hacía, quizás hablé con algunos editores para que se dieran cuentas de su talento en mi afán por complacer a sus sueños hice mal en meter mis influencias en sus metas. Pero jamás fue mi intensión lastimarla.

A pesar de todo, sabía que ella tenía mucho más para dar que esa revista de mierda, y de cierta forma me había alegrado que ya no estuviera allí.

Ahora no sabía en qué estado se encontraba, entendiendo que todo le había caído de repente. Había roto con la porquería de humano, se había quedado sin trabajo y también me había mandado a la mierda a mí. Y a pesar del dolor que me causaba su actitud, no podía ir tras de ella, ya no podía seguir persiguiendo a una persona que sencillamente no sabía qué quería.

Con respecto al mal nacido de Erick, bueno, él estaba pasándola un poco mal, y le seguiría jodiendo la vida hasta que aprendiera la lección. Podía estar muy enojado con Mell, y de seguro nuestra relación estaba muy fracturada hasta el punto de pensar que jamás las cosas seguirían igual, pero nadie podía atreverse a golpearla y salir ileso de ese suceso.

Así sea en las sombras y de manera silente tendría que cuidarla, pese a mi orgullo, a los desplantes que de ahora en adelante le haría y que jamás se recuperara nuestra amistad. Yo la amaba con locura. Y ella siempre sería mi talón de Aquiles, mi punto más débil.

—Entonces sería imposible, si él se irá mañana por la tarde…

Las palabras de Sara, me hicieron parpadear. No sabía de qué rayos estaba hablando, había comido sumido en recuerdos y ahora mismo ella parecía esperar una respuesta de mi parte.

—Entiendo —respondí, sin saber a qué se refería.

Entonces para terminar con lo raro de la situación ella sonríe hacia mí.

—Está bien, sé que no me estabas prestando atención. Pero te decía que si no terminamos toda la carpeta que debe llevarse Bruno mañana, será imposible que él realice de forma completa las tareas en New York.

—Tienes razón. Yo terminé algunas estructuras, pero sí, aún falta los informes, y ya me siento cansado de estar en esta oficina.

—Lo sé, te conozco —dice risueña mientras el ceño se me frunce nuevamente.

—¿Entonces qué propones? —Pregunto interesado, si hay algo que quiero es terminar todo esto que ha consumido parte de mis días.

Abrir franquicias es un papeleo interminable, y más cuando mandas a alguien en representación a otro país. A pesar de que Bruno es mi familia, se requiere una serie de permisos para que él sea mi voz. Situación que hizo en alguno momento no querer seguir con esto. Así que, si no fuera por la insistencia y la ayuda de Sara, ya hubiese declinado hace tiempo.

—Ya que no te apetece mucho ir a tu casa, podemos terminar en mi apartamento —responde sin mirarme a la cara algo nerviosa—. Nadie sabrá que estás allí, yo te prometo que habrá una buena cena, y que terminaremos antes de la media noche.

Por alguna razón, algo dentro de mí se remueve, era cierto, no quería por el momento ir a casa, pero anhelada llegar a mi cama, y descansar. Quería la comida de Olivia y hablar con mis hermanos, pero al mismo tiempo sabía que ahora mismo sería incómodo para todos.

Tenía que terminar ese trabajo, después de eso iba a descansar un largo rato, hacerme cargo de mis restaurantes que estaban sujetos a remodelación y pensar en nuevos proyectos.

Así que nuevamente alcé mi mirada en dirección de Sara.

—Me parece muy bien Sara, es una buena idea. Haré algunas cosas por la tarde y estaré allá como a las cinco ¿te parece?

—Por supuesto —dice ella recogiendo todo de la mesa.

—No te preocupes por eso, llamaré a alguien, tú necesitas ir ya mismo a que te sellen estos papeles —le digo interrumpiendo su aseo en la oficina, y luego de un beso en su frente salgo lo antes posible, para poder llegar a tiempo a casa de Sara y terminar lo que nos falta.

Sabía que había gente esperando por mi salida, y llegando al auto lo corroboré, varias mujeres me preguntaban al tiempo las mismas preguntas de siempre.

¿Por qué canceló su compromiso?

—Sara ¿de qué hablas? Tú eres como una hermana para mí ¡por Dios!

—Luc… —suplica ella acercándose tanto que puedo sentir su agitación en mi rostro.

Y no es que me moleste, pero es tan incómodo. Es como si la misma Aroa estuviese exponiéndose a mí declarando un sentimiento de atracción.

Exactamente así me siento.

—No Sara, no sabes lo que dices —le tomo la mano para quitarla de mi brazo, pero ella se impulsa hacia mí, me abraza y une sus labios a mi boca.

De forma desesperada comienza a besarme y yo trato de echarla hacia atrás, pero parece que está decidida en su objetivo. El beso no es desagradable como pensé, pero tampoco siento un deseo por corresponderle. Estoy apenado, muy incómodo y sintiéndome muy mal por ella.

Inmediatamente le tomo el rostro al sentir que introduce su lengua en mi boca, Y despacio voy quitándola hasta que logro ver su rostro enrojecido.

—Sara…

—Yo estoy tan enamorada de ti, Luc —dice mientras varias lágrimas se deslizan por el rostro—. Ya no aguanto más, no puedo ocultar por más tiempo lo que siento por ti, no puedo. Yo te amo.

Estoy tan impresionando, que vuelvo a caer sentado en el lugar, alejando un poco a Sara de mi cercanía. Verla así me hace odiarme. ¿Por qué soy tan terco? ¿Por qué si dos mujeres tan valiosas como Sara y Dafne están en mi vida no les puedo corresponder?

—Sara, tú más que nadie sabes que…

—Lo sé, y por favor no vuelvas a repetirlo en mi presencia porque me duele. Sé que te sientes atraído por mi hermana.

Niego varias veces mientras una risa cínica sale de mis labios.

—Entonces no sabes nada Sara. Yo no me siento atraído por Melissa. Yo amo a tu hermana desde siempre, quien me conoce lo sabe, saben que siempre ha sido así. La única que no se había dado cuenta de eso, es ella misma.

Su llanto aumenta colocando las manos en su rostro, entonces decido por acercarme y abrazarla.

—Yo te quiero muchísimo también, pero sabes que siempre te he visto como una hermana.

—Eso puede cambiar —suplica ella.

—No —niego—. Por favor, no te ates a ese pensamiento. Y si quieres que esto siga funcionando, Sara, no se volverá a presentar este escenario. Te lo pido con toda mi alma. Lo que menos quiero es hacerte daño.

Aunque ella sigue llorando, se acerca nuevamente a mí, me abraza y coloca la cabeza en mi pecho.

—No volverá a ocurrir. Pero por favor no cambies conmigo —dice creándome un alivio impresionante.

—No lo haré, te lo prometo.

Después de unos largos minutos, los dos volvemos a nuestros asuntos, no estoy muy seguro de que ella cumpla con nuestros acuerdos, pero de forma extraña Sara en cuestión de segundos me trataba como anteriormente lo hacía, como si el momento incómodo nunca hubiese pasado para ella.

Entonces mi confusión era mayor. De toda mi familia a ella era la que menos había podido entender…

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