Luc.
A pesar de la rogativa por parte de Sara, al terminar el trabajo decidí por irme. Concluimos exactamente a las once y media de la noche. Sara no había dejado de sonreír en alguna que otra plática, ella parecía otra persona de la que conocí, y definitivamente después de lo que había pasado, rogaba al cielo porque todo esto quedara olvidado.
Llegué a mi casa agotado, extenuado del día, y con la mente muy aturdida.
El cuerpo me dolía al pensar nuevamente en Melissa, a veces me moría de ganas por solo verla, por enviarle un mensaje, por dejarme envolver en las locuras que hacíamos juntos, en cómo nos tocábamos; sin saber que todo esto iba a llevarnos a algo muy diferente.
O al menos por mi parte.
Suspiré varias veces antes de quedar dormido. Por supuesto teniéndola a ella como último pensamiento, y siempre sería así.
***
Reservé un sitio más privado para Dafne y para mí. Si algo quería ahora era privacidad. Apagué mi teléfono, ya que había recibido llamadas de Sara durante toda la mañana y no me apetecía pasar por otro momento incómodo. Así que dejé un correo para ella enviándole los pasos a seguir para con Bruno y di por cerrado ese trabajo.
Me despediría de mi hermano luego de que terminara el almuerzo con Dafne y si era posible yo mismo lo acercaría al aeropuerto.
—Señor —dice Ana la encargada de uno de mis restaurantes, no les puse un nombre a cada uno que se encontraba en la ciudad, así que todos ellos se llaman Mancini. No quería enredarme la vida con protocolos.
Giré la vista hacia la mujer que me llamó anteriormente y me despedí de Hugo el Chef del lugar.
—¿Dafne está aquí? —pregunto en dirección de Ana.
—Sí, señor —asienta—. Ya la instalé en el lugar que reservó.
—Gracias, Ana, iré enseguida.
Camino hacia el salón privado, mientras el ánimo se levanta de a poco. Me causará una enorme tristeza cuando Dafne decida irse finalmente de Cambridge. Cuando llego ella se levanta de la silla, esboza una sonrisa y me saluda con un beso en la mejilla.
—Hola, guapo.
—Cariño…
Nos sentamos, mientras le paso una carta detallada para que ella pueda pedir lo que quiera.
—¿No comerás lasaña, cierto? —pregunta como una broma mientras vuelve a fijar su mirada en la carta.
—Tú sabes por qué lo hice…
Luego de ordenar la comida, Dafne me mira sería mientras lleva la copa de vino a sus labios.
—¿Cómo has estado?
Me recuesto en la silla y le miro fijo.
—Mejorando, eso creo
—¿Cuánto tiempo piensas seguir así? —pregunta incisiva, sabiendo todo lo que ha pasado en mi vida últimamente. Yo mismo le conté todo, luego de que fue ella misma fue a casa después de todas las porquerías que escribieron de mí en las revistas.
—No lo sé Dafne, solo te puedo decir que jamás volveré a ir detrás de Melissa como su perro fiel —respondí enojado.
—Luc… yo quizás jamás pensé hablarte de algo parecido, pero digamos que estoy transformando mis sentimientos por ti…
—Dafne…
—No, escúchame —me interrumpe—. Aunque no lo creas, yo insistí en la cena con ella porque sabía que entre ustedes pasaba algo. ¿Crees que no me daba cuenta cuando me hablabas de ella? ¡Por Dios! Eres muy evidente.
Resoplo varias veces.
—Pero cuando los vi juntos en esa cena que yo forcé, ¡Dios Luc!, sabe que en algún momento nuestro cuento tendría un fin —dice ella muy pasiva y espero que los recuerdos no la dañen.
—Siento haber sido tan evidente —respondo tomando un trago de mi whisky.
Ella toma mi mano y niega.
—No solo lo digo por ti. Ella estaba sufriendo igual, Melissa puede ser lo que tú quieras, pero es una persona transparente y muy sincera.
Me rio cínicamente.
—Si tú lo dices…
—Dices eso porque estás muy dolido, ¿pero te has preguntado por qué cambió todo de repente? —sus palabras me dejan helado.
—¿Qué quieres decir? —pregunto un poco nervioso. Dafne no ríe, tiene un semblante serio.
—Algo debió pasar, después de lo que hizo su novio algo debió pasar y tú no la dejaste aclarar.
—¿Qué más claro quieres después de ese mensaje?
Ella resopla irritada mientras niega.
—¡Ustedes los hombres son unos cabezotas!
Ana llega con nuestros platos de repente y nuestra conversación queda estática por el momento.
—Yo no quiero entrometerme en tu vida —dice una vez más Dafne al ver que la mujer se retira—. Pero te aconsejo, que hables con ella.
Ella toma su tenedor y comienza a comer, instándome a que yo haga lo mismo. Pero sus palabras me han creado una presión en el pecho difícil de soportar. ¿Por qué debo ser yo quien dé el brazo a torcer después de todo? ¿Por qué después de todo lo que ha pasado?
—Ya no quiero ser el idiota del cuento —digo más para mí mismo.
—Entonces puedes tomarlo de dos maneras, hablas con ella para aclarar, o de lo contrario lo haces para terminar tu situación de una vez por todas ¿o piensas que estarán así para siempre en esa intemperie?
Hago un silencio después de sus palabras.
Definitivamente me daba temor ambas cosas, pero el miedo mayor, era terminar todo tipo de relación con Melissa, ahora no es que estuviésemos en los mejores tiempos, ni siquiera sabía nada de ella. Pero al menos sabía que en algún momento la vería desde la distancia, y aunque eso mancillaba mi orgullo, para mí era suficiente.
Después de un tiempo los platos fueron recogidos, y un buen café servido. Cambiamos rotundamente la plática y de cierta forma ya me sentía mucho más cómodo.
—Entonces me iré al día siguiente de tu cumpleaños —dice sonriendo—. Ya compramos los boletos y a la verdad estoy un poco entusiasmada, veré a varias personas de mi familia y amigos.
Una sensación de añoranza se instala en mi corazón.
—Te visitaré cuando pueda —le digo sincero—. Es mi país después de todo.
—Bueno eres italiano de sangre, pero no de nacimiento —ríe.
—Pero tengo todos mis derechos después de todo.
Reímos ambos.
—¡Amiga de mi alma!, ¿Por qué carajos estabas tan perdida?
—Te recuerdo que soy yo la que te está llamando —le dije riendo a Mad.
—Es cierto, has cambiado tanto… acabo de salir de la oficina ¿Dónde estás?
—Ahora mismo caminando por la avenida principal cerca de la universidad…
—¿Tú, caminando? —pregunta más extravagante que nunca.
—Pues déjame decirte que a diferencia de ti llevo una rutina para mantener un poco firme mi cuerpo, no creas que esa comedera de helado en la época de invernar en mi casa pasó desapercibida.
—Bueno, si no te mueves llegaré en algunos minutos —responde.
—Apresúrate porque compraré un vestido exactamente en la tienda que tengo al frente, te envío la dirección.
Colgué el teléfono mientras mis ojos se posaron en la tienda, no era una exclusividad, y aparte tampoco tenía el dinero para gastarme en algo costoso, pero los vestidos de los maniquís expuestos, se veían muy bonitos.
Entré sin dudarlo mucho, mientras revisaba el lugar enamorándome más de sus diseños, bueno, no eran de diseñadores, y la verdad no me importaba que lo fueran.
Tomé varios para medirme mientras una chica se acercaba para ayudarme, creo que no esperaría a Mad, más bien luego de aquí iría con ella para cenar algo.
Estaba pagando justo cuando la puerta de la tienda se abrió y Maddie asomó su rostro sonriente. Había comprado un vestido negro con mangas y un escote en la espalda. El vestido llegaba hasta mis muslos, pero era discreto, y quedé contenta en cómo me quedaba.
—¿No me digas que compraste sin mí?
—No empieces, iremos a cenar porque tenemos mucho que hablar….
Me despedí de la chica de la tienda dando gracias, mientras salíamos del lugar.
—Bien, decidamos a donde ir, y en qué auto —dijo mi amiga girándose en mi dirección.
Entonces sonreí.
—Decidiremos en donde comer en tu auto. Yo vendí el mío.
Mad abrió sus ojos un poco impactados por la información, pero no alegó absolutamente nada hasta que llegamos a un sitio de pizzas cerca de un parque de la ciudad.
—Recuerde, no le pondrá nada que tenga cerdo a nuestra pizza, ni jamón ni nada de eso —sentencio Mad en dirección al chico que escribía en su libreta, mientras él escribía sus órdenes.
Después que se fue ella me observó y se cruzó de brazos respirando profundo.
—Bien —dijo asomando su mano en mi dirección—. Por favor, ponme al día.
Tomé un suspiro largo, ¿por dónde debía empezar? Sería mejor comenzar desde Luc, ya que ese era su tema preferido. Sin embargo, yo no olvidaba que mañana mismo estaría frente a él entregándole su regalo de cumpleaños.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ven... a Mí