Narrador…
Luc estaba consternado, por más que trataba de entenderlo, no podía encontrar una explicación para la conducta de Dafne. Ella definitivamente estaba muy extraña, ella no solía realizar ese tipo de acciones, al menos no con él.
Aparcó su auto algo torpe y marcó a su teléfono varias veces, pero parecía que tenía apagado su móvil, ya que una y otra vez entraba en contestadora.
Desistió algo hastiado, ¿Por qué estaba jodiendose la vida en Él constantemente? Se preguntó.
Entonces llegó a su casa, y su exasperación aumentó cuando vio a Sara tomando los portarretratos de la sala y sonreía.
Tomó toda la aspiración posible mientras caminó hacia ella.
—Sara —dijo bajo y muy serio—. Acaba de salir Dafne de aquí. Ella estaba un poco extraña, había quedado esperarme aquí. ¿Qué pasó?
Sara frunció su ceño y negó varias veces haciendo que no entendía de lo que hablaba.
—Yo… acabé de llegar, solo la saludé, pero ella casi ni me contestó. Solo dijo que ella no era cualquier persona para que la hicieran esperar tanto, pero no sabía que era contigo —dijo de forma muy fácil, hasta el punto de que Luc pudiera aceptar esas palabras.
Su enojo aumentó, no seguiría llamándola, él no había hecho nada para merecer semejante berrinche, y estaba harto de este tipo de cosas, no volvería a rogar por la atención de nadie, quien quisiera quedarse a su lado, lo haría, pero no podía seguir detrás de las personas que simplemente querían irse sin explicar nada. Él ya no tenía 17 años.
Sara vio el gesto de Alexy algo ocurrió dentro de ella, sintió mucha satisfacción, porque había logrado su acometido, quería quitar de una vez y por todas a Dafne de la vida de la persona que ahora estaba amando con locura, sabiendo que ella había hecho lo posible porque su hermana Melissa lograra reconciliarse con lo que a ella le pertenecía.
Perdió la primera batalla con Luc, ella lo sabía muy bien, sin embargo, un rechazo de un beso no era nada para ella, este era el principio de todo lo que estaba dispuesta hacer para conquistar el corazón de aquel hombre, y sabía que solo era cuestión de tiempo.
Después de la comida de Olivia, Luc se reunió con Sara y conversaron un poco sobre la fiesta de anoche. Sara parloteaba acerca de las cosas que ella había hecho para él, pero la mente de Luc estaba muy lejos de allí.
Su cuerpo se estremecía cada vez que podía recordar, incluso sentir lo que pasó la noche anterior, como cada minuto en su propia cama junto con la mujer que desquiciaba su alma. Reprimía sus ojos y nuevamente su cuerpo se tensaba solo de recordar, su tacto su olor y su sabor. ¿Sería este ahora el ritmo de su vida?, pensó. Solo que ahora no estaba dispuesto a ceder con ella, no volvería a involucrar su corazón, tomaría todo lo que pudiera, pero no estaba dispuesto a volver abrirse con Melissa. Eso ya era cosa del pasado.
No iba a darle la oportunidad nuevamente a Melissa de volverlo a lastimar, ya no.
Pasó su domingo junto a su familia en casa, vieron algunas películas y se relajó, sin dejar de pensar en ningún instante en lo que pasó, Aroa estaba algo enfadada con él, sin embargo, le valía mierda si ella refutaba o no, él era su representante ahora y no podía hacer lo que le daba la gana en su casa. Ya tendría un tiempo de hablar con Andrés, porque, aunque él fuese su familia no toleraría que jugara con su hermana de esa forma.
Mañana sería otro día, Bruno volvería a viajar a New York por la mañana por segunda vez y él se enfrascaría en los negocios de la familia, trabajaría como un loco, y ocuparía su mente todo lo que pudiese para mantenerse sano. Ojeó por la sala mientras veía como Sara reposaba cerca de sus pies con una tasa de cotufas y lo miraba de vez en cuando.
Desvió la mirada hacia Bruno que fruncía el ceño como haciéndole miles de preguntas; no sabía muy bien por qué el cambio tan repentino de Sara hacia él, esperaba que pudiera mantener la promesa de no complicar las cosas, y quería creerle.
Melissa.
Ni siquiera mi reloj despertador fue tan hábil como mi mente. Abrí los ojos incluso antes de la hora, tomé un baño me vestí y coloqué el perfume en mi ropa, y decidí que desayunaría en el trabajo.
Estaba muy ansiosa, la adrenalina corría por mis venas, tenía mucha emoción al saber que estaría en la convención de la universidad de Cambridge. Tomé un taxi para no complicar el camino, no quería estropear nada del día de hoy, quería que todo saliera perfecto así que cuando el auto aparcó frente a mi trabajo, revisé mi reloj y llevaba incluso una hora de anticipación.
Ronald sonrió al verme llegar.
—Pero que madrugadora —dijo jugando.
—Creo que te quitaré el puesto —seguí su broma.
Entonces colocó una posición de firmeza y arremangó su camisa.
—Cuando tengas estos músculos quizás podrás quitarme mi empleo —dijo palmeando su brazo.
Negué varias veces mientras las risas se soltaron de inmediato.
— ¡Buenos días!
Giré y en efecto le había ganado a mi jefe, él estaba apenas entrando, la idea del taxi resultó ser un éxito.
—Señor, William —le respondí saludando muy formal mientras mi mente se carcajeaba. Hello, Jeri.
—Señorita River, buenos días. —hizo un ademán para que entrara y asentí.
Me despedí de Ronald con un ademán mientras esbozó una sonrisa negando.
—Parece que haces feliz a más de uno aquí —dijo Jeremy de repente, la cual me causo una especie de nervios.
—Ammm, yo…
—No te preocupes, eso es bueno —dijo y cuando se adelantó me di cuenta de que nadie estaba en el lugar.
Giré hacia todo el amplio salón, sin ninguna persona dentro esto se veía impresionante, así que me perdí en la apreciación hasta que volví al lugar donde tenía a Jeremy observándome y tratando de guardar una sonrisa.
Tomo rápidamente el iPad lo enciendo y hago exactamente lo que me esté ordenando. Abro una nota, y escribo rápidamente lo que retuve, luego organizaré mejor todo en cuanto me levante de esta silla.
—Puede continuar —le digo con una sonrisa.
—Bien. Esto será el viernes a las siete de la noche. En esta ocasión, si debe ir un poco más presentable, allí si puede ponerse los tacones de aguja, sin embargo, la minifalda no.
Lo observo de inmediato impresionada, para ver que en su rostro solo hay broma. ¿Acaso quiere ser simpático conmigo? Aunque no sienta hacerlo, le asomo una sonrisa tímida, pero sigo copiando las instrucciones para pasar por alto el momento incómodo.
—Zapatos de aguja y mini falda cero, listo puede continuar —digo muy seria, mientras él vuelve a reprimir la risa.
—Ok. Nos veremos allá a la hora que le dije, le enviaré la dirección en un mensaje.
—Perfecto.
—Bien… creo que eso es todo. Ahora, Melissa—dice consiguiendo mi atención—. Estoy muy confiado en su trabajo, así que esperaré los resultados y después de ellos hablaremos con el siguiente paso.
—Muchas gracias por la oportunidad señor William…
—No me dé las gracias, usted se ganó esto, hizo el mejor escrito, y le digo, nunca se confíe en el talento propio, muchos de los que trabajan aquí lo hicieron, ellos pensaron, bueno, un escrito más uno menos, y ahora una escritora que tiene una semana de contratada les arrebató uno de los trabajos más esperados por todos del año.
Una sensación de entusiasmo, nervios y miedo se impregnó en mi estómago, tomaría su consejo al pie de la letra, estaba convencida de que un camión me había pasado por encima, pero una no podía volver a la misma carretera para que le sucediera lo mismo. Necesitaba aprender después de todo.
Me levanté despidiéndome de mi jefe y me fui a mi pequeño cubículo mientras prendía mi pc. Tenía mucho que adelantar para el día miércoles en la convención de escritura. Debía ser astuta a las órdenes de mi jefe y crear varios planes por si algunos de ellos no se podrían desarrollar. Realicé una encuesta para poder repasarla en mi mente y que no se me olvidara mientras tenía los minutos de fama con Dominic Black. Quería hacer las cosas muy bien, necesitaba hacerlo.
Luego de tener una mañana agitada y un montón de papeles en mi escritorio para redactar, decidí levantarme por una taza de café para volver nuevamente a mi trabajo. En ese momento vi que justo en el área de descanso había una chica sonrojada mientras un hombre le tomaba el cabello diciéndole que era hermoso.
Mi mente no dudó un segundo en traerme a Luc a colisión, y me pregunté qué estaría pensando ahora después de aquella noche.
Había sobrepasado mis límites, lo reconocía. De hecho, ahora mismo pensaba en qué había hecho, estar íntimamente con Luc complicaba más las cosas, porque sentía una conexión mucho más fuerte con él, incluso pensaba en este instante que no podría haber más nadie después de eso.
Sentía un enorme vacío en mi pecho, mi anhelo era abrazarlo, decirle tantas cosas en estos momentos, que por un instante no dudaba en hacerlo. Ni siquiera su jodido orgullo me frenaba, lo que me removía eran mis papás, y Sara. No sabía cómo podría lidiar con esto. No sabía cómo hacerlo.
Por la tarde ya me sentía exhausta, trabajé como una máquina sin parar y solo me detuve para comer. Guardé todas mis cosas y apagué el ordenador y me dispuse a salir despidiéndome de todos. Mi teléfono vibró y una sonrisa se gestó porque sabía quién podía llamar a esta hora de la tarde.
Ella estaba saliendo al igual que yo, así que me quedé dentro de la editorial y contesté a Mad…
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