Ven... a Mí romance Capítulo 43

Melissa.

Quería decirle muchas cosas en este momento, estaba mareada y mi lengua era torpe, pero estaba entendía todo lo que estaba pasando, podía ver que, ahora mismo, aunque estábamos juntos también estábamos muy lejos.

No esperé mucho tiempo, y me uní a él en un abrazo que recibió sin ningún problema ni rechazó, tomó mi cuerpo de una forma en que podía entender a la perfección, que ambos nos necesitábamos; con revuelos en la mente, confusiones y mentiras, pero nos necesitábamos mucho.

Alcé mi mirada mientras él acariciaba mi rostro detallando cada parte como si quisiera grabarse este momento. Le tomé la barbilla y no dudé en decir lo que desde hace tiempo estaba ahogándome.

—Te amo, siempre lo he hecho, siempre has sido tú, solamente tú… —él asintió sin ser muy conmovido por mis palabras y me besó de forma lenta.

No había prisa en nuestros toques, ni urgencia porque esto acabara.

Nos desvestimos rozando cada parte del otro, saboreamos nuestras bocas y diciendo muchas cosas en silencio.

Estábamos comiendo de nuestras pieles de una forma lenta, cada tacto, cada toque, cada caricia era extremadamente suave e intensa. No podía dejarlo de besar y él parecía saborear cada parte de mi cuerpo.

Nuestros gemidos eran incontrolables, porque, aunque nuestro perfecto acto era lento, nuestro cuerpo estaba desesperado por una consumación completa.

Luc se hundió en mí haciendo que toda mi piel se estremeciera, me decía cosas al odio y eso me volvía loca, y solo pude enredar mis piernas como si no quisiera dejarlo ir nunca. En un punto de mi entrecortada reparación uní mi boca a la suya, y aunque me estaba siendo difícil poder aguantarme el aire dentro de su boca sin respirar, el movimiento exquisito, ese beso que no terminaba nuca, y la constante fricción en nuestros cuerpos, estaba consiguiendo que llegáramos a unos límites inexistentes.

Yo no podía respirar y quizás Luc tampoco, pero en el momento en que supe que iba a estallar en mil partículas, no dejé que él quitara su boca de la mía, y presioné su boca más de lo debido, haciendo que nuestros gemidos se ahogaran en nuestras gargantas. Estaba recostada en su cama, en sus sabanas consumiendo su cuerpo, quería que este momento no terminara y cuando el éxtasis no me dio más oportunidad de refrenar la espiral que iba a explotar, Luc se separó de mi boca y conectó su mirada con la mía.

—Yo también te amo, lo hago con locura, con cada fuerza de mi cuerpo, incluso de mi alma… sabes que también has sido tú.

Uní mi boca a la suya aceptando sus palabras y explotando al mismo tiempo, nos movimos en sincronía, como si en este preciso momento nadie más importara ni los días venideros…

Ninguno de los dos decidió apartarse, él solo puso una sábana encima de nuestros cuerpos, y bajo la oscuridad nos miramos fijamente hasta que cada uno cedió.

Me removí estirando mi cuerpo de una forma deliciosa cuando mis ojos se abrieron. Toqué a ambos lados, al sentir que cualquier lado que tocaba estaba vacío, me senté de golpe ante la ausencia de Luc.

Estaba desnuda, con las sabanas que tanto olían a él envueltas en mi cuerpo y esto solo comprobaba lo real que fue todo por la noche. Una sonrisa se me dibujó en el rostro mientras negué varias veces.

Aquí no estaba ninguna de mis cosas, así que no tenía forma de salir de esta habitación. Me puse de pie pensando que hacer, porque ni siquiera tenía mi móvil cerca para avisar. Pero recorriendo la habitación divisé que, en una silla, se encontraba doblado un conjunto de ropa, que era mío, entonces pensé que esto era cosa de Luc, teniendo cuidado en buscar algo para mí, cuando yo despertara.

Me di de prisa, me bañé y bajé para saber que estaban haciendo todos en este momento, y cuando llegué a la sala, se estaba ejecutando el desayuno con normalidad.

¿Yo era la única que disfrutaba en dormir un poco más?

Sin embargo, cuando vi la hora del reloj, casi me dio un infarto.

Diez de la mañana, nada más y nada menos. Vi los platos de algunos y en efecto comieron hace un tiempo porque estos estaban vacíos.

—Aquí tenemos a la dormilona —dijo Bruno haciendo que todos giraran hacia mi lugar.

Entonces vi como mi madre cruzó los brazos y me miró un poco molesta.

¿Acaso sabía algo? Mis mejillas se tiñeron.

—¿Cómo es posible que dormiste en el cuarto de Luc y lo dejaste en esa otra habitación incómoda para él? —me reprendió, pero no pude entender nada.

El rostro de Luc se puso tenso y me miró haciendo señas que me quedara callada, pero todos los demás excepto Sara, comenzaron a reír a escondidas, tapando sus bocas ante las palabras de mi madre.

Mi papá los miró a todos con el ceño fruncido a lo que yo me acercaba a la mesa y lo envolví en un abrazo saludándolo.

—¿Por qué se están riendo de ti? —me preguntó, y yo alcé hombros.

—Sabes que la única normal de esta familia soy yo —respondí dándole un beso en la mejilla—. Todos ellos necesitan ayuda, en especial mi hermanita querida.

Pasé por el lado de Sara y desordené su cabello, juraba que si su mirada fuera un arma estaría muerta en este momento.

No sé en qué estaba pensando mi cabeza loca, pero cuando vi que Luc estaba relajado y sonriendo en la punta de la mesa, fui hasta su sitio también y lo abracé por detrás, dándole un beso en la mejilla.

—¿Cómo está mi oso grande? —pregunté en susurro y él solo alzó la mirada para deslizar sus manos sobre mis brazos aceptando el gesto con agrado.

—Ok, probaré la cama de Luc hoy —dijo Mi hermano Andrés en son de burla—. Y tú también madre, para que amanezcas tan feliz como mi hermana.

Las carcajadas volvieron a soltarse en la mesa y no me dio más que sonreír con ellos.

—Andrés, recuerda que no estás en posición para hablar de más —sentenció Luc y mamá comenzó a servirme mi comida.

Como cualquier familia todos comenzamos hablar, recordar y hacer alguna chanza. La situación nos envolvió, porque mis padres también se involucraron todo el tiempo.

Sin embargo, Sara estaba cada vez más lejos, encerrada en sí misma y mirando de forma silenciosa todo lo que se hacía en el grupo. En algunos momentos me preocupaba su silencio, pero decidí restarle importancia a lo que su mente calculaba.

Por cuestión del frío, el plan de la piscina, aunque tuviera calefacción fue descartado de la planificación del día, entonces tomamos juegos de mesa, hasta que Luc o Andrés que eran los peores perdedores, desordenaban el juego para volver a comenzar.

Después de almuerzo, cada uno quiso hacer una siesta, y yo aproveché, conecté mi laptop y fui cerca de la chimenea para adelantar todo lo posible. Estaba en los capítulos finales, saber eso me ponía realmente nerviosa porque mi historia fuese aceptada.

Luego de una hora en la pantalla, guardé lo que había hecho, pero en el instante sentí la presencia de alguien, que reconocí de inmediato de quien se trataba, su perfume y su olor eran inigualables para mí.

Giré.

—¿Descansaste? —pregunté bajo, todo se encontraba en total silencio.

—Sí, realmente me estoy desestresando aquí —respondió Luc sentándose cerca de mi lugar.

—Eso es bueno —dije con una sonrisa, pero él no me la devolvió.

—¿Estás trabajando? —preguntó mirando mi portátil.

—Es… Algo de lo que no te he hablado —comencé por decirle, pero fui interrumpida por él.

—Desde hace mucho no lo haces —dijo con una sonrisa fingida.

Pero no me dejé amedrentar por su gesto.

—Es verdad, pero esto es algo diferente, parece que la universidad de Cambridge ofrecerá una publicación física, y yo estoy entre los tres participantes…

Luc abrió sus ojos sorprendidos y noté que había alegría un poco contenida por él.

—¿Ya tienes un libro? ¿De qué se trata? —preguntó interesado.

—Es una historia, romance… —dije un poco nerviosa.

—Mis regalos gustarán a todos —por alguna extraña razón mi hermana habló enseguida y los chicos comenzaron a abuchearla por ser tan presumida.

Nos acomodamos dejando que mis padres fueran los primeros en repartir los regalos, comenzaron por Luc y terminaron por Aroa. Los detalles se debatían en camisetas, gorras, chocolates, ropa de mujer, vestidos, zapatos, y cualquier tipo de broma, como hizo Bruno conmigo, cuando destapé el regalo y era una tabla de picar verduras.

Fotos, risas y un ambiente realmente feliz se desarrollaba en el lugar. Entonces vino el regalo de Luc para mí y de un momento a otro el ambiente se cargó de suspenso.

Él se acercó de forma lenta y asomó el paquete envuelto hacia mí.

Era una caja diminuta, que no tarde en abrir. Cuando abrí la caja, visualicé unas llaves de automóvil y un suspiro salió de mí. ¿Se había vuelto loco?

Lo miré fijo rápidamente a la vez que me puse totalmente roja.

—Para ver tu nuevo auto debes esperar llegar a casa…

—Luc, esto es demasiado… —refuté.

—Claro que no, hermana, además vendiste el tuyo para ayudar a mis papás con la redecoración de la casa —dijo el chismoso de Andrés y le hice ojos rápidamente para que cerrara la bocota grande que tenía.

Luc me observó confundido, queriendo preguntar algo, pero en este momento, Sara intervino.

—¿Quién viene? —preguntó ella y yo me levanté.

—Gracias —le di un abrazo a Luc, y fui a tomar mis regalos del árbol.

—Este es para ti —le asomé su caja, mi regalo era insignificante respecto al mío, pero allí estaba una camiseta y una gorra original de su equipo favorito de baseball estadounidense, Chicago, medias rojas.

Luc rio sacando su regalo y luego desordenó mi cabello.

Le había gustado.

Repartí mis regalos a todos y vi caras felices en cada uno, hasta que me frené frente a Sara.

—Hermana, este es tu regalo, nada más lo vi, yo dije; es perfecto para Sara —tenía otro regalo para ella, pero necesitaba hacerle una broma, así que le entregué el juego de sabanas navideño que ella tomó con recelo.

Desenvolvió el papel de regalo sin cuidado, y cuando abrió la sabana, su cara se llenó de ira al instante. Todos rieron, era normal hacer estas bromas, a mí ya me habían dado la tabla de cortar, pero para Sara esto no era una broma. Tomó las sabanas y me las tiró en la cara levantándose como si fuese a golpearme.

—¡Eres una maldita! ¡Ya no te soporto!

Un silencio bastante extraño se hizo en el momento, las risas se cortaron y Luc se levantó de inmediato.

—Sara, es una broma, y una costumbre familiar —dijo él defendiendo.

Sin embargo, lo que se vio venir fue inesperado para todos…

Mi hermana no esperó siquiera que Luc llegara en nuestro sitio cuando vi que se lanzó sobre mí, y comenzó a golpearme de una manera incontrolable.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ven... a Mí