Melissa.
Rápidamente llego a la oficina de Luc. Y aunque el cuerpo no deja de temblarme, ignoro las sensaciones y las señales que envía mi cuerpo en signo de alerta.
—¿Puedo entrar? —pregunto asomándome a la puerta entreabierta de la oficina de Luc. Mi amigo se levanta sin dejar la seriedad indescifrable en su rostro.
—¡Por supuesto, cara! Pasa.
Él llega hasta mi lado, y coloca su mano en mi brazo para que yo llegue hasta el sillón, pero no quiero sentarme, ni mucho menos parecer relajada.
Sería peor.
—No estaré mucho, chico —digo sonriéndole—. Debo ir al trabajo luego de esto.
Miento, por supuesto.
Él suelta un suspiro asintiendo con su cabeza, para luego recostarse en la mesa, como es su costumbre cruzando los brazos y mirándome fijamente.
—Mell… Siento que te hayas enterado así.
—No te preocupes —respondo bajo—. No es obligación, no te sentiste cómodo al decirme…
—¡Calla! —expone colocando su dedo en mi boca, mientras mi cuerpo reclama su tacto—. No hables de más, no supongas.
La respiración entre cortada y acelerada me anuncia que debo retirarme rápidamente. La última vez que estuve cerca de este hombre, hubo un cruce de cables en mi sistema, ordenándole estupideces. Y eso no puede ser.
Me retiro un poco, de forma pausada, haciendo que su dedo termine deslizándose por mi barbilla, comprimiendo mis ojos ante la sensación. Entonces tomo una bocanada de aire.
—Entonces tienes novia… O, mejor dicho, prometida.
«Casi esposa»
Un hueco se abre dentro de mí de solo pensarlo.
—Dafne es mi novia, sí —contesta detallando mis gestos.
—Entiendo. ¿Luc? Estás… —tarareo, titubeante porque en realidad no quiero escuchar la respuesta—. ¿Estás enamorado de ella?
Su mandíbula se aprieta levemente, mientras noto cómo la tensión se apodera de su cuerpo. No está para nada cómodo con el tema.
—La quiero —responde taciturno, queriendo salir rápidamente de esta encerrona.
Pero sus palabras en vez de tranquilizarme, empeoran mi situación. Debería estar feliz por él, debería saltar de alegría celebrando su felicidad. Pero, ¿por qué no logro siquiera en alegrarme? ¿Por qué no puedo?
Giro sobre mi propio eje para darle la espalda y lograr reponerme, necesito tomar un segundo para sacar las palabras.
—Me alegro por ti…
—No parece que lo estás…
—Es… Es solo que… Estoy un poco impactada —entonces logro encararlo de nuevo—. Se supone que soy tu mejor amiga, la única que tienes. Y sé que dirás que es mi culpa, y la acepto, pero eso no hace que esté sorprendida.
—Entiendo, cara, pero… nunca me diste oportunidad. Últimamente has estado ida del mundo, me has rechazado más de una vez cada vez que intento buscar un hueco para vernos, ¡Tú misma familia está de acuerdo conmigo!
Asiento, resignada ante sus palabras.
—Es verdad, me centré en la emoción de saber que tendría el trabajo de mis sueños…
—Y aparte también te centraste en Erick —dice, cortando con mi idea de sonar filósofa.
—¡Él no tiene nada que ver en esto!, ¡Tú ni siquiera me dijiste que te gustaba alguien! —exclamo con un tono de voz más exaltado de lo que tenía planeado—. ¡Ahora mismo soy el hazmerreír de todos! ¡Porque todos sabían esto menos yo!
El entre ceño de Luc se profundiza aún más, y creo que mis palabras causaron molestia en él por su postura.
—Cara, no me veas como el tonto aquí, cuando comenzaste tu noviazgo ni siquiera me preguntaste si pensaba bien de ese hombre —dice neutral, sin descomponer su postura.
Lo cual me irrita.
—No tienes que tratarlo de ese modo, ¡Él no tiene nada que ver en esto!
—¡Entonces no me jodas con lo de pedir opiniones! ¡Porque tú no te preocupaste por la mía acerca de tu relación!
Mi pecho sube y baja ante el torbellino de emociones que estoy sintiendo. No sé qué responderle, quisiera abofetearlo, quisiera descargar toda mi rabia en él en este mismo momento por causarme todo lo que tengo.
No tengo argumento para defenderme, ni siquiera es válido que reclame.
Sin pensar ni tener escrúpulos en mi cuerpo, voy hacia su lugar y me detengo tan cerca de él que en algún momento veo nervios, en el inmutable Luciano Mancini. Puedo ver como su garganta pasa un trago ante mi cercanía y como sus ojos están tan impresionados ante mi conducta.
Y como si la locura ahora fuera dueña de mi cuerpo me lanzó hacia él estampando un beso en su boca.
¡¿Pero qué mierda he hecho?!
Luc se despega de inmediato de mí, mirándome incrédulo ante mi arrebato, sin embargo, al contrario de lo que pienso, él vuelve a unir sus labios a mi boca invadiéndome con su lengua experta, abrazando mi cuerpo, tomándome del cuello para acercarme más mientras me besa.
¡Como si pudiera unirme más!
La suavidad de sus besos aumenta mi adrenalina, haciendo que la sangre comience a calentarse dentro de mí de forma violenta, alterando cada célula de mi cuerpo y cada corriente nerviosa hasta apretarse en mi vientre.
—Luc… —me lanzo hacia el metiéndome en su abrazo que me corresponde de inmediato—. ¡Discúlpame! ¡Perdóname esto y todo lo que he hecho! ¡Por favor! Siento todo…
—Tranquila, cara, por favor no llores más.
Era evidente que en algún momento nuestras diferencias llegaran al límite. Sí, esto debe ser el por qué actué de esta forma, Luc es mi mejor amigo, no hay nada más aquí.
—Sí, es un arrebato, nuestra distancia me hizo una mala jugada. Aparte Sara quiere irse de casa y papá está algo triste —digo limpiando mi cara.
—¿Sara se irá? —pregunta sorprendido e ignorando todo lo demás.
—Eso dijo, y papá está muy triste, cuando estaba contándolo todo en casa, yo estaba en otro mundo y ella dijo muchas cosas feas hacia mí. Luc… algo está pasando con Sara.
—Hablaré con ella, te lo prometo.
Yo asiento, sintiendo que varías paredes se han caído entre nosotros, y a pesar de que aún siento una situación extraña por el beso, trato de hacer que estoy normal. Entonces después de unos minutos, con su mano en mi espalda, y su respiración más pausada, decido por terminar con esta situación que se ha tornado extraña.
—Luc… Realmente venía a pedirte un favor —trato de cambiar el tema.
—Claro, ¿en qué puedo ayudarte?
—Alice me tiene al borde. Necesito que me regales una entrevista…
—Mell…
—Espera… —le corto haciéndole una seña con mi mano para que se detenga—. Solo debes hablar de la cadena de restaurantes, y yo misma te haré la entrevista.
Un suspiro sale de su boca mientras que cruzo los dedos detrás de mi cuerpo.
—Está bien… Pero déjame sacar un día y te lo haré saber, ¿de acuerdo?
—Gracias, Luc —digo sonriendo emocionada, él también sonríe, pero de inmediato como si su mente le hubiese dicho algo, su sonrisa se borra y su mirada se vuelve intensa.
—No tienes que agradecer Mell, tú eres especial para mí y lo sabes.
Por largos segundos me quedo impregnada en su mirada, en su rostro y su perfil. Luciano no solo es el hombre maravilloso que tanto conozco, él también es un hombre realmente atractivo, alto, fornido y sus facciones ahora que las detallo, sacarían el suspiro de cualquier mujer.
Parpadeo varias veces, porque de nuevo necesito que alguien me sacuda.
—Bueno… entonces me voy… debo estar hecha una mierda —digo tan nerviosa que comienzo a arreglar mi cabello y limpiar el rímel que de seguro estará regado por toda mi cara, ante la llorada que me pegué. Entonces justo cuando ya voy de salida la voz de Luc me detiene.
—¡Tienes razón, estás hecha un desastre! —dice mientras que mi sonrisa se ensancha—. Sin embargo… el desastre se te ve hermoso, Mell…
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